Basorexia.
Una palabra poco común que cupo en su vocabulario desde pequeño, desde que, cuando tuvo consciencia, sus ojos se dirigían sin poder evitarlo a los labios de las personas. Desde esa edad creyó que era normal, las personas al ver a otras siempre observaban algo de ellas, ¿no? Desde la frente, los ojos, la nariz... Pero él miraba los labios de una forma casi necesitada.
Después creció, y a los quince, miró porno con su mejor amigo por primera vez. Él se fijaba, seguramente, en las tetas de la mujer, en su vagina, en todo lo que conllevaba un acto carnal.
Henry no. Sus ojos buscaban en las imágenes de la pantalla los labios de los protagonistas. Mientras su amigo llegaba al clímax por ver penetración tras penetración; él llegó a este al imaginar los labios del actor. Eran carnosos, se veían suaves, y la barba solo mejoraba la idea de la sensación.
Fue entonces cuando se dio cuenta que, tal vez, estaba enfermo.
Su psicóloga, la señora Mars, solo lo consolaba diciendo que no había nada de malo, pues todos experimentaban deseos sexuales de diferente forma. Pero Henry se sentía culpable de no poder ser como otros, de desear tanto los labios de otra persona, que podía simplemente llegar al orgasmo cuando sentía esas mariposas en el estómago.
Aun así, nunca dio su primer beso.
Mientras que, para algunos, la virginidad era lo más importante; para él, los labios vírgenes lo eran más. Había tenido sexo con hombres y con mujeres, por simple aparentar. Aquellos que tuviesen esos labios que podría mirar una y otra vez, mientras se limitaba a no unirlos.
Guardaba sus labios para alguien que deseara tanto, que le fuese imposible mantener sus manos lejos.
No creyó que esa persona fuese su estúpido nuevo maestro de cálculo, en su último año de escuela. Un hombre prepotente, serio pero juguetón con las alumnas, y que parecía un completo casanova. De los peores. Y, aun así, Henry no podía apartar sus ojos de los labios de ese imponente hombre. Eran... Perfectos.
Admitía casi con humillación, como se quedaba viéndolo hablar y divagar en clase, mientras explicaba inecuaciones. Veía a la perfección como se humectaba los labios con la punta de su lengua, como sus dientes perfectamente puestos se mostraban bajo esos belfos carnosos.
Y así, más de una vez, terminó en el baño, masturbándose con la viva imagen de su profesor.
¿Por qué no podía ser con un alumno como cualquier otro? ¿Por qué no podía ser con alguien menos heterosexual? ¿Por qué tenía que ser el anormal que deseaba atacar al maestro para así entregarle su preciado primer beso?
El deseo era más fuerte que cualquier otro que hubiese sentido. Entre más cerca estaba del maestro Ray, su cuerpo, simplemente, deseaba saltarle encima sin poder evitarlo.
"Henry" Levantó la mirada de su ensalada de papa, que ahora parecía vomito mezclado con el resto del almuerzo nefasto de la cafetería.
"¿Qué decías, Charlotte?" Su amiga ladeó el rostro, preocupada. Henry estaba más distraído que de costumbre, y cada vez parecía más constipado por alguna razón.
"Te decía que me hicieras un favor"
"Claro"
"Necesito que, a la salida, vayas a la sala de maestros y me recojas un libro de texto" Henry no preguntó más, haciendo un ademán de haberla escuchado. La morocha suspiró, rendida. Su amigo estaba cada vez más perdido, y sentía que no había nada por hacer.
Al finalizar las clases, Henry recordó que debía ir a la sala de maestros, la cual, debido a la hora, estaba vacía. Eso era lo mejor, lo que menos quería era tener que encontrase con el maestro, con su aparentemente deseo sexual, incitador de este.
![](https://img.wattpad.com/cover/237395361-288-k776674.jpg)
ESTÁS LEYENDO
#HenrayWeek
FanficSemana del 18/08/2020 al 24/08/2020 donde, cada día, se subirá un Fanfic Henray con temática diferente. 💗 Portada hecha por @Lhorki626 💗