5. Flores.

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"Paquete para Henry Hart" De nuevo, ese viernes, como cada uno desde hace dos meses, llegó a su puesto de trabajo un ramo de flores, además de un sobre hecho a mano con algún tipo de escritura. El vendedor lo dejó allí, y las chicas de su empresa, comenzaron a chismear entre ellas, admirando las bellas flores.

"Hoy viene con un extra" Dijo Julia, entregándole una cajita que el vendedor dejó al lado del ramo, pero que el rubio ignoró por tratar de abrir el sobre sin dañarlo. ¿Era psicorigido por ello? Claro que no, pero, desde hace dos meses, era la primera vez en su vida que recibía flores, que tenía un admirador secreto, que alguien, un anónimo, trataba de cortejarlo. "Te debe adorar esa persona" Julia se sentó en una silla al lado de Henry, inmiscuyéndose cuando este abrió el sobre, y sacó una carta hecha de papel hecho en casa.

Hoy es un día especial. Hoy hace veinticinco años naciste y hace diez me diste el mayor regalo de mi vida: Conocerte.

"¡¿Estás de cumpleaños?!" Maldita Julia, él no quería que nadie se enterara. Las chicas, al notar ello, se acercaron a dar sus felicitaciones, algunas buscaban en sus celulares el significado de aquel ramo de flores. Siempre era algo diferente, desde cariño y afecto, hasta deseo.

Lo que ellas no sabían es que, esta vez, en la carta, también iban indicaciones, y no un simple buen deseo de cumpleaños.

El aro rojo representa el deseo de una relación de amor carnal que tengo por ti.

La camelia representa el deseo que tengo de permanecer por siempre a tu lado, pues, para mí, eres el más bello.

Siempre he creído que estamos hechos el uno para el otro, y por ello, la madreselva representa el ideal que tengo sobre ti.

Te respeto, y te respetaré siempre, la Amapola da a conocer la necesidad de estar a tu lado, pero la tranquilidad que tengo para no apurarte con ello.

El narciso me hizo conocer el dolor que tengo al no verte, y por ello, siete flores de Galiolo rojas, por la hora a la que deseo verte este día en el Grand Hotel, y el ardiente deseo que tengo por darte todo de mí.

¿Aceptarás mi invitación?

Su corazón saltó en su pecho, completamente embriagado de tantas emociones. ¿Por qué era tan perfecto? No lo conocía, o al menos eso creía, pero su admirador sabía tanto de él, que llegaba a su corazón con simples flores, mensajes y buenos deseos. ¿Se había vuelto un adulto aburrido? Tal vez después de todas las aventuras de su juventud, necesitaba sentar cabeza. Así dejaría de pensar en Ray Manchester.

"Oh, mira" Julia le extendió una cajita roja de terciopelo. La tomó abriéndola. En el interior había un broche de flor azul, con perlas en el centro, y un sofisticado color plata. "Es un aciano" Las chicas soltaron un 'ohh'.

"¿Qué significa?" Preguntó, acariciando el bello broche.

"Dice: Mi amor es puro y limpio, pero no me atrevo a expresarlo con palabras" Soltó una de sus amigas, y el resto empezaron a gemir de alegría. Que envidia sentían algunas.

Mordió su labio inferior, tomando el broche y poniéndolo en la solapa de su traje.

.:.

¿Y si era un violador? ¿Y si era alguien abusivo? ¿Y si se decepcionaba? Mil ideas pasaban en su mente mientras esperaba fuera del Grand Hotel, con su maleta en la mano y los nervios a flor de piel. Agradecía que era invierno, y por ello, el sudor no era algo de qué preocuparse. Su corazón iba a salir desprendido en cualquier momento, y miraba continuamente su reloj de muñeca.

Eran las seis menos doce. Llegó antes, porque su empresa estaba cerca, porque sus amigas lo empujaron a terminar allí. Tal vez debió avisar en su casa que no llegaría. Pero, ¿a quién? Se había mudado a un pequeño apartamento cuando consiguió su trabajo como oficinista. ¡Oficinista! ¿No era muy aburrido? De niño, de joven, casi de adulto vivió muchas cosas como un súper héroe al lado del mejor hombre del mundo; ahora solo quería estar tranquilo, disfrutar de una adultez sin versátiles cambios. Estaba feliz con su vida, en su apartamento con su gato; con un sueldo que era perfecto, con un trabajo que no lo aburría. Tal vez simple, como sus padres siempre le decían, pero ¿y qué? Le gustaba esa sencillez.

#HenrayWeekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora