22.- Desearía Que Tú...

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Las palabras de Anne están grabadas en mi cabeza todo el tiempo que me alejo de la escuela después de escapar por el bosque, pienso en eso. No había manera... A Gilbert no le gusto. A mí no me gustaba Gilbert. Fácil. Eramos amigos. La única excepción fue que era una de las pocas personas que me entendía aquí.

Una cosa más para agregar a la lista de problemas. A la larga lista de situaciones que me hacían pensar que no estaba siendo yo misma.

No hablaba como yo misma, mucho menos actuaba como yo misma.

¿Entonces qué pasó?

Dejo de prestar atención a eso cuando siento un tirón de la falda de mi vestido y tengo que verificar lo que pasó: está atrapada entre las ramas. Respiro hondo y niego con la cabeza, ciertamente irritada. Me agacho un poco para sacar la tela y soltarla, pero no funciona la primera vez.

—Vamos, tengo que darme prisa, ¿puedes colaborar, por favor? —murmuro entre dientes.

Me preparo para tirar, pero lo hago con tanta prisa y fuerza que termino de espaldas al suelo, con todo el sucio del bosque a mi alrededor. Por supuesto, justo lo que necesitaba.

Y ahí me quedo unos segundos, cerrando los ojos.

No sé qué pasa, pero siento una necesidad extrema de llorar. Nada parecía tener sentido.

No quería casarme con Ellet. No quería que Donnie no me hablara. No quería que mi madre me dijera qué hacer. No quería que Gilbert actuara diferente. No quería que todos pensaran que era una tonta por no saber lo de papá. No quería que Josie Pye estuviese enfadada conmigo.

Y sobre todo, no quería dejar de ser quien era.

El problema con eso era que todo parecía tener relación directa o indirectamente con mi forma de ser.

Sé que he llegado a un punto bajo cuando extrañamente, me encuentro deseando estar en Estados Unidos sin preocuparme por nada. Tener a la tía Liberia ordenándome qué ponerme y obligándome a asistir a fiestas y eventos de caridad para presentarme a la gente, hombres ricos y educados, según ella y la sociedad.

Sé que no me gustaba ser ignorante. Pero estaba dándome cuenta que saber demasiado, a veces resultaba abrumador.

—¿Por qué siempre te encuentro en una situación inusual?

Esa voz me congela la sangre. Lo reconozco de inmediato sin abrir los ojos. Es meloso y ahora mismo, después de recordar todo lo que me ha hecho pasar, lo encuentro incluso irritante.

Al abrir los ojos, lo primero que veo es un par de zapatos marrones gastados. Un pantalón negro un poco arrugado y una camisa blanca ligeramente amarillenta.

—Vamos, déjame ayudarte.

Me tiende la mano. Sus dedos son largos y delgados. La piel se ve más pálida esta vez. Finalmente, le echo un vistazo a la cara. Esta es la segunda vez que no lo veo cubrirse el cabello ondulado con un sombrero.

Acepto su mano y me levanta sin previo aviso, poniéndome de pie en un abrir y cerrar de ojos. Dejo escapar un pequeño chillido y lo veo esconder una sonrisa.

Soltando mi mano, agrega: —Ahí lo tiene. Hasta luego, señorita.

Ni siquiera espera que le responda, se da la vuelta y camina. Su figura aún es nítida entre los árboles.

Mi cerebro finalmente procesa lo que sucede—. ¡Usted es increíble! Y esto no es un cumplido.

No se da la vuelta, pero se detiene. Así que continúo.

Beside You |¦ Anne With An E¦|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora