003

933 102 15
                                    

Di vueltas toda la noche, sin poder dormir, no podía creer que justo esta noche me estaba sintiendo de esta manera.
Me senté en la cama, sintiendo de nuevo toda la presión en el pecho. Me levanté rápido, abriendo la puerta golpeandola contra la pared, mientras me tocaba el pecho e intentaba respirar.

—¿Estás bien?.—Pregunta Valentin detrás mio.

Golpee reiteradas veces la puerta del cuarto de mis amigas, la cual con los ojos casi cerrados la abrieron pero asustadas, y se preocuparon peor al verme en ese estado. Cerraron la puerta detrás mío y me sentaron en la cama, no era la primera vez que me ayudaban en una situación así.
Dalia corrió a buscar un vaso de agua, mientras  Guili estaba delante mío respirando conmigo, pero las lágrimas salían de mi rostro.

—No,no,no.—Murmuraba.

—Sh,sh, no hables, sabes como va la cosa. Va, dale, respira conmigo.—Asentí como pude y respiré con ella.

Dalia entró con el vaso de agua y volvió a cerrar la puerta.
Me tendió el vaso y con mi mano temblorosa lo agarré. Tomé un sorbo, pero todavía no podía respirar bien.
Varios minutos después, creería yo, porque siempre se siente como si fueran horas, me calmé y pude tomar el vaso entero.

—¿Qué?¿La psicóloga de adorno?.—Guili me miró con los brazos cruzados.

—Pensé que estaba mejor.—Suspire.—Pero... ya casi es 23.

Ellas entendieron todo. Y es que era así, cuando se acercaban los 23 de cada mes yo me ponía de esta manera, y ya habían pasado muchísimos meses.

Me levanté de la cama para irme, ya me sentía mejor. En lo que cabía la palabra mejor.

—¿No queres dormir con nosotras?.

—Hacemos cucharita.—Me sonrió Dalia.

—No pasa nada, no se si voy a dormir y quiero que ustedes duerman.

Salí del cuarto y fui a dejar el vaso en la cocina. Me senté en la mesada un rato, ¿realmente quería volver a la cama? No tenía sueño de todos modos.
Suspire y volví a tomar aire.

Me levanté y fui al cuarto para buscar mi celular, entré y Valentín estaba sentado en la cama, me miró y me dirigí a buscar el celular.

—¿Todo bien?.—Preguntó con algo de miedo.

—Si.—murmure y volví a salir.

Me senté en el sillón y me puse a leer algo en el celular para distraerme ya que no podía dormir.
Tenía los libros que me gustaba leer en casa, me había olvidado de llevarlos, realmente pensé que no los iba a necesitar o tal vez ni pensé en ello. Estaba tan emocionada por vivir con mis amigas que me había olvidado de varias cosas.

Miré la hora y era temprano además tenía hambre. Me levanté a preparar algo para comer, un café con unas tostadas.
Me senté en la mesa con todo y me puse "El cadáver de la novia".
Un rato más tarde entra Valentín y me mira unos segundos, examinandome.

—¿Qué?.—Digo al verlo.

—No, nada.—Negó.

—No estoy loca.—Murmure lo suficientemente alto para que me escuche.

—¿Qué? No, yo...yo nunca dije eso.—Dijo algo confundido por seguir algo dormido.

Sacó una taza de la alacena y puso la pava eléctrica a calentarse. Agarró un saquito de té de una cajita de una marca que en vida había visto, y supuse que él la había llevado y guardado ahí, miré la alacena donde estaban guardados los saquito de té o el café instantáneo y había unas cuatro cajas de esa marca con letras doradas que resaltaban y parecían lujosas.

505 ; wos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora