Se encontraba a una distancia lo suficientemente lejana para no ser visto, más aún así, hablaban tan alto que todavía era capaz de escucharlos.
—Senpai, ¿me daría su segundo botón?
Ella era hermosa, ojos oliva, largo cabello negro, piel blanca como la nieve, manchada por una ligera capa pecosa, de sonrisa fácil y apariencia traviesa, más eso de alguna forma le daba un aire inocente, rebosante de seguridad, como si todo lo que se proponía podría lograrlo.
—Oh, ¿este?
El chico frente a ella arrancó sin miramientos el segundo botón de su uniforme escolar, bastante bruto, y jugó con él entre sus dedos, con una sonrisa que solía pensar, solo era esbozada en su presencia. ¿De qué estás hablando? Estás presente, solo no es para ti. Desvió su mirada hacia la chica, luego al botón, y devuelta a su infantil capitán, casi sintió que era con burla, como si quisiera decirle que interviniera a pesar de que su presencia no había sido detectada todavía.
—¿Lo necesitas para algo?
—Senpai, que cruel. Y yo pensando que era más que claro. Lo quiero como un recuerdo tuyo porque me gustas.
Un pequeño pero pesado suspiro escapó de sus labios. Aun sabiendo de que ese era el desenlace esperado, era extraño presenciarlo. No, más que extraño, le dolía, ¿en qué momento había desarrollado esa clase de sentimientos? No era nada parecido a la posesividad, pero había algo en que Bokuto le entregara el recuerdo que -él no sabía- quería a la chica que -debería- le gustaba, que no terminaba de gustarle. No eran celos, tampoco estaba enojado, ni triste, y mucho menos se encontraba arrepentido de nada, pero mientras más intentaba darle nombre a ese sentimiento, más presente se hacia la duda de si no debía estar sintiendo alguno de esos sentimientos.
Suspiró ante el creciente nuevo dolor de cabeza que comenzó a brotarle, Ichikawa (la chica) no tenía la culpa, él era el problema ahí. En primer lugar, ¿qué era lo que hacía siendo testigo de una conversación privada entre su capitán y su compañera de clases? Ah sí: ser la piedra angular que unió los caminos de esas dos personas, el extraño testigo de toda su relación.
Ichikawa había ido a preguntarle a él (cosa que lo extraño) si es que Bokuto gustaba de alguien, aproximadamente cuatro meses después del inicio del ciclo escolar de su primer año, todo bien hasta ahí. Como no lo sabía, Akaashi había decidido hacerle un favor a la chica y preguntarle directamente a su mayor, más este le respondió con unas risas que lo confundieron, y que finalmente no llegaron a nada, por lo que ella debió quedarse con las dudas.
Pero no, ella era tan insistente como una piedra invisible en el zapato (estas que por más que busques no encuentras, pero sabes que está ahí cuando pisas), por lo que Akaashi tuvo que llevarla a un entrenamiento para presentarle al As del equipo y, presumiblemente, futuro capitán del Fukurodani. La mirada de lástima que le dedicó Konoha le dijo que había sido envuelto en un gran problema, mucho más grande que encontrar las razones del desanimo de Bokuto para darles solución. Si, estaba seguro de que su constante dolor de cabeza había empezado ese día un año-y-algo atrás.
Desde ese día en adelante, ambos, Bokuto e Ichiwaka, comenzaron a hablarle principalmente para saber del otro en cualquier momento que fuera todo menos conveniente, como a la mitad de un partido de práctica, o en medio de un examen, sin ser ninguno de los dos consciente del verdadero limite que tenía su paciencia. Lo curioso fue cuando, en distintos días, ambos lo invitaron a salir sin ninguna explicación de por medio, aunque invitar era decir mucho si es que no le dieron la opción de rechazar a ninguno de los dos. Akaashi se vio arrastrado a tiendas de ropa con Ichikawa, con ella probándose y mostrándole conjuntos mientras preguntaba su opinión, a la vez que conversaban de tantos temas que involucraban al As y su opinión sobre él que se sentía incapaz de seguir a la chica. Cuando les dio hambre estuvo obligado a pagar por los dos, porque según ella ese era el deber de los caballeros. Se vio también arrastrado de un lado a otro por un parque de atracciones con Bokuto, en donde se subieron a todo lo que el mayor fijaba su mirada, desde la brutal montaña rusa, hasta las tacitas giratorias, acompasados siempre por la estridente voz de Bokuto y sus carcajadas, haciendo que simplemente disfrutara ese día. Cuando entraron en la casa embrujada, Akaashi tuvo que salir cargando a Bokuto en brazos, pues se había asustado tanto que se vio incapaz de soltar al menor, quien todavía no sabe cómo fue capaz de levantar al chico que era bastante más grande que él mismo, sin caerse ni flaquear.
