Ari había dejado atrás a su compañero Antonio porque había visto unas sombras desaparecer por el lado contrario al que ellos iban a buscar, pensando que era mejor que ella se encargara de esas personas, y que el otro muchacho buscara a otros en la otra zona.
Sin avisar, quizás, un poco idiota de su parte, pero no es como si el chico no se fuera a dar cuenta, en ese caso, tampoco había ido a buscarla, así que probablemente sus pensamientos no serían tan diferentes.
Las sombras dirigieron a la chica a una zona repleta de productos comestibles, la zona de supermercados, donde definitivamente irían de nuevo si se quedaban atrapados durante más tiempo en el centro comercial.
Paseando por la zona y sin tiempo para mirar la comida, aunque tuviera hambre, siguió los sonidos de los pasos que ahora tenía más cerca. Estaba claro que su objetivo era más de una persona, pero no sabía si más de dos, así que su única opción era pensar que iba detrás de una pareja.
Sin miedo, a pesar de la poca luz que había por allí -la luz del edificio se había ido, y estaba anocheciendo para que la luz natural que se colaba por las ventanas iluminara de forma decente-, siguió adelante, llevaría a esas dos personas a la entrada con los demás de cualquier manera.
El instinto de Ari le decía que, cualquiera a quién estuviera persiguiendo, no iba a ser peligroso, quizás por eso siguió sin temer lo que fuera a encontrar, lo que no esperaba era que el chico que acababa de ver tuviera un aspecto tan inocente y que pusiera las manos en alto, como si la chica se tratara de una caza recompensas que iba en busca de su cabeza.
- Eh, oye -habló calmada Ari, acercándose a él.- Perdón por empezar a perseguirte de esa manera -se disculpó.- Tienes que venir conmigo a la entrada, allí está todo el mundo.
- ¡Atrás!
Una voz y un golpe que la sorprendieron desde su espalda, hicieron que perdiera el equilibrio y cayera de rodillas delante del chico que ahora la cogía de las muñecas y la arrastraba hasta la pared donde él estaba apoyado, para acorralarla y que así no pudiera huir.
- ¿Qué quieres de nosotros? -dijo el que la había golpeado, aparentemente con un bate de béisbol que aún conservaba la etiqueta de la tienda de donde lo había sacado, el muchacho parecía mayor que su compañero, tenía el pelo rojo.
- Sinceramente... -dijo Ari, aún sentada y apoyada en el suelo, adolorida del golpe que había recibido en la espalda.- Ahora mismo, pegaros, pero ya os he dicho la verdad -explicó.- En la entrada están todas las personas que se quedaron en el centro comercial.
- ¿Quién eres? -dijo el otro, que no tenía ningún arma, solo los brazos cruzados, intentando tener aspecto amenazante.- ¿Qué estás pasando?
- Vamos a ver, ya os he dicho que tenemos que ir a la entrada -Ari hablaba desesperada.- Me llamo Ari, y tampoco se lo que pasa, solo que debemos estar todos juntos.
Tras unos segundos mirándose, ambos chicos se relajaron un poco y dejaron espacio a la muchacha para que pudiera levantarse, pero aún conservaban una mueca de duda en el rostro, como si no acabaran de confiar en ella del todo.
- Yo soy Kevin -dijo el chico que llevaba el bate.- Y este es mi compañero Eric, pensábamos que eras una fan loca.
- No os ofendáis, chicos -Ari ya se había levantado y ahora se dirigían todos a la entrada del centro comercial.- Pero no tengo ni idea de quienes sois vosotros, lo único que tenía que hacer era buscar personas por el edificio para reunirnos todos.
Los chicos la miraron, esta vez no amenazantes, sino confusos, ¿no les conocía? No era tan raro, pero les había perseguido de una forma extrema y no era la primera vez que se encontraban de cara con ese tipo de fans, y como tampoco sabían lo que estaba pasando más allá de donde se encontraban, no habían pensado otras opciones.
- En ese caso... -habló Eric.- Somos integrantes del grupo 'The boyz' -se presentó, haciendo una reverencia típica coreana.
- ¿Así tratáis a los fans? -preguntó Ari, ignorando la mini presentación.- ¿A batazos?
-No, desde luego que no -dijo Kevin.- Pero estábamos solos y asustados, y no es la primera vez que nos toca sufrir los ataques de una sasaeng, nuestro manager no aparece y nuestro instinto fue defendernos de cualquier forma -explicó rápidamente.- Discúlpame, estamos nerviosos, los acosadores se las apañan para volar en el mismo avión que nosotros, encontrar nuestras casas y saber todo nuestro horario...
- No pasa nada -tras sus palabras, Ari vio como el pelirrojo bajaba el bate para dejarlo en el suelo y seguir caminando.- Oye, oye, llévate el bate, nos puede servir si pasa algo malo, y no golpeas mal.
Al llegar a la entrada, Ari divisó a sus amigas Yasmin y Tamara, también vio a Antonio, que era quién la acompañaba originalmente, y las chicas que habían bloqueado la entrada al comienzo del caos. A su lado vio a una chica inconsciente tumbada en el suelo, la chica del ataque de ansiedad había mejorado, y cerca de Antonio se encontraba... Jackson Wang.
- ¡Jackson Wang!
A diferencia de lo que uno se podría imaginar, el grito no provenía de la chica, sino de Kevin, que se aproximó velozmente al idol junto a su compañero, eso sí, sin soltar el bate.
- Jackson -le nombró de nuevo el pelirrojo.- Que alegría no ser los únicos idols del edificio.
El asiático les reconoció y les ofreció sentarse a su lado, ahora explicándoles en coreano todo lo que Ari ya les había dicho, creyendo por fin -más o menos-, lo que estaba pasando, no sin antes saludar a la chica que les había traído.
Ahora la entrada parecía el lugar de reuniones de un grupo amigos, un grupo de amigos que no se conocían, en este caso.
Andrea, Inés, Ari, Yasmin, Antonio y las dos Tamaras, una de ellas inconsciente, eran las personas que, junto a los idols Jackson, Kevin y Eric, formaban ese grupo tan peculiar.
Solo faltaban David y Andrés, que seguían en busca de su prima.