CAPÍTULO 1

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El frío viento de Ottawa me azota en la cara, pese estar a principios de septiembre. Cojo mis maletas y pago al taxista que me trajo del aeropuerto hasta la Universidad pública de la ciudad.

Me doy media vuelta y Guau, nunca pensé que una universidad fuera tan impresionante. Hay gente con maletas caminado, o más bien corriendo.Chicas con faldas hasta los tobillos y otras con mini-faldas que apenas les sirve como cinturón.

Hay chicos con cara de buenos, y luego están esos que los miran y te asesinan con los ojos.

Observadora, nunca cambias.

Después de hacer el examen visual me dispongo a dirigirme a la secretaría, donde una mujer con cara de lamer limones me mira y me dice:

-¿Nombre?

-Morgan, Nix Morgan.- Contesto con una sonrisa un tanto falsa.

La mujer extiende la mano y me entrega el mapa y las llaves de mi habitación.

Marca de anillo, pero sin este. En un matrimonio de unos diez años y en el divorció no se debió dar cuenta que el anillo deja marca.

Cojo las llaves y miro el mapa. Habitación 203 allá vamos.

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Literalmente veinte minutos más tarde encuentro la habitación. Abro la puerta y lo primero que veo son dos camas y en ellas un montón de ropa.

Genial, una compañera de habitación loca por la ropa.

-Eh, hola?- Cuestiono con la voz alzada para que se de cuenta de que estoy dentro.

La puerta del baño se abre y detrás de esta aparece una pelirroja con baja estatura y con una gran sonrisa en su pecoso rostro.

-¡Hola!- Prácticamente grita,- me llamo Bea.

-Nix.- Respondo secamente.

-Ay, dios te he asustado ¿verdad? - Pregunta esta,- Que tonta si que lo he hecho. Lo siento no era mi intención. - Se disculpa la pelirroja.

-Eh, bueno pues comenzando que hay un montón de ropa en mi cama que no se cual es, y prácticamente me has gritado,si, me he asustado.

-Está bien, lo siento, comencemos de nuevo.- Se disculpa de nuevo y me tiende la mano. - Bea.

Le entrego la mano y me vuelvo a presentar como Nix.

-Bien, creo que tu y yo seremos buenas amigas. - Dice con esa radiante sonrisa.- Si te parece tu cama puede ser la de la ventana.

Me señala la cama y, dios mío, me encanta.

-Genial, gracias.

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Las dos estuvimos hablando mientras ordenamos todo y la verdad es que me parece una buena amiga.

-Bien, creo que ya estoy.- Le digo mientras acomodo una foto enganchada dentro del armario, donde salimos mis tíos, mi padre y yo abrazados.

- Si, yo también,- Concuerda conmigo mi nueva amiga.- Oye, ¿tienes hambre? porque yo me muero.

En el instante que pienso en comida mi estómago gruñe y ella ríe.

- Creo que me tomaré eso como un si.- Dice señalando mi barriga.

Las dos nos dirigimos hacia el comedor mientras charlamos de cosas triviales.

Abro la puerta, y me encuentro a mucha gente hablando y riendo con sus amigos mientras comen.

Cogemos nuestra comida y por un momento pienso que se va a ir con sus amigos, pero no, se dirige a una mesa vacía y nos sentamos a comer. La miro con cara de confusión y ella lo entiende a la primera.

-También soy nueva, vengo de Phoenix.- Aclara.- Y tú, ¿de qué parte de este mundo vienes?

- Las Vegas.- Ella abre los ojos sorprendida.

-Y es verdad que-

No termina la frase ya que cuando las puertas se abren y aparecen cuatro figuras masculinas, todo el comedor mira y se calla.

Procedo a mi escáner ocular: A la derecha un rubio con ojos verdes, cuerpo musculoso bajo la chupa de cuero y sonrisa arrogante;

A su lado un moreno con gafas y detrás de estas unos ojos negros, lleva una camisa que le hace ver inocente, pero su sonrisa pícara te dice todo lo contrario;

Le sigue un pelirrojo con una camiseta manga corta donde se pueden ver todos los músculos marcados, y como los otros, lleva una sonrisa en la cual lo primero que ves es ese piercing en el labio.

Por último un pelinegro con los ojos tan grises que se relaciona con las cenizas. Lleva una camiseta blanca donde se le marcan los músculos y los tatuajes le salen por el cuello. A diferencia, este no tiene expresión ninguna.

Creo que ahora entiendo los suspiros de las chicas y algunos chicos.

Son preciosos, dios mio bendito.

Bea me saca del trance con un carraspeo.

En el camino he oído hablar de ellos, los alaban como unos dioses.- Me susurra esta.

Y me susurra porque los cuatro especímenes pasan por nuestro lado y se sientan en la mesa que hay a mis espaldas.

-Admito que son guapos, pero esa sonrisa de yo lo se todo le quita lo guapo.- Le digo sin susurrar.

En el momento que Bea posa los ojos detrás de mí me arrepiento porque sé que me han escuchado.

-Así que guapos, eh?- Me dicen en mis espaldas.

Los MedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora