3

18K 751 8
                                    

Mensajes

La noche que siguió a la noticia fue una de las mas tortuosas que me tocó vivir algún día, en mi cabeza no paraban de llegar imágenes de personas riéndose de mi patética existencia, sabía que eso sería lo que pasaría cuando pisara la entrada del colegio. Me sentía intimidada, todos debían pensar lo peor de mí. Prácticamente había quedado como la zorra que quería acostarse con cualquiera, cuando la realidad no era exactamente así. Después del vergonzoso rechazo de Mike Gordon había pensado seriamente en todo el tema de mi virginidad y mi estúpida idea de querer perderla para que el drama cibernético dejara de existir, y me di cuenta de que estaba bien con mi virginidad, no debía desperdiciarla o mas bien intentar acabar con ella solo por el hecho de que todo el instituto tenía una mente tan vacía y promiscua que no aceptaba que alguien no fuera un adicto al sexo a nuestra edad. Lamentablemente la suerte no estaba de mi lado muy seguido y la gran noticia había llegado para arruinar mi existencia, todo gracias a mi maravillosa primera opción. Ese chico era el ser mas despiadado y parecía no tener respeto por la intimidad de la gente, realmente me cuestionaba si él no tenía algo mas productivo que hacer.

Mi despertador sonó a la misma hora de siempre pero yo no había podido cerrar los ojos en toda la noche por lo tanto ya estaba despierta, me apresuré a apagar el insufrible aparato antes de lanzarlo por mi habitación en un acto repentino de violencia. No dormir bien me ponía de malas, y no dormir en absoluto me dejaba totalmente fuera de mis cabales. Me levanté de la cama con lentitud, mi ceño fruncido me acompañó cuando me puse de pie y me dirigí al baño, mi cuerpo se sentía adolorido y pesado. Y cuando estuve frente al espejo noté que me veía tan mal como me sentía, mis ojos ligeramente rojos, ojeras enormes y ni siquiera quiero hablar de mi cabello, tenía suerte si podía llegar a peinarlo en el año tres mil quinientos. Lanzando un largo suspiro me encogí de hombros y comencé a desvestirme para darme una ducha de agua bien fría, la iba a necesitar si quería mantenerme despierta durante el día.

...

—Ya, ya entraron todos a clase —Susurró Jane sosteniéndome por los hombros con un brazo, mientras con su mano libre bajaba mi cabeza que se encontraba cubierta por una gorra de baseball.

Me sentía como una celebridad intentando escapar de la presa.

—¡Voy a llegar tarde! —exclamé toscamente en voz baja, ni siquiera estaba segura de por qué estábamos susurrando.

—Claro que no, tocan el timbre cinco minutos antes para que los vagos que se quedan en los pasillos hablando puedan llegar a clase antes que el profesor —contestó ella antes de lanzar un resoplido burlón—, aunque a mi criterio deberían tocarlo unos veinte minutos antes como mínimo para... —antes de que siguiera divagando me las arreglé para dar un golpe en su frente con la esperanza de que volviera al punto inicial de la conversación, mientras intentaba zafarme de su agarre, lo cual estaba resultando bastante difícil ya que ella era mucho mas fuerte que yo, y eso que no estaba utilizando toda la fuerza que tenía— ...Me perdí —dijo atontada— ¿Por dónde iba?

—Nada, no ibas por nada —gruñí entre dientes—, vamos a clase ya pasó mucho tiempo y nuestro salón está al otro lado del edificio —teniendo a favor su momento de desconcierto me liberé de sus manos y comencé a correr por el pasillo rogando no cruzarme con ningún directivo y ser castigada o amonestada.

Al cabo de unos segundos sentí los pasos apresurados de mi rubia amiga detrás de mí, me la imaginaba con su rostro arrugado por haberse descuidado y dejado que me escapara de ella. Milagrosamente llegué a la puerta de mi correspondiente asignatura sin que ningún directivo me hubiera visto correr por los pasillos, dada mi gran suerte en ese último tiempo era sorprendentemente extraño que no lo hubieran hecho, aunque me daba un gran alivio aquello. Antes de entrar al salón retiré la gorra de mi cabeza y agité mi cabeza como si fuera un perro mojado intentando quitar el exceso de agua, para luego pasar una de mis manos en un intento bastante inútil de aplacarlo, no había podido dominarlo antes de salir de mi casa y después Jane me había puesto esa gorra que poco hacía para tapar el desastre, mi pelo debía verse mas terrible que antes.

La profesora de arte aún no llegaba pero eso no hizo que mi entrada fuera menos vergonzosa, todos los ojos del salón volaron hacia mí cuando di un paso dentro del aula y el silencio comenzó a reinar en el lugar, me apresuré a poner la gorra nuevamente en su lugar y oculté mi rostro usando mi cabello como una cortina protectora de miradas burlonas. Caminé hacia mi lugar correspondiente frente a mi gran lienzo en blanco sin atreverme a mirar siquiera a las demás personas que se hallaban en la clase. Al cabo de un minuto pude oír la voz de Jane amenazando a todos con que no me molestaran porque de otra forma recibirían un escarmiento por ello. Gracias a su fama de delincuente nadie se atrevía a desafiarla, sin contar a un chico llamado James Green que parecía tener una especie de tendencia suicida ya que siempre hacía enfadar a Jane, cada vez que tenía la oportunidad de verla.

En medio del griterío de mi amiga mi celular comenzó a vibrar dentro de mi bolsillo, lo saqué y observé la pantalla.

Nuevo mensaje: Número desconocido.

Y así como llegó ese primero, comenzaron a llegar otros diez o quince mas al mismo tiempo provocando que lance mi teléfono al suelo por la impresión.

¿Qué mierda?

La chica virgen (LCV Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora