El día siguiente

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Ya era miércoles 11 de octubre, y Lucy acababa de abrir sus ojos. Con lentitud y somnolienta, salió de la cama y tendió la frazada con desprolijidad. Realmente sentía ganas de volver a acostarse y dormir hasta las 01:00 PM como solía hacerlo en las vacaciones, pero un extraño impulso la alentaba a sonreír y la llenaba de buen humor. No importaba la razón, pero Lucy estaba feliz de estar feliz. Estaba  plena, como hacía mucho tiempo que no se sentía. Una vez que logró dejar de pensar, se paró y comenzó a vestirse con una blusa de modal color fucsia, un jean azul de costuras blancas y sus adoradas zapatillas All Star negras. Cuando llegó a su cómoda para buscar una vincha, recordó que hoy tenía clases de Educación Física. En ese momento, fue como si una biblioteca entera, llena de libros pesados se derrumbara en la armonía de los pensamientos de Lucy. ¡¿POR QUÉ?! ¿Acaso todo tenía que arruinarle el deporte y el insoportable Profesor Trembly? No quería, y no IBA a permitir que una tonta clase de gimnasia y ese desagradable, maleducado y desubicado hombre que lo único que sabía hacer era pedirle que se ate el cabello, le estropeara un día tan genial. No le importaba si a Trembly no le gustaba su cabello suelto, si a Jack le encantaba. Si a ella le encantaba, y se sentía libre de ser ella misma y usar lo que le plazca. Con esa postura y esa conclusión, Lucy tomó la vincha negra que iba a ponerse y se la calzó al principio de la cabeza. Se peinó hasta que todos sus mechones rubios quedaran en línea recta a los costados de su cabeza. Se puso un poco de rubor, para quitar la palidez y, tomando su celular y su mochila, abandonó la habitación para dirigirse a la cocina. 

-¡Buen día, mamá!

-Buenos días, Lucy. ¿Cómo dormiste?

-Muy bien...¿y tú?

-Muy bien, también- dijo Claire mientras sacaba unas tostadas.

Todd llegó a la cocina con su remera verde flúor, encandiladora, su jean azul y sus zapatillas negras, diciendo:

-Buen día Lucy, buen día mamá. ¿Dónde está papá?

-Buenos días Toddy. Papá salió de viaje de urgencia a la madrugrada por el trabajo- Explicó su madre.

-¿En serio? No lo escuché irse. ¿A qué hora se fue?- Preguntó Lucy cambiando su expresión feliz a una más triste.

-Es que el trata de no hacer ruido para no despertarnos cuando se dan estas cosas. Más o menos a las 05:00 AM. 

-Ah...-Respondieron Todd y Lucy al unísono, ambos echando un suspiro al final. 

-¡Pero volverá por la tarde!- Anunció Claire notando el disgusto en sus hijos.

-¡Sí!- se alegró Todd- Pensé que se iría una o dos semanas como pasa siempre.

-No, esta vez no será así.

-¡Qué bueno!- Lucy volvió a sonreír, pero sin dejar de lamentarse no poder pasar tiempo con su padre. A veces quería charlar, pero rara vez lo lograba, y el único tema de conversación que lo animaba era la escuela y las notas. Si quería empezar una clase extra para reforzar conocimientos en alguna materia, cómo le había ido en los últimos exámenes, solían ser las preguntas, y  tenía miedo de plantearle su disconformidad.

Esta mañana el desayuno fue rápido. Claire tenía que llegar a las 07:45 a una casa en el centro para entregar unos vestidos y los niños llegarían tarde al colegio si no se apuraban. La madre ordenó a sus hijos:

-Todd, Lucy, si ya terminaron sua desayunoa, tomen sus cosas y vámonos.

Lucy se levantó y se colgó su bolso gris, tomó unos libros y carpetas y, como siempre lo hacía, los entrelazó con sus brazos. Junto a su hermano, caminaron hacia el jardín y subieron en el auto. La joven se sumergió en sus pensamientos, el único lugar donde podía sumergirse mucho tiempo y no ahogarse. A veces deseaba ir sola, caminando a la escuela. Respirar el viento fresco de la mañana y estar en paz...Pasar algo de tiempo sin otra compañía que ella y escuchar tan solo la voz de su cabeza, que en este momento solo hablaría de Jack.... ¿Por qué? Nadie puede responder esa pregunta, ni siquiera ella, pero ese chico definitivamente la había cautivado, y no le había costado nada más que unas palabras y...simplemente ser él mismo.  El amor había llamado a las puertas de la joven Lucy por primera vez, y ella de seguro iba a ábrirselas.

Entre tantos pensamientos, Lucy y Todd llegaron a su destino. La voz de Claire fue una especie de alarma de despertador, para quitar a Lucy del inmenso mar de su cabeza.

-¡Lucy! Llegamos a la escuela- Dijo Claire.

-Veo...-se sonrió y la saludó- Nos vemos por la tarde. Que tengas buen día.

-¡Nos vemos! Igualmente.

Lucy corrió a su clase, y hoy, decidió entrar con una actitud más decidida, segura, firme al salón:

-Buenos días, Señoita Wild. Perdón por la tardanza-La maestra de Ciencias era una de las maestras más odiadas y temidas de la Escuela Ross. Era arrugada y canosa, pero con un olor a perfume de jazmines que apestaba el colegio entero.

-Buenos días Williams...Sí, llegas tarde, así que será mejor que te sientes rápido.

Lucy no se apuró. Se dirigió a su asiento a su ritmo y en armonía. Lástima que el estúpido de Thom la interrumpió:

-¿Qué te pasó, Williams? ¿Te quedaste escribiendo poesías sobre el amor y todas esas tonterías que a ti tanto te gustan?

-No, Thomas...No me quedé escribiendo nada...Tan solo se hizo tarde y ya...No hay un motivo en especial. Me quedé charlando demasiado tiempo cuando desayunaba. Y te aviso que mis poesías no son ninguna estupidez...Y el amor, y todos los sentimientos tampoco lo son. Si tu no sabes aceptarlo no es mi problema. ¿Oíste?

-Uuuuuuuuuuuuuuuuuuuh- Se oyó a coro un sonido general. Nunca nadie había visto a Lucy ponerse tan firme. Ni siquiera la profesora Wild, que no dijo nada por eso. Lucy Williams, la soñadora, la poeta, la que nunca decía nada y estaba siempre en paz se había manifestado. Había hablado y al fin había expresado sus opiniones en otro lado que no fuese una poesía o una hoja de diario íntimo. Lucy Williams, la tímida y reservada, que no pronunciaba palabra, les había cerrado la boca a todos los que vivían hablando contra ella. 

UNA CURVA EN EL CAMINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora