Capítulo 2| Príncipe verde

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En ocasiones Tanaka podía darse cuenta de lo podrido que estaba el mundo con sólo mirar de reojo una situación, no tenía que indagar si no quería ya que simplemente su propia analogía trabajaba por si misma y le daba la respuesta aún sin pregunta. Podría llamarse don o inteligencia pero para él era sólo un contratiempo, le ayudaba, claro, pero ¿a qué coste?

-Principe, por una razón sabe quién ha llegado al territorio ¿no es así?-Tanaka ladeó la cabeza cerrando también los ojos en el proceso y dejando caer la punta de su barbilla en la palma abierta de su mano derecha asintió levemente.- ¿Que deberíamos hacer, amo?

-Tráelo ante mi.-Ordenó con un frívolo tono de voz.-Creo estar seguro de la razón por la que se encuentra aquí.

Claude, el mayordomo real, le miró cuestionando silenciosamente las palabras salidas de su autoritaria boca. Luego, tomando la palabra nuevamente le preguntó.-¿Es algo malo?

Tanaka tarareo-Quizá.

Asumiendo aquello como un punto de cierre el mayordomo supo que era hora de salir e ir por aquel intruso que osaba perturbar la continúa paz en la torre imperial. Si Karlheinz regresaba luego de años de su partida, definitivamente no traía nada bueno entre manos.

Después de todo aquel vampiro pura sangre es su nada más y nada menos que su padre.

(...)

Las orbes verdes del principe se enfrentaban contra orbes rojas del rey en una guerra de miradas. Depredador natural versus depredador entrenado, algo tenebroso de ver a decir verdad, sin embargo, con todos sus años de experiencia por detrás Claude puede admirar que aunque ambos masculinos portan semblantes intimidantes -así sea sólo un cachorro resentido contra su padre- es lo menos perverso que en un siglo a logrado presenciar de en cuanto Karlheinz se habla.

-Probablemente mi hijo está muy feliz de verme.-Fue el vampiro puro quien rompió aquel silencio.

-Dime a que has venido.-Con un tono inusualmente mordaz en menor murmuró. A pesar de que Tanaka mantenía una posición cómoda y casi indiferente ante su progenitor no se podía decir lo mismo de sus preciosas joyas imperiales -ojos apodados por la realeza noble- las cuales brillaban casi entre llamas verdes.-No eres bienvenido aquí.

Karlheinz colocó una mano en su pecho mientras una sonrisa sádica se revelaba, bastante encantado con todo lo que sucedía al parecer.-Vaya, has crecido bastante.

-Fuera.

-No me iré.-tarareó cruzándose de brazos-Hace bastante tiempo que no veía a mi pequeño príncipe.

Tanaka cerró en puños sus manos, el vampiro sabía lo que hacía, como le afectaba, ambos estaban directamente conectados por sangre.-Yo no quiero verte.

-No me importa—Dijo el albino desviando la mirada hasta llegar al collar de cuello que colgaba fielmente del pálido cuello de su hijo— Sabes a lo que he venido hijo.

—No estoy interesado en tener ese sucio trono tuyo.—Escupió con desdén—Fuera de mi propiedad Karlheinz.

El rey suspiró—No me iré y tampoco quiero que asumas mi trono, ya tengo a otros conejillos peleando por él. De ti quiero otra cosa y si no me lo das, bueno, olvida está paz; creo que las haditas estarán muy felices de recuperar a su verdadero emperador ¿no lo crees así, príncipe?

Tanaka cerró los ojos y se dejó caer nuevamente ante el respaldo de su elegante silla.

"Así que el idiota lo sabía"

—¿Qué quieres que haga?

—Algo grande—La mirada del rey se volvió a encender de locura— ¿Conoces la escuela de héroes más famosa de Japón?





tanaka sakamaki -bnha Donde viven las historias. Descúbrelo ahora