1-. Tú.

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Bueno, aquí estamos otra vez, supongo que fue completamente inevitable llegar a esto. La verdad es que hubiera deseado que jamás tuviera que recurrir a algo así. Fuiste inevitable, como un tren en camino a su siguiente estación, o como la luz cálida del sol que se asienta sobre las montañas todas las mañanas. Tu efecto en mi fue devastador; llegaste destruyendo cada barrera que te interpuse antes de llegar a mi ya debilitado corazón; y aún así... Supiste entrar.

Claro, sé que esto no es bueno para mi, al contrario, me destruye tanto que desearía no tener que decir ni una maldita palabra, pero aunque lo niegue, las mereces. Tú, mi estúpida casualidad. Devuélveme mi energía, mi alegría, devuélveme toda la paz y la sintonía que yo tenía antes de que llegaras. Déjame ir, déjame dejarte ir, déjanos a los dos, porque nos estamos haciendo mucho daño.

Quién diría que yo estaría haciendo esto ahora. Sabes, pensé que ahora mismo gozaría de ese amor que me ofrecías, que disfrutaría de esa luz que me brindabas, que estaría viviendo con esa energía que tú me dabas... Qué idiota fui al creer en ti.

Y por increíble que parezca, estoy aquí, pensando como siempre en ti. En tu arrolladora personalidad y recordando esa sonrisa tan linda de la que yo me enamoré. Fui ciego, pero no completamente. No quise ver que tú me hacías esto, tan siquiera lo vi venir. No te niego que aún te amo, y como te amo, Dios... Es que no te haces ni una puta idea.

Iluso, iluso fui yo, creyendo que tú eras diferente, bueno, sí que lo eras, eras tan diferente que no me di cuenta del error que estaba cometiendo. No notaba que poco a poco me sumergía más y más en tu abismo. La verdad vino a mi tan fuerte como los ventarrones de un huracán. Destrozando cada sueño, cada promesa, cada palabra, cada acción. Destrozándome a mi, y eso no es ni siquiera lo peor.

Sentí cambiar, sentí crecer, sentí creer en ti, sentí muchas cosas y las sigo sintiendo... Ojalá pudiera dejar de sentir.

Me lo advirtieron, ellos me advirtieron de ti. De tu oscuridad disfrazada de luz, de tu maldad disfrazada de bondad, de tus demonios que parecían ángeles, de tu falsa inocencia... De todo eso ellos me advirtieron y aún con eso, yo, totalmente ajeno a mi, confié en ti. Un error, mi peor error.

Desde el primer momento en el que te vi, hasta el último, no entiendo cómo ni por qué, pero no dejas de estar, ni quieres salir de mi cabeza. Han llegado y se han ido tantas personas, y aún así, sigues ahí, firme. Estoy perdido en la oscuridad en la que tú misma me metiste. Quieres ayudarme, quieres intentarlo, quieres muchas cosas... Y eso sólo lo empeora todo.

De verdad eres tan increíble, que aunque trate de olvidarte, de odiarte, no puedo hacerlo. No me gusta odiar, pero a veces eres tan pura, tan inocente, que creo no conocerte en realidad. Tampoco logro entenderte, no logro entender esa parte de ti que aún demuestra que puedo seguir intentando. Quiero alejarte, ya no quiero verte más, pero aunque lo intente, ya no puedo dejar de amarte.

Tenía miles de dudas, y una por una las fuiste disolviendo. Tenía mil preguntas y a cada una de ellas les tenías una respuesta. Me perdía y me encontrabas. Sabías cómo sacarme de mi trance eterno de pensamientos sin sentido. Sabías como invadir mi privacidad, haciéndome sentir que sólo en ti podía encontrar mi lugar seguro. Maldita sea, soy un imbécil. 

Me haces tan fuerte, pero a la vez tan débil, que ya no me conozco. No sé quién soy, no sé en quién me convertiste. Eres la única capaz de derribarme, pero también eres la única capaz de levantarme. Por favor ven, ven y dame un último respiro, un último aliento, una señal de que ya eso fue todo... Porque, ¿Fue todo, no es así?

Sé que es malo. Sé que ya no debo seguirte insistiendo. Sé que ya te fuiste, que me dejaste, que me destruiste. Sé que ya acabaste con lo poco que quedaba de mi. Pero quiero que sepas algo. Quiero que sepas que aquí estaré, estaré esperando. Quizá el tiempo te haga cambiar de opinión y, con un poco de suerte, me devuelvas la vida que me quitaste...

Con cariño, Adam.

Tú y YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora