𝑞𝑢𝑎𝑡𝑟𝑒

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antes de que comiencen a leer, primero quiero avisar que se pone modo sexo, y segundo quiero pedirles disculpas de antemano porque es mi primera vez escribiendo g!p y probablemente esté horrible, porfa tengan piedad, que ya de por sí narro espantoso. los amo mucho, porfi cuídense, les juro que me mantienen motivada y bastante contenta, pude escapar de la depresión constante mediante la escritura, y ustedes me motivan a seguir adelante, me hacen el ser más feliz del mundo mundial, gracias por estar acá 

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El calor aumentaba cada vez más y más en la estrecha oficina, donde aquellas dos mujeres pretendían llevar una charla, sobre YeRim, gran testigo y cómplice de las miradas que aquellas dos se lanzaban cada vez que estaban juntas, parecían imán y metal

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El calor aumentaba cada vez más y más en la estrecha oficina, donde aquellas dos mujeres pretendían llevar una charla, sobre YeRim, gran testigo y cómplice de las miradas que aquellas dos se lanzaban cada vez que estaban juntas, parecían imán y metal.

Tras la orden de SeulGi, la pelinegra comenzó a desvestirse frente a ella, yendo lento y tortuoso, con sus pequeñas manos desabrochando los botones de la camisa blanca que se camuflaba a la perfección con la palidez de su suave piel, ya expuesta ante los ojos rasgados de su acompañante.

Una vez más obedeció, desplazando su torso sobre el escritorio de roble pulido, moviendo al costado un par de papeles y útiles, sintiéndose intrigada, sabía que estaba húmeda sin siquiera haber iniciado algún roce muy íntimo, simplemente la situación le producía escalofríos. Apoyó la mejilla en la madera, además de dejar sus manos a cada lado de su cabeza, esperando lo que sea que sucediera.

— No sé qué tan oportuno sea ésto, princesa... Pero escúchame, llevo deseándote desde la primera vez que te ví, y me abstendré las ganas de arrancarte la falda, seré piadosa contigo porque estamos en éste lugar, pero te juro que en cualquier otra circunstancia, podría romper tu ropa hasta tenerte toda para mí. 

Los susurros en la oreja de JooHyun se mantenían roncos, profundos, y en sus oídos resonó el ruido del acero desenganchándose, y el cuero deslizándose fuera de éste. SeulGi se había quitado el cinturón. Lo dejó a un lado, levantando la falda de la menor hasta por encima de las caderas, observando sus glúteos perfectos, decorados al medio con una bella tela de encaje bordó, un poco más oscura al centro, probablemente por la humedad creciente en la mujer.

La punta de sus uñas rozó furtivamente su piel, como si fuese un constante secreto incluso con su preciosa pelinegra, quien respiraba con irregularidad, apretando sus puños por encima de la mesa, con la piel erizada y la espalda arqueada, de modo que su trasero estuviese incluso más expuesto a la mayor.

Y JooHyun no lo sabía, no sabía de aquellos veintidós centímetros que se encontraban entre las piernas de SeulGi, no lo sabía hasta que sintió un bulto presionado en su centro, moviéndose en círculos, debilitando casi al instante sus rodillas.

— N-no... No sabía q-que...

— Shh... Puedes decirme si no quieres hacerlo, entiendo que tal vez sea un poco extraño. — SeulGi se abrumó un poco, durante su infancia había tenido muchos problemas por su "pequeño amiguito", como solía llamarle.

I'm Yer DadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora