¿Crees en el destino?

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No soy tan inteligente, pero tampoco soy tan tonta.

No soy tan buena en los deportes, pero tampoco soy tan mala.

Soy buena hija, pero no soy mejor que mi hermana.

Hay días en los que tengo a la suerte de mi lado y hay otros días en los que me abandona.

Cada vez que lo pienso no encuentro la razón del porqué me dijo esas cosas tan malas. Solo tenía 14 años.

Hace aproximadamente 3 años había un chico que me gustaba desde el 1er año de la escuela media, así que había decidido confesar mis sentimientos, pensé que todo iba a marchar bien. «Si te rechaza solo dirá que no y ya», la ingenuidad me ganó en esa jugada, así que me lancé al abismo sin saber en dónde aterrizaría.

Cuando llegué a casa después de perder mi seguridad no podía dejar de llorar. El ciclo escolar terminó y las vacaciones de verano empezaron. Mis amigas intentaban animarme, pero yo estaba dolida; me invitaban a salir, a ir por un helado, incluso a quedarme a dormir en sus casas, pero rechazaba aquellas acciones generosas.

Entramos a la preparatoria, ellas comenzaron su vida de bachillerato en otras escuelas y sin darme cuenta yo ya estaba sola.

Pero no todo es malo, maduré mentalmente y seguí con mi vida.

¿Quién necesita a un estúpido novio? ¿Quién necesita a un hombre que solo le preocupa que te veas más con una "mujer"? Yo no lo necesito, yo decido como vestirme, como comportarme y si actúo como un hombre que a los demás les importe muy poco.

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—Buenos días, jóvenes —El profesor de Literatura entra y acomoda su maletín sobre el escritorio, se escucha un unísono "buenos días" —Veo que tenemos un alumno nuevo. Por favor ponte de pie y preséntate.

—¿En serio hay alguien nuevo? ¿Cómo es que no te diste cuenta, Joan? Tu eres bien chismosa —Santiago se ríe y Oliver se une a la burla.

—Cierren el pico, idiotas —Volteo a ver la cara del famoso chico nuevo, al hacer contacto visual con él volteo mi cabeza rápidamente hacia la dirección en la que estaba antes, mis ojos se abren más de lo que estaban.

—¿Qué pasa Joan? —Pregunta en un susurro Oliver al acercar su torso a mí.

—Al terminar la clase les digo —Me abrazo a mí misma.

¿Por qué a mí? Sé que no soy la mejor persona del mundo, pero tampoco soy tan mala como para que el karma me castigue de esta manera.

¿Habrá sido por bajarle los pantalones a Santi? Nah, no creo, él se lo merecía por meterme el pie y hacer que me cayera en medio de clase.

Después de 45 minutos de sentir la mirada de aquel chico en mi nuca la clase había terminado, yo me puse de pie, tomé de las muñecas a mis amigos y salí del aula.

—Oye más despacio, velocista —Hace referencia a un meme Santiago.

—No tengo tiempo para tus estupideces, Luis —Dije molesta.

—Uy. Esto si es algo serio, te llamo por tu primer nombre —Comento Oliver. Santiago solo se disculpó y aclaro su garganta.

—El famoso chico nuevo es Hugo, él idiota que me gustaba en secundaria.

Ambos se miraron entre sí y después me miraron.

—¿Estás segura? —Cuestionó Oliver.

—Más que segura, cómo podría olvidar la cara de alguien tan horrible —Fruncí el ceño y cruce mis brazos.

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