Entre chicas

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"No hay nada más lindo y gratificante que la amistad que se brinda sin esperar nada a cambio."

Capítulo 5: Entre chicas

Cerró lentamente sus ojos rojizos, seducida por la sensación que le producían los labios del chico posados sobre los suyos. Sus manos, sujetando su cintura, la apegaban cada vez más a su cuerpo y por un momento todo aquello que estaba sintiendo, le había hecho perder la noción de lo que estaba pasando, hasta que de pronto -y de forma abrupta- recordó toda la situación y entonces, con toda su fuerza, apartó a Suigetsu de ella con un empujón.

—¡¿Qué crees que haces, infeliz?! —le reclamó, limpiándose los labios como si hubiera probado algo podrido. Estaba tan enojada que el fuego se veía vivo en su mirada, no podía creer que había besado a la lagartija de Suigetsu.

Por su parte, Suigetsu frunció el ceño al ver la expresión de enojo que ella tenía tras su beso, no pensaba que hubiera sido algo tan malo como para que se limpiara de esa manera.

—¿Qué? No pensarás que te besé porque me gustas o algo así, lo hice simplemente porque no te callabas —dijo con burla, alzando la mirada para ver a la chica sobre el hombro, como si fuera algo insignificante. Debía reconocer que su orgullo había sido herido, pues, aunque aquel beso realmente le había gustado, cuando se dio cuenta de que a ella no, tuvo que decir lo primero que se le vino a le cabeza para salir airoso de la situación y no ser humillado de esa manera.

—¡Eres un imbécil! ¡No te vuelvas a acercar a mí en toda tu miserable vida! —exclamó Karin, corriendo lejos de ahí apenas terminó de hablar. Se sentía tan estúpida, él sólo la había besado para hacerla callar, eso era lo peor que un chico podía decirle a una chica luego de besarla. ¡Sentía tantos deseos de matarlo!

Por otra parte, Suigetsu pateó con rabia el suelo, para luego arrojar una piedra al lago, se sentía como un imbécil, pero ahora estaba aún más intrigado que antes sobre la hidrofobia de Karin. ¿Qué habría querido decir con eso de que no la lanzaran al agua?

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La noche había llegado y todas las chicas invitadas a aquella pijamada estaban llegando a casa de Hinata, de hecho, la única faltante era Karin, quien había llamado avisando que estaría un poco tarde, porque había tenido unas cosas que hacer en su casa.

—B-bienvenidas a todas —les dijo Hinata con una amable sonrisa en sus labios. Se veía tan contenta desde que había tenido aquella cita con Naruto, además, tenía algo muy bien oculto de todas sus amigas, un secreto que hoy pensaba revelar.

—¡Hinata! —exclamó Tenten abrazándola, la novia de su primo Neji y una de las mejores amigas de Hinata, se conocían desde que eran niñas y ya en ese entonces, la joven castaña desfallecía de amor por el genio Hyûga. Había sido una gran lucha por conseguir el amor de ese despistado cubito de hielo—. Qué gusto verte, Hina.

—Sí, Tenten-chan —rio la ojiperla, quien se dedicó a saludar a todas las demás chicas.

Cuando Karin llegó, la noche que prometía ser sólo para ellas comenzó con todo. Las ocho chicas se sentaron en un círculo, sobre la alfombra del gran cuarto de Hinata. Todas traían puesto su pijama, algunos como el de Temari, Sakura e Ino eran bastante atrevidos, otros como el de Hinata y Matsuri eran mucho más recatados y, por otro lado, el de Karin era de lo más sencillo, al igual que el de Tenten y Sari.

—Trae las palomitas de maíz, que después de hacer un par de juegos veremos una película —le dijo Ino a Sakura, pero en lugar de que la peli rosa respondiera, fue Karin quien se puso de pie.

—Yo voy —dijo sonriendo—. Están en la cocina, ¿verdad?

Hinata asintió con la cabeza, viendo como la pelirroja partía a hacer su tarea.

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