Y todo se derrumbó.

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Estrellas ardientes.

Estoy a punto de morir, todo se siente frío y la cabeza me da vueltas al compás de todo el caos a mi alrededor. Aunque ahora tenga diecinueve años, y sea una edad temprana para morir...realmente me siento feliz de poder decir que estoy muriendo. Esa locura es debido a que puedo afirmar que por fin soy libre de las cadenas de mi consciencia, tras estos tres años de sufrimiento encapsulado en mi misma, por fin puedo decir adiós. He aquí la historia detrás de estos tres años.

Hace tres años un día antes del comienzo: 

Abrir los ojos cada mañana ha de ser gratificante, debes sentirte agradecido de poder despertar cada mañana y saber que estás vivo. Pero cada vez que despierto, me siento más y más miserable, más y más atada a una vida en la que no quiero seguir sobreviviendo.

Mi espalda duele por los resortes que se incrustan en mi piel debido a lo viejo del colchón, el calor me hace sudar y los mosquitos me torturan todas las noches dejándome picaduras en cada rincón de mi piel al que pueden acceder. Siento que me estoy volviendo un poco más demente por cada mañana que abro mis ojos. Las paredes grises con la pintura cayéndose a trozos son un buen reflejo de mi misma. Pero esto apenas comenzaba.

Abría la puerta de mi habitación cada mañana y al ver sólo botellas por el suelo junto a más basura y la  puerta de la habitación contraria cerrada, era la luz verde para saber que todo estaba orden, Karen estaba en su cuarto y Rick también, así que podía tomar el uniforme y escabullirme al baño. Aunque suene complicado ya era costumbre, cuando llegaban a casa pasada la una es que estaban muy borrachos y sólo llegaban a encerrarse en el cuarto.

Mientras me quitaba las prendas de ropa en el único lugar de la casa al que no podían acceder una vez ya estaba dentro. El baño estaba igual de destartalado que todo lo demás, pero por lo menos tenía un seguro, y ese pequeño detalle ya lo hacía mi lugar preferido. Por un momento antes de abrir la ducha y que por supuesto no llegase a salir ni una gota; me miré al espejo, miré todas las cicatrices de mis brazos y sobretodo en la zona de mi espalda donde eran mucho más evidentes. Era asqueroso, era sencillamente repulsivo el saber que tenía que respirar el mismo aire de los que me hicieron esto.

Sin éxito en que la ducha funcionará tuve que bañarme con el agua de los dos barriles de plástico que servían como reserva. Ya no estaba segura de qué era, sí era que el razonamiento que nos quitaba el agua todos los días durante las mañanas, o que la ducha no funcionaba sin más, pero sí me preguntasen yo siempre pensaría que es lo primero aunque lo segundo no es que careciera de lógica o algo por el estilo, pero sí había algo más destruido que mi hogar era el país donde teníamos que sobrevivir constantemente.

Lo que más me molestaba de todo...pensaba mientras me vestía y minutos después trataba de conseguir algo de comer, encontrando unas galletas y un refresco que se había dejado Rick en el refrigerador, lo tomé sin hacer ruido para que no se despertase para así poder desayunar algo. Creo que si sé lo que más me molestaba, pensé. Lo que más me molestaba eran las miradas de derrota en los ojos de todos, como convertimos lo anormal en la rutina y la desgracia en lo cotidiano. Nos volvimos los perros de aquellos que nos quitaron todo.

Con eso en la cabeza fui a clase, sin mucho más que agregarle a la conclusión a la que llegué. Estaba agotada, el choque de realidades que me esperaban siempre me agotaban sin siquiera tener que presenciarlas. Una escuela que me abrió las puertas por una beca, y me dejó ver un mundo que me hacía entender lo patéticos que somos una vez que nos domina el miedo y agachamos la cabeza. 

Una escuela de niños ricos, protegida por los militares. Una escuela llena de uniformes pulcros, teléfonos inteligentes y comida, toda la comida que no había en los supermercados te la encontrabas en esta maldita escuela. Pero era tan inaccesible ese mundo para mí, era sencillamente un mundo en el que yo no pertenecía, pero había conseguido entrar a la fuerza. La gente dejaba pasar por alto la existencia de esta escuela, niños ricos que se sentaban a dar clases como cualquier otro, claro que sí obviamos primero el hecho de que cada centímetro de esta escuela fue construida por la corrupción.

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