Pérdida.

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Pero claro que Bokuto le había regalado flores, con lo inconsciente que era, probablemente estaba seguro que eso le iba a hacer sentir mejor. A veces Akaashi se preguntaba si lo hacia a propósito solo para molestarlo. La plaza en la que se juntaron se encontraba vacía a esa hora, demasiado temprano como para que incluso el sol se despertara, y aun así ahí estaban esos dos, o mejor dicho, ahí estaba Akaashi respondiendo a un llamado del mayor a las 5 de la mañana. No es como que le molestara ir a verlo tan temprano, ya estaba de vacaciones y se había acostumbrado un poco a la insistencia de Bokuto a llamarlo a cualquier hora ahora que este se había graduado de Fukurodani sólo por querer verlo.

—Bokuto-san— Pero ¿cómo se lo decía? No quería herirlo, pero por su salud, mental y física, su mayor debía dejar de hacer actos como ese, es decir, Akaashi literalmente escupía flores, si es que se curaba de la enfermedad, pasaría mucho tiempo antes de que pudiese verlas como algo positivo, aunque con lo pesimista que era, en el mes que había pasado desde el diagnostico ya se había aprendido la mayoría de los significados negativos de las flores en lugar de los positivos. Sí, iba a pasar mucho antes de que pudiera verlas con buenos ojos. Sin embargo, que el culpable de esta situación donde cada vez que tenia un fuerte sentimiento se le escapara en forma de flor, le regalara flores lo estaba sacando de quicio, más por la cruel ironía de que lo hacía sin segundas intenciones que por el significado que tenían en particular esas tres pomposas flores. Bokuto realmente era un niño. Los niños son crueles.

—¿No te gustan los acerados, Akaashi?— Preguntó Bokuto sin mucho ánimo, ya iban tres veces en las que le ofrecía las flores al chico y este todavía lo miraba con esa mirada conflictiva, ¿tanto así quería a esa persona que no podía aceptar sus flores? Esto iba a ser más complicado que lo que dijo Yukie —Yo pienso que son bonitos. ¡Mira! Son como pompones morados. ¡Como pequeñas explosiones moradas!— Akaashi suspiró agobiado, ¿había dicho algo malo?

—Bokuto-san, ¿sabe cuales son las flores que yo... que yo tosí?

—¿No eran... amm ¿jacintos?— Dijo dudando el mayor.

—Correcto. ¿Recuerda el color?— Si esto iba bien, Akaashi no tendría que explicarle al mayor lo que pasaba.

—¡Si, si lo recuerdo! ¡Eran...! Oh, ¿fui desconsiderado Akaashi?— El nombrado lo miró y suspiró otra vez —¿Usé bien la palabra?

—Si Bokuto-san, y no lo fuiste, o no del todo, es un lindo gesto— Bokuto se ilumino antes de insistir otra vez en que tomara las flores, Akaashi solo lo miró —. Pero le repito, Bokuto-san, que yo toso flores violetas, como estos agératos— recalcó el nombre de la flor para corregir al mayor —. No es que no las quiera, Bokuto-san, pero no me hace sentir cómodo que me den flores cuando yo lo pasaré mal por ellas. Como la otra vez.

Bokuto se quedó pasmado unos momentos, momentos en los que Akaashi se quedó mirándolo en silencio, esperando que esta vez si comprendiera. Y lo hizo, ¡claro que no quería ni ver flores! Tenía que ser realmente estúpido como para pensar que después casi ahogarse con ellas, Akaashi querría flores. Culpó totalmente a Kuroo, quien se reía a su lado mientras elegía la flor que le pareciese más impactante para poder regalársela, ¡el desgraciado lo sabía y no le dijo nada! Ya iba a ver, estaría molesto con él todo lo que quedara del día.

Terminada una vez su recriminación mental a su mejor amigo, sus ojos volvieron a caer en los del chico frente a si, quien lo miraba con atención, ¿Akaashi siempre lo estaba mirado de esa forma? Estaba seguro que sí. Con ese brillo que lo hacia sentir especial, de la manera en la que él mismo miraba sus colocaciones, de esa forma que le hacia pensar que era lo único que realmente importaba, ¿había sido siempre así? Quizás estaba pensando en algo que lo hiciera sentir mejor, Akaashi siempre intentaba hacer eso por él, ¿cuánto tiempo había estado pensando en él para lograr eso? ¿realmente existía una persona que fuese más importante para Akaashi que él? Sin intentar ser más egocéntrico de lo que ya era, no lograba imaginarlo. Si es que en realidad era así, ¿qué tan distinto era con esa persona? No le gustaba pensar que ese brillo especial se lo dedicaba a alguien más, le gustaba como sus ojos a veces verdes, a veces azules lo tenían siempre en su rango. Le gustaba esa cercanía, que sus pupilas se dilataran solo para captar cada parte de su propio ser, Akaashi Keiji solo debía quedarse con él. Esa persona no se lo merecía si es que hizo que el hermoso chico frente a si sintiera que no era suficiente, como para desarrollar una enfermedad tan cruel.