En ningún momento llegó a descubrir porqué había sido envuelto en esas salidas, por más veces que preguntara, ninguno de los dos había soltado ninguna palabra con intención de explicarle. Lo peor fue que se vio a si mismo arrastrado a esas salidas muchas más veces con esos dos, tanto por separado como en conjunto. Fueron al cine demasiadas veces, siempre los tres, Akaashi siempre sentado en la esquina con Bokuto en medio mientras las películas de acción, comedia, terror, románticas, y de todo tipo que al explosivo par mata paciencias se le ocurría corrían frente a sus ojos. Nunca vivió tantos de los clichés de las mismas películas que veía en carne propia como en esas salidas, se avergonzaba cuando recordaba la cantidad de veces que el mayor se había estirado y terminaba pasando su brazo por sobre sus hombros, o cuando "accidentalmente" topaban sus manos cuando trataba de sacar palomitas, Bokuto lo miraba más a él que a la película, y aunque le incomodó al inicio, con el tiempo se empezó a sentir... importante.
Fueron a comer en cafeterías cuando a Ichikawa se le ocurría hacerlo (obligarlo) probar algún postre, restaurantes con descuentos, y también a la comida rápida cuando una nueva hamburguesa que Bokuto quería probar aparecía. Lo llevaron de tiendas, tanto de ropa como de deporte, y a veces, por extraño que le pareciera, se encontraban en la librería. Lo arrastraron a parques temáticos, a fiestas de cumpleaños de familiares, e incluso fue acompañante en la boda del primo del tío de la amiga de la hermana de Ichikawa (sigue sin saber cómo fue que pasó eso), y en el babyshower de la hija de la hermana de la amiga de la mamá de Bokuto (tan traumático que todavía intenta procesarlo).
La verdad era que en algún punto llegó a parecerle tan normal que se olvidó su extrañeza inicial, sin embargo, empezó a tener cada vez menos tiempo para sus propias cosas, era como si esos dos se la pasaran cada vez más pegados a él, y realmente, realmente no entendía. Habían veces en las que le contaba a Konoha cuando este le preguntaba, y lo miraba con una mezcla entre incredulidad, envidia y asombro que no lograba comprender.
En algún punto llegaron los exámenes, y sus negativas a las salidas se volvieron más firmes, pero su lado cuidador comenzó a temer por la torpeza de Bokuto (y no por Ichikawa porque ella estaba en las clases avanzadas con él), y terminó enseñándole antes de darse cuenta. Esta misma torpeza comenzó a preocuparle en más ámbitos fuera de la escuela y el vóleibol, como su salud, sus relaciones con su familia, sus opiniones, o que falsas amistades no se aprovecharan del bueno de su mayor (ese tal Kuro le daba desconfianza). Habían veces en las que se desvelaba pensando cómo evitarle las malas juntas, o en lograr que no se deprimiera tantas veces, o en lo agradable que sentía cuando salían juntos a cualquier lugar al que fuera arrastra- no, invitado. No le pareció raro en primera instancia pensar tanto en Bokuto, había decidido que si se le daba la oportunidad, se dedicaría lo más que pudiera a él, eso desde la primera vez que lo vio, meses antes de entrar a Fukurodani. Pero ahora, mientras presenciaba la escena que veía venir desde la primera vez que los vio juntos, se daba cuenta de que si debió parecérselo. Akaashi sabía que era dedicado, lo veía como un rasgo propio, pero ese sentimiento que afloró en su pecho cuando Bokuto le entregó su segundo botón a Ichikawa no tenía nada que ver con dedicación, ¿qué era lo que esperaba? ¿qué era lo que hacía ahí? ¿por qué se sentía de esa forma? ¿qué no era lo que esperaba? ¿no era ella una belleza? ¿no era él quien sobraba? ¿por qué esperaba un final diferente? ¿qué fue lo que le hizo pensar que tenía algún control sobre ellos?
Y, no lo sabía, no tenía idea...
Pero dolía.
Quizás debió haberse dado cuenta de lo extraño que era que la chica que nunca le decía "senpai" a Bokuto, lo estuviera haciendo ahora, más aún cuando el infantil mayor no saltó de alegría al escuchar aquello, tal vez así, cuando el botón estuvo entre las manos de la chica y los dos se miraron a los ojos y sonrieron con complicidad, cuando las risas estallaron entre los dos, incontrolables, como si la mejor broma hubiera sido contada, cuando la amiga de la chica salió por la ventana con una cámara en las manos, hablando sobre una película y los increíbles amigos de la infancia, cuando el botón fue devuelto a Bokuto con la promesa de dárselo a quien correspondía. Cuando todo eso pasaba, tal vez Akaashi no estaría vomitando flores en el baño, por primera vez.
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Como si fuera la primera vez (BokuAka)
FanfictionUn incidente cambia drásticamente la dinámica entre Bokuto y Akaashi cuando el mayor está por graduarse, dos años completamente olvidados se convierten en la nueva pesadilla de Bokuto, quien deberá volver a hacer todo como si fuera la primera vez. ...