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Todo hubiera sido más que genial si no fuera porque Jeno perdía el razonamiento, la noción del tiempo, y del espacio cuando despertaba. Esa mañana al despertar solo frunció el ceño enojado porque estaba acostumbrado a hacerle todo un berrinche a Renjun antes de que se despertara, no fue hasta cinco minutos después que recordó que su novio estaba en la habitación de en frente durmiendo con su madre.

De todos modos estaba enojado, no le gustaba dormir sin Renjun, se sentía extraño y desagradable. Se puso de pie e hizo sus necesidades antes de salir de su habitación, el olor a algo extremadamente delicioso golpeando en su nariz de inmediato. Camino de inmediato a la cocina donde encontró a la mayor moviéndose de un lado a otro mientras cocinaba.

-Oh, buenos días, Jeno.-sonrió.

-Buenos días, Ahjumma.-susurró inclinándose.

Rápidamente cuando la mayor se giró miro a su alrededor en busca de su novio pero al instante sintió un fuerte dolor de cabeza, aunque no fue nada, estaba mas que acostumbrado a estos.

-¿Buscas a Renjun?-pregunto la mayor mirándolo.

-Ah...

No tuvo que responder la sencilla pregunta, pues tan solo segundos después la respuesta de donde estaba el mayor llegó de inmediato.

-Buenos días.-saludó en tono cantarín con una sonrisa.

Su cabello estaba húmedo y Jeno sabía que olía increíble. Quería abrazarlo, y besarlo. Renjun lo miro con una sonrisa mientras se sentaba en el desayunador.

-Buenos días, cariño.-sonrió la mayor comenzando a servir el desayuno.-Les hice un delicioso desayuno.

-No debiste mamá, deberías dejar que te consienta. Mañana no cocinarás, ¿si?

-No es nada, quiero cocinarles a ambos.

Jeno se sorprendió ante aquella frase mientras se sentaba.

-Ya lo hiciste ayer y hoy mamá, nos toca a nosotros, ¿no, Jeno?

El pelirrojo asintió rápidamente con una pequeña sonrisa.

-Por supuesto.-susurró.

-Es muy lindo de tu parte, Jeno.-dijo la mayor sonriendo.

-No es nada.-contestó de la misma forma sintiéndose estúpidamente nervioso.

Un rato después mientras la mayor terminaba de preparar los últimos huevos como había dicho, Jeno y Renjun se daban miraditas y sonrisitas, sintiéndose nuevamente como si estuvieran en sus primeros días de novios en la universidad, cuando aún no querían que nadie supiera de su relación.

-¿Qué es esto?

Ambos apartaron la mirada del otro y miraron a la mayor, la cual tenía dos tazas en sus manos. Pero no eran dos de las varias tazas del mismo diseño pero de diferentes colores que tenían, no.
Eran las dos tazas que ellos habían ocultado en los último del gabinete porque Renjun sabía lo curiosa que era su madre. Estas tazas eran lo más cursi que se podría ver en la vida y Renjun llevó su mano a su boca cuando vio a su madre entrecerrar los ojos para leer lo que decía.

Rápidamente se puso de pie cuando vio que Jeno casi entraba en crisis.

-Mamá.-le quito las tazas que tenían fotos de ellos con un horrible filtro de flores, cortesía de Donghyuck en su primer aniversario.-Es... Un chiste de...-miro a Jeno por ayuda y este se puso de pie quitándole las tazas de su mano.

-Es solo un regalo de un amigo, no es nada.-soltó una risa.

La mayor los miro pero rápidamente se encogió de hombros.

mamma know's [noren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora