「⸙͎CAPÍTULO I」

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 CERRÓ SUS ojos con frustración mientras sentía su mano temblar, dudosa, sobre el teclado. Ese día escribir le parecía más una especie de tortura que un gusto. Aunque, si es totalmente honesto, nunca había escrito por gusto; sólo lo hacía porque era fácil. Usualmente, sus manos bailaban por el teclado como si siguieran un ritmo único, constante. Recibía muchos elogios por simples palabras sobre papel.

Pero no siempre eran halagos lo que recibía.

 Movió con cuidado su computador; si, estaba enojado, pero no era como tuviera que expresar sus sentimientos destrozando sus cosas. Era conocido, pero no millonario. Tomó el períodico de ese día y lo leyó de nuevo, repitiendo lo que había hecho en toda la mañana. 

"El Sr. Hitoshi es un gran escritor, eso es bien sabido. Sin embargo, también se sabe que sus historias y poemas carecen de un verdadero sentimiento. Son frívolas y sosas. Carecen de viveza y eso las hace insípidas. Personalmente, creo que lo que lo hace famoso es su manejo de la lírica, que compensa su falta de emoción. Así mismo, considero que al Sr. Hitoshi le falta mucho para llegar a ser un verdadero escritor y poeta."

 Una vez más sintió cómo la ira y la vergüenza lo invadían. No sabía qué lo enfurecía más: lo que estaba escrito, o que estuviera teniendo en cuenta la opinión de Himiko Toga. Esa mujer era una víbora. Tenía una columna de chismes en el períodico, conseguida por su amistad con el editor; Shigaraki Tomura. Usualmente ella se dedicaba únicamente a su pequeña sección, pero por alguna razón ahora le habían el derecho de tomar una página completa para criticarlo a él. Todos los que trabajaban en ese perídico en específico eran dignos del título de Villanos, así, con la letra capital. Eran únicamente prensa amarillista, se dedicaban a publicar escándalos y poner titulares exagerados para conseguir lectores.

 La pregunta de Hitoshi era, en realidad, ¿Por qué, teniendo tantos famosos de los cuales extraer información jugosa, exprimiéndoles hasta dejarlos secos, lo habían elegido a él? Volvió a poner su vista en el titular. "Hitoshi Shinso: ¿Gran Escritor o Excelente Manipulador?". Además del párrafo que criticaba su trabajo, habían muchas otras cosas sin sentido. "Los rumores dicen..." ¿Rumores? Él nunca había oído rumores, pero ahora estaba seguro de que los habrían.

 Estaba tan metido en sus pensamientos que no notó que estaba mordiendo sus dedos hasta que sonó su celular. No se sorprendió. Desde muy pequeño tenía lo mala costumbre de morderse la piel que envuelve las uñas cuando se sentía ansioso o frustrado. No sabía cuándo se había graduado de morder lápices y empezó a morderse los dedos. 

 Miró su celular; era su... amiga, Ochako Uraraka, quien lo estaba llamando. La mandó al buzón de voz. Ya sabía de qué hablarían, lo más probable es que la morena ya hubiera leído ese estúpido artículo. Ochako usualmente se enteraba de todo antes que él; de hecho, estaba un poco sorprendido de que hubiera tardado tanto en llamar.

 Volvió a mirar el artículo. Tenía que admitir que era llamativo, y no solo por el título. Había una foto muy buena de él. Le sorprendió un poco verla porque, generalmente, los fotógrafos esperaban a que él sonriera para "capturarlo", pero ahí él aparecía con su típica expresión seria. Simplemente estaba hablando, probablemente en alguna convención (Había tenido muchas, no estaba seguro de cuál era esa) sin mirar a la cámara. Todo en la imagen se veía natural. Y le gustaba eso, aunque odiara admitirlo.

 Su teléfono sonó una vez más, sólo que esta vez era un texto. Y luego sonó otra vez. Y otra. Y otra. No había que ser un genio para saber que era de Uraraka. Resignado, escribió un mensaje rápido diciéndole que se vieran cerca a su casa para poder hablar. Al parecer, la castaña quedó satisfecha con eso porque el silencio volvió a reinar en el departamento.

Suspiró y decidió que tenía que ponerse una ropa decente para que la castaña no le amenzara por haber salido con una sudadera.

 Mientras Hitoshi se arregrabla, cierto chico peliverde miraba con remordimiento la misma publicación que al escritor le había causado rabia

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 Mientras Hitoshi se arregrabla, cierto chico peliverde miraba con remordimiento la misma publicación que al escritor le había causado rabia. Pero, claro, él no sabía eso; sólo sabía que había ayudado a calumniar a alguien famoso y eso la atormentaba. Cada vez que veía su foto en ese artículo sentía ganas de vómitar.

 Casi nunca vendía su trabajo, pero en ese momento había necesitado el dinero, aunque no era demasiado. En esos momentos era cuando se preguntaba el por qué rayos había elegido hacer una especialización en fotografía. Porque sí, haber elegido eso le salió caro. 

 Intentó no darle mucha importancia al hecho de que había hecho algo malo con lo que consideraba un arte y no una forma de beneficiarse de problemas ajenos. 

 Tal vez lo peor de esa situación era que había perjudicado a alguien que admiraba. Midoriya tenía todos y cada uno de los libros del Sr. Hitoshi porque le encantaba la fluidez de las palabras. Aunque... había algo en lo que estaba de acuerdo con esa tal Himiko: era algo frío. Le faltaba chispa, ganas. Parecía que lo que escribía lo hacia por dinero y ya. Era en lo único que concordaba. Lo otro sólo eran rumores malintencinados. 

Suspiró, recordando.

 Él había pensado un tiempo en estudiar algo relacionado con literatura, pero nunca tuvo un gran talento con las palabras. Siempre se enredaba y perdía el punto. A pesar de rendirse en ese sueño nunca dejó de desear contar historias. Por eso se fue por el Diseño Gráfico. Tal vez no era bueno escribiendo, pero su creatividad no tenía límites y esa era una muy buena manera de usarla. Podía contar una historia con un dibujo o una foto. Además, ¿No que una imagen dice más que mil palabras?
 A diferencia de la escritura, todo lo que tenía que ver con imágenes le salía de forma natural.

 Lo único malo de haber elegido lo que le gustaba es que se iba a morir de hambre por eso. No le alcanzaba ni para pagar la renta porque tenía que comprar constantemente tarjetas de memoria, baterías, lentes, etc.

 Decidió que no era momento de pensar en eso y tomó su mochila dispuesto a distraerse de pensamientos negativos. La vida es una y hay que vivirla.

 Revisó que tuviera todos sus accesorios consigo: su trípode, sus filtros, una batería extra y, por supuesto su cámara. Tenía que admitir que la máquina fotográfica era lo más importante en su vida. Solía decir "Mi cámara es como mi pareja. Tengo que cuidarla, arreglarla y gastar todo mi dinero en ella si quiero una vida tránquila." Vale, que no era la metáfora más amigable, pero sí la más honesta.

 Rió por sus propios pensamientos, olvidando lo que lo estaba preocupando. No era alguien insensible o negligente, simplemente hacía lo mejor por no estresarse porque le parecía que ya había tenido bastante angustia en su vida.

 Salió a la calle dispuesto a capturar momentos mágicos. Mejor dicho, cualquier cosa.
Porque cada segundo es magia.



𝙇𝙄́𝙉𝙀𝘼 𝙄𝙉𝙐́𝙏𝙄𝙇 | shindekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora