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-Anna sabias que existe una teoría llamada lineae stavroforíes?

- ¿No, de que va eso?

-Te explico, según las teorías de la magia física y cuántica es posible que existan miles de dimensiones similares a la nuestra, en donde tal vez tu y yo nunca nos conocimos, o tu y yo tenemos la misma edad.

-Eso es posible?

-Son teorías, tu sabes nadie las ha comprobado aun, pero según esta teoría de líneas cruzadas existen personas que siempre existirán en el mismo tiempo y estarán destinadas a estar juntas para toda la vida.

-Eso es muy lindo, eso significa que las almas gemelas siempre estarán juntas.

-Sí, pero también debes de tomar que existen almas que son enemigas y un lazo de odio siempre las atara.

-Tienes toda la razón pequeña, sabes hace poco leí acerca de las teorías del amor verdadero y me di cuenta que la vida a veces es muy cruel y aunque tengas a una persona que sea tu amor puede suceder que la vida los predestine a fallar, sin importar que sean un amor verdadero.

-Eso es muy cruel Anna, la vida no debería ser así.

-Lo sé, pero no podemos cambiar al destino.

Era extraño que ese recordar esa platica de hace tantos años, pero ese pequeño recuerdo la hizo sonreír. Recordó algo lindo, algo que no era un mal recuerdo y con eso era suficiente para tener un lindo día.

Se encontraba manejando de vuelta a su casa. La tienda estaba llena de personas, no quería interrumpir a José así que solo lo saludo desde lejos y paro su pulgar para que el supiera que todo estaba bien. Le hubiera gustado quedarse y ayudarle con toda la persona que estaban comprando, pero el servicio al cliente no era su fuerte asi que si no puedes ayudar mejor no estorbes.

Saliendo de la tienda manejo directo a casa estacionándose a un lado de la puerta trasera que le daba acceso a la cocina para asi poder bajar las cosas sin tener que poner tanto esfuerzo. Al ver todo lo que tenía que bajar se arrepintió de tener que vivir en la zona más alejada de todo el pueblo y de no tener vecinos, tal vez si no vivirá rodeada de nada le podría pedir ayuda a un buen samaritano para que le ayudara a recoger todo y como recompensa le daría una cerveza, pero no tenía vecinos y la tierra no le podía ayudar a cargar las cosas. Derrotada y sin esperanza tomo las llaves y se dispuso a abrir la puerta trasera, sin embargo, se dio cuenta que estaba abierta. Se quedó mirando la cerradura confundida, Kathia nunca había podido abrir esa maldita puerta, es más su único pleito de pareja es que ella no ha podido arreglar esa puerta, era imposible que Kathia la abriera.

-Diana...

-Interesante.... ¿quién eres tú?

-Nadie - Sin siquiera darle permiso para reaccionar la mujer de cabellos rubios se puso de pie y como si tuviera super velocidad se puso en frente suyo tomándola del cuello lanzándola a la pared.
Kathia a penas podías reaccionar, todo había pasado tan rápido y lo único que su cerebro podía procesar era el dolor de haber sido azotada.

-Sabes Nadie, las bromas no me agradan, soy muy poco tolerante y no tengo tu tiempo, pero como ya jugamos a tu juego ahora jugaremos al mio- La rubia puso sus manos en el cuello de Kathia y comenzó a estrangularla- Si tu respondes en donde está la idiota a quien estoy buscando se acaba el juego, pero si no respondes también se acaba, pero para ti.

-No sé a quién buscas- Apenas podía hablar, la rubia aplicaba fuerza, pero no la suficiente para quitarle el habla.

-Primer error- La chica aplico más fuerza logrando que su víctima comenzara a toser- Este juego es muy divertido, si tu no contestas yo seguirte poniendo fuerza y tu comenzaras a perder conocimiento hasta perder la vida.

Segunda OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora