Etapa 4 el asteroide
Los años han pasado y las criaturas han demostrado signos de inteligencia, aprendiendo a usar objetos, como palos y piedras a modo de herramientas para abrirse paso ante ciertas circunstancias, sin embargo, el reinado que empezaba a crecer pronto fue destruido por un pedazo de cosmos errante.
Este trozo impacto en el planeta causando una gran extinción en masa, los volcanes entraron en erupción llenando de nubes todo el cielo, terremotos se podían sentir en cualquier parte del planeta.
es como si los señores de las tormentas y las tierras volvieran a enfrentarse, sin embargo, el meteorito contenía un capullo en su interior y de un momento a otro, todo alrededor del cráter se tornó blanco e insípido, las plantas perdían energías antes de ser arrasadas por las catástrofes creadas por el meteorito, las especies empezaron a morir rápidamente, cayendo sin fuerzas por más que lucharan por seguir.
Lluvias empezaron a crearse de nuevo, sin embargo, lentamente eran evaporadas, el señor de los mares se había despertado nuevamente, sin embargo, poco y nada podía hacer ante esta masacre.
Sus territorios fueron reducidos a charcos miserables, la tierra entera era un desierto de cadáveres, la tierra se había vuelto arena incapaz de brindar nutrientes y con esto la furia del señor de las tierras volvió a emerger, con la esperanza de poder reformar el mundo que había construido, sin embargo, las nubes volcánicas impedían todo paso de sol y las tierras eran imposibles de moldear
La vida de los señores del mar y la tierra estaba por agotarse, sus fuerzas estaban siendo arrebatadas con cada segundo que pasaba mientras que del capullo del meteorito emergía una especie de ave tan negra como la noche y en la parte baja de su cuerpo un color tan rojo como la sangre. Al final de sus alas sobresalían unas garras tan afiladas que cortarían montañas como si de manteca se tratase, sus ojos muertos de color azul oscuro y unos cuernos que pueden perforarlo todo.
Este nuevo ser soltó un rugido ensordecedor y al escucharlo los señores del mar y la tierra cayeron desplomados.
El hermano menor de estos se había mantenido al margen, pues confiaba en que sus hermanos podrían controlarlo, valla error el suyo, pues su energía también se estaba acabando y pronto terminaría como sus mayores.
Así que, en su última esperanza, ascendió tan alto como su cuerpo le permitió, más allá de las nubes, tan cerca de las estrellas y tan cerca de salvar su hogar, para finalmente caer en picada directo hacia el ser extraterrestre que estaba matando su hogar. Su velocidad aumentaba a cada centímetro, no obstante, la criatura pego un fuerte alarido haciendo que el señor de los cielos perdiera el control e impactara contra el suelo.
Todo parecía perdido.
Latlevy era su nombre y seria recordado con miedo para siempre
Sin embargo, entre tantos cadáveres, un árbol hueco estaba floreciendo, a su alrededor, los pastos volvían a tener un tono verde vivo, podía sentirse un aire puro que parecía estar arrasando con todo el caos que había formado la llegada de Latlevy.
Entonces el ser original lo entendió, todo debe tener su igual y su opuesto. Latlevy había llegado para quitar toda vida, sin embargo, tras la muerte, viene la vida. Así que haciendo uso de sus mil brazos le dio forma al árbol hueco brindándole el don de moverse y regalar nueva vida, a todo lo que Latlevy había quitado.
Las nubes se despejaron con el tiempo, las tierras volvieron a ser fértiles, creando desiertos en ciertos lugares, que no se recuperaron del todo.
El señor de los mares recupero terreno y se sentía más vivo que nunca y junto a sus hermanos reformaron su nuevo hogar.
Latlevy estaba provisto de energía para vivir por siglos y sin rechistar excavo un gran agujero y formo un capullo donde descansa hasta hoy
Por otro lado, el nuevo ser tenía el aspecto de un ciervo, unas astas doradas y enormes que decoraban su pelaje celeste, había nacido para dar equilibrio a su mundo, el mundo que el ser original está cuidando y Diárkeia así lo hará.A día de hoy descansa recuperando energías, esperando el día en que Latlevy despierte para volver a dar equilibrio al mundo