El mundo se detuvo por un momento, ¿qué estaba pasando? De repente sintió que su corazón se paraba, pero ahora latía como loco. Calor, contacto, sus callosas manos sostenían suave piel consistente, tibia. Impacto estaba impregnado en la mirada del contrario, se sentía flotar, como si magia hubiese atontado todos sus sentidos, y lo único que era capaz de sentir era al chico ligeramente más bajo que estaba pegado a su cuerpo. Cada parte donde sus cuerpos contactaban con el otro les producía un hormigueo acogedor, sus pulmones no funcionaban correctamente, el único sonido que escuchaba era el bombeo de su acelerado corazón. Se sentía bien.

¿Qué pasó? Tres momentos atrás, Akaashi se quedó embelesado con las reacciones de Bokuto a sus propios pensamientos, simplemente le encantaba lo transparente que era, estaba seguro que no necesitaba que le dijera lo que estaba pensando, lo entendía, tenía algo que ver con las flores, y esa forma de fruncir el ceño, estaba seguro que era la misma que usaba cuando le contaba las bromas que le hacia Kuroo. Un suspiro se escapó de sus labios, un poco pesado, largo, que intentó calmar esa marea de sentimientos que brotaron cuando la mirada ámbar del mayor cayó sobre él, en ese instante no pudo apartar la mirada, quedaron conectadas como dos imanes super potentes que se atraen, así mismo, no percibió el momento en que su cuerpo dio un paso que acortaría la distancia entre los dos, pero si fue consciente de si mismo tomando finalmente las tres escasas flores amarradas entre sí con un listón del color de sus ojos, fue plenamente consciente de sus brazos rodeando el torso del mayor con gentileza, de las manos contrarias acunando su rostro.

De la caricia de un beso inocente que arrastró su cuerpo al abismo de sensaciones y sentimientos que afloraron en su pecho.

Se ahogaba en ese mar de dicha, en esa espiral de no saber si era sostenido o si se sostenía a si mismo. Se sintió como pararse al borde del abismo con las puntas de los pies, donde lo único que debía hacer para caer era dar un paso atrás. Para salvarse, lo único que debía hacer era aferrarse a la persona que le quitaba el aire, por varias razones, no pudo dejarse caer ni aferrarse al chico, Akaashi sólo se quedó parado al borde del abismo.

En cuanto abrió un poco la boca, seis pétalos crispados irrumpieron en la escena, seguidos de la imperiosa necesidad del menor de toser y toser hasta que sus pulmones volvieran a tener aire. Bokuto se preocupó, el recuerdo de Akaashi acostado casi sin aire sobre una cama de pétalos purpúreos y sangre el día de su graduación cruzó su mente, lo asustó hasta los huesos, toda agradable sensación que pasó segundos antes fue completamente borrada de su cuerpo, que entró completamente en estado de alerta, ¿siempre sería él quien encontrase a Akaashi vomitando flores? No lo soportaría, el chico debía curarse pronto.

Bokuto posó su mano en la espalda del menor, haciendo círculos con la esperanza de que pasara rápido y sin mayores problemas, Akaashi todavía respiraba, con un poco de dificultad, pero todavía lograba escuchar ese trabajoso sonido de inhalación antes de que la tos lo interrumpiera. Pasaron un par de minutos así, ¿es que no había nada que pudiera hacer? ¿qué era lo que había dicho el medico? ¿malabares de hamelich? ¿qué se supone que era eso? ¿qué era lo que hacían cuando él se atoraba?

Bokuto decidió golpear consistentemente la espalda del menor, en su desesperación no logró controlar del todo su fuerza, y terminó por mandarlo al piso después del tercer golpe, más esto fue lo que pareció lograr que lo ultimo de la flor saliera del cuerpo de Akaashi. El sol finalmente hizo acto de aparición, revelando el color malva de las no más de 10 flores que se encontraban en el suelo, Bokuto se relajó al ver que no había rastro de sangre, y miró al chico en el suelo, quien contrario a toda su preocupación, se reía.

—¡Akaashi! ¿Estas bien? ¿Las flores te enloquecieron?— Preguntó rápidamente el mayor, acercándose al mismo tiempo donde el menor.

El chico, en vez de responderle le sonrió, una hermosa expresión que le llegaba a los ojos, una que Bokuto nunca había visto tan sincera, y era para él. El agradable calor volvió a tomar forma dentro de su cuerpo, devolviendo el gesto. Fue entonces cuando Akaashi tomó una de las flores del suelo, sonrojándose al reconocerla, y se la ofreció a Bokuto. Deseaban decirse muchas cosas, pero Akaashi no tenia voz en ese momento, y Bokuto solo quería resguardarlo para asegurarse de que todo estaba bien con el chico.

Si hubiesen sido más rápidos, nada se hubiese vuelto al oscuro olvido.

Como si fuera la primera vez (BokuAka)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora