¡Por alguna razón el nuevo estudiante de la U.A, tú, capta la atención de todos! ¿A qué se debe este extraño fenómeno?
¡No eres para nada modesto en aceptar que tienes algunas cualidades, quizá también un poco de baja autoestima y ser un introvertid...
¡Tus malos agurios se hicieron realidad! Estaba lloviendo de manera escandalosa, seguramente pararse unos minutos ahí fuera eran suficientes para quedar completamente empapado.
Al terminar las clases, la mayor parte del grupo fue a rogarle al profesor Aizawa que autorice a Momo para usar su quirk de creación. Aceptando sin mucho problema, ya que ella dudaba si estaría bien hacerlo sin una licencia o permiso.
—Oh, ¿también necesitas uno? —preguntó tan afable como siempre.
—Sí, por favor, Yaoyorozu-san —asentiste con vergüenza, escuchando una ligera risita sin gota de malicia por su parte.
—Aquí tienes —te brindó una amable sonrisa que realmente te hizo sobresaltar, ¿por qué era tan linda?
—¡Muchas gracias! —sostuviste el paraguas mientras ella hacía un ademán, despidiéndose y alcanzando a las chicas que la esperaban cerca de la salida.
En ella no era extraño ver bondad, así que eso te tranquilizaba, las mejillas te ardían, siempre se te hacía vergonzoso hablar con las mujeres que no sean de tu familia.
Un suspiro se escapó de tus labios cuando viste a Bakugō recostado sobre el marco de la salida. Oh, es verdad, su orgullo no le había permitido aceptar el paraguas.
—¡Bakugō-san! —llamaste con bastante confianza, feliz—. ¿Te importa si compartimos paraguas? —gruñó cuando te le acercaste sin miedo, pero salió del lugar cuando el paraguas logro cubrirlo a él también.
Tarareaste en el camino, Katsuki parecía mantener su distancia por alguna razón, así que mientras intentabas adaptarte a ese impaciente paso suyo y caminar a la par, intentaste sacarle conversación.
—¿Te gustan los días lluvioso, Bakugō-san?
—Pensaba que eran una mierda —soltó a regañadientes, casi sin querer hacerlo.
—¿Uh? ¿Ahora ya no? —inquiriste ante sus palabras en pretérito.
—Cállate —chasqueo la lengua y al fin lograste estar a su lado.
Reíste ante ese claro sonrojo que el cenizo portaba. Era inesperado esa reacción suya, pero teniendo en cuenta lo extraño que han sido esos últimos días ya no te molestabas en impresionarte.
—Si te llevo a casa, supongo que podré ver a tus padres —tarareaste divertido, recibiendo un gruñido como respuesta—, desde luego solo si lo permites —te retractarse rápidamente, sacudiendo tu mano libre. No querías recibir una explosión en la cara.
—Puedes.
Un escalofrío recorrió tu espina dorsal y una expresión boba se plantó.
¡¿Por qué te sucedía esto a ti?! Ah, sí, ¡por intentar hacerte el gracioso!
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(🥀) ; Realmente me disculpo por la corta duración y lo vacío que resulta la trama. Aún así, me alegra que a pesar de todo sigan leyendo "Lindo". Muchas gracias.
