El secreto de Karin

521 55 47
                                    


"Existen ocasiones en las cuales confiar un secreto a la persona menos confiable, es la mejor opción."

Capítulo 7: El secreto de Karin

Apenas habían pasado un par de días desde que ella le había hecho aquella extraña petición, desde entonces, Suigetsu y Karin se reunían por las tardes en la piscina de la escuela, cuando ya todos se habían ido a sus casas. Él tenía permiso para practicar, debido al torneo que se avecinaba, ella, obviamente no, por lo mismo, nadie sabía de sus "encuentros" secretos.

—¿Hasta cuándo debo decirte que si no entras a la piscina no vas a poder nadar? —le cuestionó el albino, frunciendo el ceño al ver como Karin sólo se mojaba los pies y luego se alejaba asustada. Llevaba días sólo haciendo eso, aunque al principio, ni siquiera los pies era capaz de meter.

—Maldita lagartija, dame tiempo. ¡Esto es difícil! —se quejó ella, acomodándose los anteojos.

Suigetsu suspiró.

—Ven aquí —dijo fastidiado, tomando a la chica por la muñeca para jalarla hacia otro lugar, mientras ella se quejaba. El albino la llevó hasta la fuente del patio de la escuela, era un adorno muy preciado, parte fundamental de su arquitectura. La fuente era enorme, con agua limpia y clara saliendo desde la estatua de sirena que se coronaba al centro, pero no era nada honda, no le llegaba ni a las rodillas a una persona de tamaño normal.

Karin arqueó una ceja cuando ambos se detuvieron ahí.

—¿Qué hacemos aquí? —quiso saber, pero no escuchó una respuesta, Suigetsu simplemente la cogió entre sus brazos y se metió a la fuente con ella, soltándola dentro, como quien tira la basura—. ¡Ah, estúpido! —exclamó enojada.

El agua cubría su cuerpo, pero era baja, sentada, sólo le llegaba hasta la cintura. Por un momento se sintió incómoda, pero a los pocos segundos, se dio cuenta de que no pasaba nada, el agua estaba fría, pero no le provocaba ningún mal.

—Debes acostumbrarte a estar dentro del agua, si quieres nadar, no puedes tenerle miedo —Suigetsu se acuclilló frente a ella, el agua también comenzaba a cubrir su cuerpo—. No te pasará nada, Karin. Tan sólo tienes que tener presente que tú eres quién controla tu cuerpo, debes serenarte y pensar que el agua es un medio en el cual puedes moverte, igual que el aire.

El chico le retiró los anteojos a la muchacha que seguía sentada dentro de la fuente, los dejó a un costado y luego volvió a pararse frente a ella, sonriéndole.

—¿Ves como no pasa nada?

Karin se sonrojó graciosamente, mientras se abrazaba a sus rodillas. Era cierto, no pasaba nada, pero seguía asustada. Una cosa era la fuente de la escuela, la piscina era algo mucho peor.

—Realmente no sé... —ella escondió el rostro entre sus piernas. Tenía el cabello mojado debido al chapuzón que le había dado el "entrenador" y su cuerpo todavía parecía que temblaba un poco.

—¿Quieres decirme qué sucedió? —preguntó él, sentándose a su lado.

La verdad, es que era sumamente extraño el hecho de poder hablar con Karin durante más de cinco minutos sin recibir algún insulto por parte de ella, esta era una de las pocas veces en las cuáles la había visto siendo frágil y debía admitir que le gustaba. No es que le desagradara la Karin fuerte, sino que, en momentos así, sentía el impulso de querer cuidarla, de protegerla, porque normalmente ella podía cuidarse sola.

—Fue cuando tenía seis —ella le comentó, sin salir de su posición—. En casa teníamos una piscina, me caí porque estaba jugando con mi perro. Sólo fueron unos segundos, pero le tomé un poco de reticencia a las piscinas. En poco tiempo se me olvidó, pero cuando tenía diez...

HidrofobiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora