🍒 7. Hyukjae.

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Hyukjae.

Es el chico que se sentó un día a su lado, y le preguntó su nombre. "Donghae" respondió. Y Hyukjae repitió. "Mhhhnnn Donghae" y lo miró de arriba a abajo con ese par de gemas oscuras que tiene por ojos. Desenvolvió su nombre en la lengua cual chocolate derretido, le regaló la primer sonrisa en el día y se fue.

Donghae nunca había sentido ese palpitar en el pecho.

Y siguió así. Veía la alargada figura de Hyukjae pasar y sentía que le salía humo por las orejas de lo roja que se le ponía la cara. Reconoció su amor a primera vista por el chico de pelo rojo y lo dejó ser.

Como semilla plantada, creció y creció hasta hacerse enredadera y darse cuenta que no podía quitar su mirada de él. Entraba al salón de clases y reconocía la forma de sus hombros, llegó incluso a saber la clase de sonrisas que podía dar y el enigma dentro de su mirada.

Hyukjae era todo.

Hyukjae. Repetía su mente. Hyukjae que le hacía escribir tontos poemas de amor y darse de pajas colosales. Hyukjae, que un día volteó a verlo y le regaló una sonrisa, que se acercó y le preguntó qué tal iba en clase.

Hyukjae, que entró sin pedir permiso primero y lo hacía sentirse tonto en su ingenuo actuar, que lo tomaba de la barbilla y le susurraba en aliento cálido "me encantas, eres adorable" y Donghae tenía que ocultarse el rostro entre las manos.

Un día que le robó un dulce beso en los labios y siguió haciéndolos suyos, firmando con pluma permanente sobre todos ellos. Hyukjae, que le hizo descubrir que podía ser más que un chico en el rincón y podía ser eso: más.

Hyukjae, a quien le entregó su corazón y su cuerpo en bandeja de plata.

Él, que lo hizo dejar de sentir vergüenza por quitarse la ropa, que calentó su cuerpo con la mirada y la boca y los dedos y todo su ser. Donghae, que se corrió al primer toque y se sintió penoso de ser una estrella de mar en la cama, y Hyukjae, que se encargó de hacerle saber que estaba bien.

"Sostente de mí, haré que dejes de tener miedo." Y penetró en su cuerpo.

Donghae, que descubrió lo cálida que era la piel de Hyukjae, el sabor de su sudor y sus puntos erógenos en el cuello; las diversas formas de dar amor sin mencionar la palabra.

Donghae, que al pasar el tiempo en ese cuarto de motel supo el sabor del sexo desesperado, el que jode los sesos y lo deja a uno temblando sobre el colchón. El amor en el ritmo lento, de los besos dados como roces de pestañas y el despertar del fuego lento.

Hyukjae, quién le enseñó que el sexo no acaba siempre en orgasmo y que basta solo con la complacencia mutua, que hay placer en el dolor y dolor en el placer.

Hyukjae. Hyukjae. Hyukjae.

Hyukjae que se adueñó y marcó todos los lugares dentro de él.

Hyukjae, que se fue a la primera oportunidad.

Hyukjae, que eliminó su número de contacto y dejó de saludarle en la cafetería.

Hyukjae, que lo hizo uno más en su lista de historias guarras.

Hyukjae, que rompió su corazón y su confianza en sí mismo y solo se llevó lo que por derecho le pertenecía pero se olvidó de llevarlo a él.

Hyukjae, que solo dejó el cascarón de un tal Donghae y se encargó de barrer los trozos debajo de la alfombra.

"Hyukjae".

Take It Slow || EunHae +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora