doce

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En el interior del auto, el ambiente estaba bastante silencioso. Por los parlantes de la radio sonaba una balada de los 80' mientras el conductor los llevaba por las calles oscuras casi sin gente a la dirección que Minho le había indicado. Sin embargo, en los asientos traseros, la tensión contrastaba con esa melodía romántica. Minho jugaba con su mano y atrapaba sus labios de vez en cuando. Jisung estaba algo avergonzado por estar tan cerca suyo a la vista del taxista, pero también su corazón se alteraba por la adrenalina.

Jisung se pegó a su brazo, acomodándole el abrigo bien sobre sus hombros. Minho lo había sacado casi a rastras del local, como él había hecho con Minho en el cat-café. Jisung había cerrado con toda la seguridad que tenían las puertas en tiempo récord. Sus manos volvieron a estar frías pero eso no fue motivo para que Minho no entrelace sus dedos mientras llamaba a un taxi que se acercaba hacia su paradero. Luego de aquel beso, la tracción hacia el otro se había vuelto imposible de romper. Aun cuando Minho sacó su celular para escribir con una sola mano; la otra estaba demasiado ocupada volviendo loco a Jisung.

—¿Qué haces? —Le preguntó con ansias de que le preste toda su atención solo a él.

—Me aseguro de algo.

Apenas Minho guardó su celular chocó sus labios con los de Jisung, ambos intentando hacer el menos ruido posible, pero era muy complicado, y más para Jisung, quien tenía una mano entre sus piernas, acariciando su muslo interno. Le mordió el labio sin poder resistirse ante los estímulos.

—No hagas eso.

—Entonces tú no hagas eso —le advirtió lo bastante serio.

Por suerte, el recorrido llegó a su fin más rápido de lo que esperaron. El edificio en donde vivía Minho era casi idéntico a los demás de la manzana. Jisung conocía el nombre de esa calle pero no había ido nunca para ese lado de la ciudad ya que estaba pasando la veterinaria y por el camino opuesto al que tomaba para ir a la universidad. Minho sacó sus llaves y abrió la primera puerta. El pasillo y las escaleras eran estrechos así que Jisung se dejó guiar atrás de él. Se detuvieron en una puerta blanca y Minho la abrió apenas con cuidado, mirando al suelo.

—Por si los gatos quieren escapar.

Jisung se imaginó a Minho haciéndolo todos los días y rió. Minho lo dejó pasar primero y Jisung, una vez que entró, se quedó quieto en el lugar. Había olvidado que Chris vivía con él.

—Oh... —soltó Minho cuando lo vio. ¿Él también estaba sorprendido?

Un gato gris se acercó a maullarle a Minho y comenzó a cruzarse entre sus piernas mientras los dos veterinarios se comunicaban con miradas que solo ellos entendían

—Igualmente —contestó, sintiendo ese cambio en lo animado que era Chris con él en la veterinaria, y que ahora, en su casa, parecía incomodarlo.

En los pocos segundos que Minho comenzó a secretearse con Chris, Jisung observó el departamento en su interior. Medía casi lo mismo que el suyo, solo que este parecía tener más vida. Las paredes eran de un tono beige, decoradas con una pintura de un paisaje y dos títulos universitarios a cada lado de la tele. La mesa era pequeña y circular de madera y el sofá de dos plazas azul con cobertores grises con pelos para los gatos. La cocina estaba dividida de la sala por mesadas blancas, y tenía muchos más electrodomésticos y utensilios que la suya. Por último, en la pared contraria a la puerta había una puerta corrediza de vidrio que daba paso al estrecho balcón con cajas de arena y un enrejado metálico que lo cubría todo. El ambiente era mucho más familiar y acogedor, tanto que Jisung pensó que debería decorar más la suya, que parecía fría y monótona a comparación con esta. Antes de que Minho cerrara la puerta, Jisung vio a los tres animalitos con facilidad.

Vet || MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora