Día dos 2/4

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MinSeok ha logrado dar unos pasos cuando el ruido de un teléfono a la distancia lo detiene. Parece provenir de la habitación continua, la de Lu Han. Sin embargo, luego cae el silencio. Asintiendo, piensa que al fin los cielos están de su lado y avanza. Logra abrir la ventana y avanzar hasta la baranda del balcón. Allí escucha una vez más. No hay sonido alguno. Bien, se dice. Al parecer, finalmente dejará de sufrir.

Sube un pie en la primer viga, luego el otro. Mira hacia abajo. Es algo bueno que él no le tema a las alturas, las cuales hasta hoy le han tenido sin cuidado, pero en este momento, la está adorando. Abajo, a metros y metros de distancia, lo mira el suelo. Los autos y la gente que aún quedan por allí se ven pequeños e insignificantes, como él. No, él lo es más aún.

Una lágrima cae por su mejilla. Hasta ahora, ha evitado pensar en todo lo que le había pasado, en la razón por la que había llegado a meterse al mar y hundirse en él, y en la razón por la que aún quiere acabar con su vida.

Respira hondo. La vida es injusta, es mala, perversa. Él había llegado a esta isla con la pura intención de ser feliz. Había llegado lleno de ilusiones, esperanzas de que finalmente todo estuviera a su favor, de que Seugri, su corazón duele al recordar ese nombre, lo haría el hombre más feliz del universo. MinSeok había dejado todo atrás, su pasado, su pequeña casa, apostando por ese futuro. Pero ahora, no tiene absolutamente nada. Lo habían roto más que sus padres cuando lo tiraron a la calle a la edad de 16 años después de haberlo visto besar a un compañero del colegio. Lo habían roto más que esos años solo, de casa en casa.

MinSeok ya no puede ser reparado. Tampoco puede vivir así. No más.

Respira hondo una vez más y empieza la cuenta.

—Uno —Más lágrimas brotan de sus ojos. Empieza a enojarse porque llorando no es como quiere morir, pero tampoco puede detenerse—, dos —Intenta pensar en positivo. Pronto ya no sentirá más—, tres. —Y se abalanza hacia adelante.

De pronto, algo firme y fuerte se abraza a su cintura y tira de él hacía atrás. Cae arriba de algo. No.

Maldición.

Cae arriba de alguien. Lo sabe en cuanto siente un aroma que había sentido cerca de Lu Han. Su perfume. El odio sube desde su estómago hacia arriba y empieza a patalear. Lu Han ha vuelto a frustrar sus planes. Levanta la mirada. Está tan cerca de la ventana, sólo debe zafarse y correr. Esta vez lo haría sin contar.

— ¡Déjame! —Grita— ¡Sueltamente, maldición! —Vuelve a elevar la voz, pero esta vez debe callar, porque la irritación de la garganta vuelve y su voz ya no sale. No obstante, sigue pataleando y moviéndose para que lo soltaran, pero Lu Han no desiste. Sus brazos se mantienen firmes alrededor de MinSeok, hasta que éste finalmente se rinde y todo lo que queda es su llanto de rabia y de dolor. El agarre de Lu Han se suaviza, pero jamás lo suelta— ¿Por qué? —Pregunta MinSeok con la voz rota— ¿Por qué te empeñas en salvarme cuando no te lo pido? ¿Por qué?

Lu Han se mueve, sus brazos alrededor de MinSeok dudan.

—No lo sé —Responde—. Sólo sé que no puedo dejarte hacer lo que intentas. No lo hago pensando, sólo actúo.

Finalmente, Lu Han lo suelta. MinSeok no corre hacia el balcón a escasos metros de él. Ya no le quedan fuerzas. En cambio, se queda sentado allí, llorando desconsoladamente. Lu Han vuelve a rodearlo con sus brazos, pero esta vez, se trata de un abrazo. De hecho, Lu Han se toma la molestia de acomodarlo sobre su costado y pasar la mano sobre su espalda como si eso fuera a reconfortarlo. Cuando el llanto cesa, y sólo quedan lágrimas silenciosas y un molesto hipo, Lu Han le habla.

— ¿Por qué? —Pregunta Lu Han con voz temblorosa— ¿Por qué deseas tanto morir?

MinSeok traga. No quiere contar esta historia, pero el calor de la mano de Lu Han acariciando su espalda, le hace hablar con la verdad.

—Porque lo he perdido todo —Responde MinSeok, quien después de que las primera palabras surgieran, no puede parar—. No me queda nada. Vine a Jeju en busca de mi novio, lo conocí por internet. Vendí mi pequeño departamento, todas mis cosas. Compré mi boleto hasta aquí y deposite todo el resto de dinero en una cuenta conjunta a su nombre. Se supone que me esperaría en el aeropuerto, lo hizo, pero cuando me llevó a su casa, no lo sé. Simplemente me llevó hasta un callejón cerca de aquí, se rió y me pidió que me bajara del auto. Todo fue tan repentino que lo hice. Pensé que me esperaba una sorpresa, pero él solo se quedó allí, sonriendo y aceleró el auto, diciéndome lo idiota que había sido por creer en él. No tengo a donde volver, ni con qué, ni por quién. Ni siquiera tengo amigos. Ni familia. No tengo dinero, ni donde quedarme. No tengo energías para salir adelante por segunda vez en la calle. No puedo.

MinSeok tal vez lo imagina, pero siente que a medida que relata sus desgracias, el cuerpo de Lu Han se va tensando, y hasta cree haber escuchado un gruñido de furia. Pero nada de eso puede ser real porque ¿Por qué este desconocido está sintiendo rabia por lo que le han hecho a él? Es imposible.

—Sí —Dice Lu Han, poniéndose de pie y estirando su mano palma arriba hacia MinSeok—. Sí puedes. Tal vez hace horas no tenías a nadie, pero ahora puedes contar conmigo.

MinSeok se queda mirando la palma que no toma, y que Lu Han no quita, dejándola allí. MinSeok sacude la cabeza.

— ¿Qué es lo que harás por mí? No juegues así. No me conoces. No te conozco. Y lo siento, pero ya no voy a permitir que jueguen conmigo.

—Yo no voy a jugar contigo. Respecto a qué haré por ti, pues bien, para empezar, darte un trabajo.

MinSeok abre los ojos.

— ¿Qué? Mira, no pienso darte nada a cambio de salvar mi vi... —Lu Han, con su mano aún estirada, lo interrumpe.

—No te pido nada a cambio. Te estoy ofreciendo trabajo.

Pero MinSeok no confía en él y sigue sin tomar su mano, elevando una ceja.

— ¿Cuál es el empleo?

Lu Han suspira.

—Te lo diré si tomas mi mano. Anda, vamos. Por favor, en serio, confía en mí.

¿Es descabellado dejar entrar una luz de esperanza? MinSeok no está seguro de eso, pero antes de que pudiera evaluar la situación y tomar una decisión, está dándole la mano a Lu Han y poniéndose de pie. Sin embargo, Lu Han no le habla del trabajo que está ofreciéndole, sino que tira de él y lo lleva hasta la cama.

—Duerme, me sentaré en esa silla de allí, y te vigilaré toda la noche.

— ¿Qué?

—Por la mañana —Dice Lu Han, sentándose en la silla, llevando sus piernas cerca de sus rodillas y abrazándolas fuerte—, espero encontrarme con mi nuevo asistente personal intacto. No pienso permitir que desperdicie su vida por idiotas que...—MinSeok ve como Lu Han aprieta sus manos y respira hondo para ¿Tranquilizarse?— no deberían vivir.

MinSeok quiere preguntar "¿Por qué?" una vez más, pero ya ha hablado bastante, y siente que la garganta está al rojo vivo, por lo que cae sobre la almohada y cuando cierra los ojos no vuelve a abrirlos hasta la mañana. 

Sólo cinco días [XiuHan / LuMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora