Capítulo 7 💞❣️

916 55 0
                                    

La prometida del millonario
Cuarta Parte

Vitaly llevaba una caja de cannolis en una mano y una botella de champán bajo el
brazo. Al llamar a la puerta, tuvo que atrapar la bebida antes de que cayera al
suelo. Mia abrió un poco la puerta y lo miró, antes de abrirla del todo. Mirando por
encima del hombro, gritó: -Trae pasteles y licor-, y dio un paso atrás para dejarle
entrar.
Era la primera vez que estaba en el apartamento desde que Sarah se fue a casa
después de su primera pelea. Al entrar, miró alrededor y vio a Chloe, Lisa y Sarah
sentadas en el sofá, y a Cal en el suelo, todos mirándole con gesto extrañado.
Cuando Mia le siguió dentro del cuarto, él le ofreció los dulces y el champán.
-Creo que hay bastante para todos- dijo, mientras ella tomaba la caja.
-Oh, es de Luigi's. No va a salir ninguno de la cocina- dijo Mia, girándose para
irse.
-En ese caso, será mejor que te ayude-, dijo Lisa levantándose y agarrando a Chloe:
-Venga chicos, Mia no va a poder hacerlo sola.
Cal miró confundido a las chicas- ¿Para qué necesita Mia tanta ayuda?
-Es su forma nada sutil de dejarnos solos a Vitaly y a mí para que hablemos-
respondió Sarah con acento seco.
-Ah, no digas más- replicó Cal, levantándose y dirigiéndose a la cocina.
Sarah miró a Vitaly y no pudo evitar sonreír. Nunca le había visto tan fuera de
lugar, con la expresión asustada que, según su tía Hannah, llevaba cuando fue al
rancho de la familia para pedir su mano a su padre. Su tía se había reído con ganas
mientras le contaba lo mal que se lo habían hecho pasar. Compadeciéndose de él,
le hizo señas para que se sentara con ella en el sofá.
-¿No quieres sentarte?- Asintiendo con la cabeza, se sentó a su lado, pero no dijo
nada. -Es un bonito detalle, los pasteles y el alcohol.
-Hay más en el coche. Pensé que tal vez podríamos tomar los nuestros más tarde-
dijo, por fin.
-¿Ah, sí?
Tomando aliento, agarró su mano. Le dio la vuelta y acarició el punto sensible del
interior de su muñeca. -Entiendo que necesites tu independencia. Es algo a lo que
no estoy acostumbrado. Las mujeres con las que he estado... Nadia... esperaban que
las mantuviera. Pero Ivan dice...- se detuvo.
-¿Ivan?
Vitaly tomó aliento y continuó: -Ivan dice que soy más agradable cuando tú estás
en la oficina, y que no te debo prohibir trabajar.
Mientras Vitaly hablaba, Sarah apoyó la barbilla sobre sus rodillas. Se tapó la boca
con la mano, para ocultar su sonrisa. -¿Eso es lo que dice Ivan?
-Bueno, dice más cosas, y algunas de ellas no muy buenas, y la mayor parte es lo
mismo que dices tú, pero, sí, dice eso. Kotyonok, perdóname por haber sido un
burro. Otra vez. Por favor, vuelve a casa. Puedes ayudarme con los cannoli-
terminó, con una sonrisa.
Riendo, Sarah se levantó, y se le abrió el abrigo. Llevaba unos leggings y una
camiseta.
-¿Cuándo te has cambiado?
-Cuando he llegado aquí. ¿Crees que iba a llevar sólo eso estando aquí?- le
preguntó. Sacudiendo la cabeza, se puso en pie y la siguió. Al pasar por la cocina,
Sarah golpeó la puerta.
-¡Eh! Ya podéis salir. Nos vamos, y eso significa que hay más para vosotros-.
Cuando llegaron a la puerta de entrada, Mia salió de la cocina, limpiándose los
labios con el pulgar.
Sonriéndoles, abrazó a Sarah y le dio un beso en la mejilla a Vitaly.
-Ya os dije que no iba a salir ninguno de la cocina- bromeó, y les dijo adiós con la
mano.

La prometida del millonario Donde viven las historias. Descúbrelo ahora