CAPÍTULO 3

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He pasado los últimos días haciendo nada, como mucho veía alguna serie en Netflix, pero no más. Bea ha hecho lo mismo que yo. En definitiva solo salíamos para hacer pis y comer.

Hoy llega Selene por lo que con todas mis fuerzas salgo de la cama, me enfundo en unos jeans ajustados y una camiseta blanca que deja mi piercing del ombligo al descubierto. Me coloco mis botas, me ato una sudadera en la cintura por si refresca, cojo las llaves del coche y me despido.

-Bea, voy a ir al aeropuerto a buscar a mi mejor amiga.- Ella me mira desde la cama- Nos vemos luego.

-Chao. -Se despide sin salir de la cama.

Bajo las escaleras, cruzó la puerta y veo a gente haciéndose fotos besando mi coche.

Típico

Abro el coche desde la distancia y la gente se aparta por el susto. Me acerco, lo abro y un chico me coge por el codo.

-Oye, ¿te gustaría salir un día con ese coche preciosa?

-Lo siento, no me van los interesados .- Dicho esto entro, lo arranco y me largo como toda una diosa.

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El aeropuerto ahora mismo parece una lata de sardinas, hay gente por todos lados. Me paro delante de la salida esperando a que mi mejor amiga salga.

De repente veo una diosa de mi misma altura, pelo castaño y ojos verdes.

Selene.

No me da tiempo a saludar cuando ella ya está encima mío llenándome la cara de besos.

-Ay,ay,ay. Para ya bestia- Le digo dándome cuenta que la gente nos está mirando.

- Oye, hace una semana que no te veo. - Intenta explicarse.

- Yo también te eché de menos Lena.- Ahora soy yo quien le llena la cara de besos.

Las dos nos levantamos y nos miramos como si hiciera años que no nos veíamos.

-Anda vámonos de este sitio ya.- Las dos nos encaminamos hacia el coche.

Abro el pequeño maletero y la castaña mete sus mil maletas como puede.

-Muy bien, ¿a donde vamos con Laren?.- Me pregunta. Todavía no entiendo su obsesión con ponerle nombre a nuestros coches. Su Bugatti se llama Gari y mi moto Yamaha se llama Yame.

-¿Te apetece ir a una cafetería muy buena ?

- ¡Genial!- Grita- Tengo ganas de comenzar diseño.- Me suelta de la nada.

-Lo sé, me lo llevas diciendo tres años.- Le recuerdo.

Podríamos ser almas gemelas pero, yo no sé coser y ella te hace unos vestidos increíbles.

Al igual que ella no soporta la sangre, y yo espero un día poder ser una gran doctora.

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Media hora más tarde llegamos a la cafetería y no son pocas las miradas que se posan en el coche.

-¿Así es como no vamos a llamar la atención?- Pregunta irónica.

- Lo sé, supongo que no me he traído la moto porque a alguien le da miedo y no voy a decir quien eres.- Le digo con una sonrisa de oreja a oreja. Ella rueda los ojos y sale del coche.

-No es mi culpa que manejes la moto como si la carretera fuese tuya.- Reprocha.

-Y tu coche listilla?

-Me cargué el motor.- Auch.- Me lo traen dentro de unas semanas.

-Por lo que tendré que ser tu chofer particular.- Ruedo los ojos.

Entramos dentro y el café invade nuestras fosas nasales. Caminamos a la caja y Lena se pide un mocca, mientras que yo me pido un caramel machiatto.

Recogemos nuestras bebidas y ya en la mesa hablamos de lo que hemos hecho esta semana. En un momento ella deja su bebida y posa los ojos detrás de mí, la entrada.

Me doy la vuelta y automáticamente miro a Lena quien sigue embobada por el pelirrojo.

-Lena, Lena- La llamo- ¿Estás aquí o en el Olimpo?.

- Pero quiénes son estos papis, dios mío.- Dice sin dejar de mirarlos.

- Unos idiotas con aires de superioridad.- Bebo de mi café mirando a la pared.

Los MedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora