Capítulo 1| El Invernadero

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—¡Míralas madre! —tras el grito del nene, la mujer mayor que se encontraba ahí levantó la vista del libro que leía, concentrándose en el menor luego de un par de segundos.—¡Las luces me siguen.!

La reina río acariciando la mejilla del pequeño azabache cuando esté por fin estuvo entre sus brazos, mirándole con toda la adoración que podía ofrecer.—Cariño, no son luces, te lo he dicho tantas veces ya.

—¡Pero brillan como la luz.!—justificó el más joven con sus orbes de un verde brillante llenas de inocencia y vida.

—Yo conozco una persona que brilla más que ellas.—afirmó.—Es tan preciosa para mí y es sólo mía.

—Oh, ¿Es así.?—le cuestionó el de ojos imperiales con intriga además.

Umh.—nuevamente asintió a este, tomándole entre los brazos y posando el pequeño y delicado cuerpo de este sobre su regazo, apretándolo así misma casi con posesión.—Su nombre es Tanaka y es mi pequeño príncipe.—La reina comenzó a juguetear con la parte baja de los omóplatos de su hijo causando cosquillas y así además risas al heredero real quien intentando salir del agarre de la mayor sólo terminó por hacer que está lo sostuviera con más fuerza.

"Él es mío y de nadie más"

Tanaka no miro como los ojos de la mayor se colorearon de un tono oscuro, no desde su posición. Mucho menos miró la locura encarnada en los rasgos de su madre.

—Mami, estás apretando fuerte.—susurró levemente el niño, quejándose cuando su cuerpo comenzó a sufrir por la inherente necesidad de su madre por poseerlo.—Mamá me duele.

—¿Es así, cariño.?—Preguntó, por fin afianzando su agarre sobre el menudo cuerpo del de menor edad pero no dejándole escapar e ir tras sus amigas brillantes que desde hace tiempo se habían ido al sentir el ambiente hostil.—Quedate conmigo Tanaka, con tu madre.

—Pero Mami yo quiero bus-.

—Mi pequeño príncipe.—La reina acurrucó el cuerpo de su adorado hijo, ignorando todo lo demás a su al rededor, la presencia del jovencito era embriagadora.—Eres mío.

(...)

—Mi pequeño príncipe.—Las esmeraldas imperiales brillaron una vez más.—Eres una mentirosa.

Ni siquiera la luciérnaga que inocentemente se veía atraída por aquel brillo verde pudo salvarse del destello brillante que calcinó todo lo que se encontraba dentro del invernadero junto al principe de bellos y oscuros ojos.

tanaka sakamaki -bnha Donde viven las historias. Descúbrelo ahora