¡Por alguna razón el nuevo estudiante de la U.A, tú, capta la atención de todos! ¿A qué se debe este extraño fenómeno?
¡No eres para nada modesto en aceptar que tienes algunas cualidades, quizá también un poco de baja autoestima y ser un introvertid...
-Esto es bastante cruel -proferiste, pero igual que Ojiro saltaste con la ayuda de tu habilidad tras haber probado de primera mano ser congelado.
Corrías como los otros, un poco entorpecido por el hielo y divagando con la mirada vislumbraste a lo lejos un Mineta volando por los aires y rodando como un fidget spinner en vertical, elevaste la cabeza ante los gritos de algunos y un sudor frío rodó por tu frente. ¡Esos robots del infierno!
Tus iris se afilaron en la silueta de Todoroki, quién de la manera más fachero posible uso su habilidad de hielo para congelar al robot, corriendo bajo éste y pasando la primera prueba como un juego de niños.
Las lágrimas inexistentes cayeron, recordando el examen de ingreso cuando una de esas cosas te golpeó directamente, tal cual proyectil y, por un milagro, no terminaste con ningún hueso roto u órgano reventado.
En ese instante, el robot cayó en pedazos y un respingo te hizo retroceder, notaste los latidos ¡habían dos personas debajo de esa cosa!
-¡Hay dos personas ahí abajo! -gritaste escandalizado y los gritos sobre si era posible una muerte en el festival no ayudaron en lo absoluto.
En ese momento viste a Kirishima salir de ahí, diciendo algo que no entendiste pero, en ese mismo instante, otro chico surgió a su lado.
"Copypaste" pensaste.
Las explosiones te hicieron mirar atrás, era Bakugō, claro está. Sero y Tokoyami imitaron su forma de pasar a esa cosa.
Todos comenzaron a pasar a los robots de menor tamaño y ante la barrera de los que temerarios de cero puntos algo comenzó a derribarlos.
Y casi como un ángel caída del cielo, se encontraba Yaoyorozu con un cañón a su lado. Por un instante te imaginaste con unas banderas con su nombre y un lightstick rojo agradeciendo su existencia.
"Parezco un simp" habías caído en el eslabón más bajo de la escala jerárquica morderna.
Aprovechaste la oportunidad como los demás, usaste tu habilidad para rebanar a los robots pequeños y seguiste.
¡La segunda prueba! Pasar unas cosas como la cuerda floja, nunca fuiste bueno para el equilibrio, incluso te caías de niño cuando subías a un pequeño muro.
El sudor cayó por tu rostro al ver la facilidad con la cual Todoroki y Bakugō pasaron el reto. Asui saltó como si fuera lo más sencillo del mundo y una chica de cabello rosa inició una estrafalaria presentación con unos aparatos creados por ella. Alzaste el pulgar.
"Bien por ustedes"
De alguna forma, sobreviviste, lastimosamente estabas demasiado atrás porque un sinnúmero de veces casi te caes, sentías los brazos adormecidos.
La última prueba era un campo grande el cual tenía minas que explotarian ante la presión de la tierra. Al igual que otros utilizaste tu habilidad, las orejas peludas aparecieron y comenzaste a caminar. El ruido provocado por otros estudiantes que fallaban era quizá cuatro veces más ruidoso para ti.
Tiraste la cabeza un momento y viste a Midoriya retroceder con un pedazo de hojalata frente a él, un signo de interrogación se formuló sobre ti y cuando separaste los labios, él se lanzó.
¡Demasiado cerca!
Algo se rompió dentro de ti, te cubriste las orejas al desactivar de inmediato tu quirk mientras veías a Midoriya volar por los aire.
La fortuna estuvo de tu lado y conseguiste un lugar entre los cuarenta y dos participantes de la primera prueba.
"No puedo creer que llegué" el pitido en tus oídos no se desvanecia y cuando alguien tomo tu hombro te giraste de un brinco.
Era Kirishima, veías su boca moverse pero no oias nada.
-¡¿Estás diciendo algo?! ¡Lo siento, no puedo escucharte! -sin saberlo, estabas gritando, el rostro de Kirishima se volvió pálido y rápidamente tomó tu mano, comenzó a llevarte a algún lugar.
En ese instante sentiste algo deslizándose por tu rostro.
"Oh..." incluso cuando la gente en el estrado se encontraba vitoreando, no podías escucharlos.
Tus orejas estaban sangrando.
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