「⸙͎CAPÍTULO IV」

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   LLEVABAN UN buen rato caminando. Por más que Hitoshi tratara, no lograba hacer que Ochako olvidara lo de Toga. Ella podía ser un poco distraída con sus cosas, pero cuando era de ayudar a los demás no había poder en el mundo que pudiera impedirlo. De hecho, lo máximo que Hitoshi había logrado era convencerla de que el homicidio doloso no era una solución.

— En fin, Hito. Creo que deberías hacer algo. No sé ¿Tal vez Shota pueda ayudarte...? — Uraraka hablaba cuidado. No quería fastidiarlo, y tampoco quería entrometerse; sólo decía lo que consideraba podía ser mejor para su amigo.

 Shinso la miró ceñudo — Tú sabes que hace años no hablo con él, ¿Y por qué necesitaría a un abogado por una columna de chismes? Es intentar matar una abeja con un hacha —.

 — Pero puede escalar, e incluso causar polémica. Recuerda; no sólo los políticos y empresarios son figuras públicas. No tienes que demandar a alguien ahora mismo, sólo estar preparado por si tienes que tomar medidas legales... claro que si no quieres pues no — Añadió  rápidamente al ver los ojos amenazantes del pelimorado.

 — Va, ya que sabes tanto de figuras públicas, déjame explicarte algo — Shinso detuvo su caminar y se inclinó para mirar a Uraraka a los ojos — Una de las cosas que aprendí de tener como padre adoptivo a un abogado: "Explicación no pedida, acusación manifiesta" — Enderezó su postura e hizo un ademán elegante con sus manos — Si un períodico pública un escándalo sobre un político, ¿Cuál es la manera más inteligente de enfrentarlo? — Uraraka se encongió de hombros, incómoda. Detestaba cuando Shinso se ponía de aquella forma, mostrándo falsa confianza y burlándose — La manera adecuada es no hacer nada. Dejar el comentario pasar, seguir con tu vida, restarle importancia. Si no hiciste nada malo, ¿Para qué salir a excusarte? —.

 Cuando Shinso terminó de hablar, siguió con su camino. Uraraka sabía que la conversación se había terminado. Tendría que volver a intentarlo otro día. Así era Shinso, como una máquina de Arcade; si no funcionaba o se enojaba, automáticamente aparecía el letrerito "Game Over, insert coin". Y a ella ya se le habían acabado las monedas. Intentaría de nuevo, con suerte conseguiría algo.

 Se dió vuelta y empezó a caminar. Aunque quería enojarse con él, no podía. Tampoco podía culparlo. Era su forma de protegerse, de evadir. Cuando se saca un tema que lo hiere o lo incómoda, huye. Huir. Eso hacía.

Huir.

 Luego de ser abandonado cruelmente por sus amigos en un café, Izuku decidió que iba a aprovechar el tiempo libre que tenía por desempleado

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 Luego de ser abandonado cruelmente por sus amigos en un café, Izuku decidió que iba a aprovechar el tiempo libre que tenía por desempleado. Bueno, no totalmente desempleado. A veces lo contrataban para tomar fotos en eventos, pero no era realmente importante. Lo que él quería hacer era fotografía artística, mostrar sus trabajos en una galería. Pero no él no era conocido. Y no tenía dinero.

 Por favor, ¿Cómo podría alquilar una galería medianamente decente si a duras penas conseguía lo suficiente para pagar su apartaestudio?

 Estaba metido en sus pensamientos, dejando que sus pies lo llevaran a donde quisieran. Así que, cuando levantó la mirada, no pensó encontrarse cara a cara con el lago de un parque. Era precioso. Los colores del cielo se reflejaban intensamente con el agua y algunos gansos caminaban a los bordes.

 Midoriya iba a aprovechar la casualidad y tomaría unas fotos, nada más. Luego se iría de nuevo a su 'hogar'.

 Se acercó un poco más al lago y tomó asiento en el pasto verde y humedo. Respiró profundamente antes de sacar la cámara, disfrutando de la tranquilidad. Era mágico. Encontrar naturaleza casi en el medio de la ciudad, ver los edificios detrás de los imponentes árboles. Y nadie le estaba jodiendo la vida, por supuesto. Los peatones estaban muy ocupados en sus propios asuntos para percatarse de un adulto joven sentado bastante cerca del agua.

 Tomó varias fotografías. Jugó con los ángulos, la luz, e incluso con los filtros. Fue una tarde bastante tránquila hasta que sonó su teléfono. O por lo menos hasta que escuchó el mensaje de voz de Himiko Toga citándolo para hablar del dinero, y de cuándo le daría otras fotos.

 O por lo menos hasta que escuchó el mensaje de voz de Himiko Toga citándolo para hablar del dinero, y de cuándo le daría otras fotos

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 Toda la charla con Uraraka le había dado sed. Y hambre. Mucha hambre. Así que cuando estuvo de vuelta en su departamento pidió un buen arroz chino.

 Estaba agotado y con rabia. No le gustaba que sacaran de la nada a su padrastro y con una excusa tan barata. Ya estaba lo suficientemente fastidiado con el artículo, y ahora Uraraka le metía otro viejo problema en la cabeza. Por supuesto, ella no lo había hecho con mala intención. Ella siempre quería ayudarlo, y en parte, tal vez, ese era el problema.

 Uraraka no decía lo que Shinso quería escuchar. Y Shinso no entendía que eso es lo que hacen los amigos; te dicen la verdad, aunque duela. Y te dicen cosas que tal vez no te gusten, pero que te ayudan. Shinso eso no lo sabía. Aún estaba demasiado enojado para saberlo y entenderlo. Sólo pensaba en cuánto se arrepentía de haberle contado a Uraraka sobre su padre adoptivo.

 Shota. Shota Aizawa. Hace muchos años no veía a quien en un pasado fue su adoración. Parte de su familia adoptiva, y ahora la única.

 Si había algo que a Shinso le molestara era el pasado. No quería oír de él, no quería recordarlo y mucho menos enfrentarlo. Era una herida que no cicatrizaba. 

 Huía de su pasado así como huyó cuando se fue de la ciudad donde se crió porque no soportaba el dolor, porque cada vez que debía volver a su casa anhelaba un hogar que ya no estaba ahí. 

 Y cómo dolía. Cómo dolía extrañar algo que no volvería.

 Y lo que más le dolía es que aún lo hacía, aún extrañaba.

 Sonó el timbre y se paró de la cama limpiándose una lágrima que había dejado escapar, fruto de sus pensamientos. Pagó la comida y se sentó en el comedor esperándo que ese arroz le llenara ese molesto vacío que le había quedado grabado en el pecho.

𝙇𝙄́𝙉𝙀𝘼 𝙄𝙉𝙐́𝙏𝙄𝙇 | shindekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora