Los ojos tóxicos de Arthur no podían estarse quietos. El bar de mala muerte donde generalmente pasaba su tiempo estaba lleno de mujeres voluptuosas y chispeantes. Esas que sientes que te desvisten con la mirada y con solo una sonrisa ya te tienen a sus pies de forma literal.
Los trajes escotados llamaban su atención, ajustados, al nivel de la piel, donde podía ver cada parte de sus cuerpos por su ligera transparencia. Donde sus lunares resaltaban como un cielo estrellado de pecas olorosas a alcohol y lubricante.Permanecía sentado, a pesar de todo, con sus piernas inquietas, moviéndose de un lado a otro, golpeando la punta de su zapato con el suelo al azar, o simplemente siguiendo el ritmo de la estruendosa canción que el Dj estaba encargado de poner y cambiar cada cierto tiempo. Dieron las once de la noche, las luces bajaron y los cuerpos comenzaron a ser pintados por besos neón. La pintura nueva volaba lentamente por los aires alrededor de Arthur, quien cabeceaba embobado por las dosis de cocaína que hace solo segundos había inyectado en su brazo. Sus párpados caídos le indicaban cansancio y fatiga, pero la adrenalina bombeaba hacia todos los rincones de su cuerpo. Se mordió internamente la mejilla cuando se dispuso a levantarse para no quedar rendido en un bar lleno de ladronzuelos oportunistas y se acercó a una chica de cabello corto con maquillaje obscuro, su tez morena la hacia ver reluciente entre detalles felinos pintados con rosa. Esos ojos verdes relucientes se posaron en su penosa persona y como imanes juntaron sus cuerpos. Arthur tomando su cadera con firmeza, ella agarrándose a su cuello con sus uñas.
Al hombre no le importó y solo le susurró a la fémina que le llevase a donde ella deseara. Los olores confusos y los supresores que utilizaba no le molestaban en lo absoluto cuando de tener sexo se trataba. No le importaba... pero el problema no era su pensamiento, sino su cuerpo.Caminaban entre la multitud, dedos resbalosos manchaban a Arthur de pintura fosforescente. Cuando se dio cuenta, su camisa parecía un festival, al igual que su cabello resaltado en verde brillante. Con besos violetas en sus mejillas, bajo los ojos y seguido a ello, un rastro de besos candentes y lujuriosos en sus labios, pintándolos de rojo profundo, hechos por su chica en mitad del pasillo para ir a las habitaciones de las sensuales acompañantes. La puerta se abrió de golpe y ella empujó a Arthur a la cama, cerró con seguro y se acercó exagerando el movimiento de sus caderas al caminar. Finalmente, Arthur pudo sentir el olor potente en la chica, frutos silvestres, un olor dulce pero al mismo tiempo fuerte y ácido, como siempre le había gustado.
Sonriente, la chica se subió en él y pasó sus manos por su cuerpo, casi con intenciones de querer rasgar su ropa con esas uñas tan fuertes y largas que poseía.
Él solo cerró los ojos y echó su cabeza hacia atrás acariciando sus muslos musculosos y carnosos que deseaba morder y lamer como si no hubiese un mañana.
Él era un omega. Ella era un alfa.
Él no quería dejarse dominar por una chica, pero ella era la excepción, ella sabía como manejarlo hasta tenerlo en su cuello, rogando por más.Los supresores parecían perder el efecto cuando ella estaba cerca, era conocida por esos lugares por buscar diversión con cualquiera, ese cualquiera, en este caso, era Arthur, quien solo hacia ese espectáculo para sentir algo mas que la amargura y la depresión de siempre.
Ella estaba entre sus piernas, ronroneando sobre él, rasguñando su abdomen expuesto mientras su lengua jugaba con su pantalón.
Arthur sentía que su corazón saldría disparado en algún momento de su pecho, pero lo único que hizo fue gemir en alto cuando ella, de un salto, de nuevo cayó sobre él.—¿Tu nombre, dulzura?—Su sensual voz ronroneo la pregunta mientras se acercaba a su rostro para besar sus labios...sin hacerlo.
—...Damas primero— Tragó fuerte el de cabello originalmente marrón mientras observaba tales esferas voluptuosas tan cerca de su rostro.
—Gatúbela— Respondió con un apodo, dándole un beso en la nariz antes de sentarse en su abdomen y comenzar a quitarse la ropa.
—J...Joker— respondió él de la misma forma con un apodo que acababa de inventar al encontrarse anonadado por su perfecto cuerpo, y a pesar de que no era muy fan de las chicas, esta había logrado cautivar su mirada.
Ella abrió la boca para decir algo, pero el sonido de la puerta a sus espaldas le hizo voltear lentamente.
Ahí estaba, el hombre mas sensual que había visto en toda su vida. Un cuerpo envidiable, ese cabello brillante, esos ojos azules y...ese delicioso olor a pino que emanaba le hacia temblar de nuevo.—Selina, te estuve buscando...— Dijo él sin dedicarse ni un segundo a mirar al acompañante de la chica gato. Esta, mas juguetona que nunca. Se levantó y se acercó a él luciendo sus atributos sin vergüenza alguna. —
—Oh, Bruce...¿Por qué debes tratarme tan fríamente? Ven, unete, el ambiente va a calentarse mucho aquí y...tal vez saques provecho de Jo-...— Arthur estaba deseando que el tal "Bruce" aceptara, pero él solo le entregó la ropa a la chica y masculló un simple "—No—" y la chica, tras bufar molesta, reprochándole muchas cosas que él no había logrado escuchar, se puso su ropa y salió moviendo sus caderas.
—Lo siento, amigo, será para la próxima.— Habló el de cabello obscuro hacia el de ojos verdes. Se veían con tanta atención que Arthur olvidó su estado actual. Y Bruce solo lo veía divertido. Grabando ese aroma en su mente.
Bruce sabia que podía tener a quien quisiera con solo pedirlo, y eso le molestaba, pues solo pensaba en ello como un estado vacío y lujurioso. Nunca había sentido algo por alguien de esa forma, ¿algo mas a la atracción? No. Para nada.
¿Pero qué? Estaba solo en esa habitación con un chico que desprendía olor a café, embriagando sus sentidos más claros, llenándolo de dudas y de pesares. "seguro fue por ver a Selina" pensó Bruce ignorando lo que había sucedido en su interior, y el vacío de su estómago se llenó rápidamente con esa idea.
Luego de suspirar abandonó la habitación, dejando a Arthur confundido, con un gran interés por delante.Se levantó del colchón con una nueva sensación en su pecho, algo vivo, algo que hace tanto tiempo pensaba estaba perdido. Pero solo estaba apagado, necesitaba esos ojos brillantes de color azul para nuevamente encender la llama de interés en él. Y al contrario de Bruce, quien prefería mentirse y con su propia mentira sacar sus conclusiones, este se ató a la idea del amor a primera vista. Olvidando que hace mucho tiempo aquello mismo pasó y que no terminó nada bien.
—Lo soporté y lo superé, ahora debo amar de nuevo.— se decía al salir del local pensando en ese hombre. Sin saber que aquello sería el inicio de una historia toxica y confusa por parte de un par de principiantes a héroes y villanos. Que como gato y ratón, caerían en trampas diferentes y caminarían sobre clavos ardientes por todas las decisiones tomadas desde ése momento en el que sus miradas se encontraron, y que caminarían en clavos ardientes por todas las decisiones erróneas...después de todo, la vida no es buena, menos para un hombre de mala suerte. La vida golpea fuerte, esa perra vida que llevaba desde joven siempre lo había golpeado... pero no parecía cansarse. ¿Le gustaba acaso tener espadas y arpones atrapados en el recto? Ouch.
La vida no es linda. Ni justa, ni mala. La vida solo es eso...Y hay que vivir lo que se pueda...¿no?
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T•O•X•I•C•I•T•Y - BatJokes Oneshots
Fiksi PenggemarArthur siempre fue un hombre de pocas palabras. El sarcasmo y el orgullo iban acompañados de su explosiva personalidad. Era de esos que amaba quedarse en las sombras y observar a la distancia. Joker era malvado, impulsivo y hablaba de más. Amaba ser...