Los Otros Sentidos ✎ SeBaek

II. Doctores, Flores y Amores

SeHun, lo admitiera o no, era una persona esquemática.

No podía evitar siquiera ser rutinario en lo más simple de la vida. Al no poder guiarse con la vista en su casa, tenía un esquema mental con direcciones, olores, texturas y sonidos. Incluso eso estaba planificado, aunque sólo fuese en sus pensamientos.

Despertaba cada día en el lado hundido de la cama; apagaba el despertador con parsimonia, se colocaba la bata a pesar de que no pasaba los treinta años, las pantuflas e iba a prepararse el desayuno. Luego escuchaba el periódico y salía a dar un paseo. Con su bastón, se guiaba también sistemáticamente, moviéndolo de un lado al otro para poder guiarse sin ayuda de nadie. Después, regresaba a su hogar y comenzaba a escribir hasta la hora de cenar, haciendo pausas sólo para picar alguna comida entre horas o hacer las compras semanales en el almacén.

Pero no esa vez. Unos días después de haber escuchado aquella voz, su rutina se vio totalmente afectada.

Realmente estaba intentando mantenerse positivo ante el día horrible que estaba teniendo, pero era imposible. Despertó del lado equivocado de la cama, el pie derecho saludando hacia el exterior y con el frío amenazando comerse viva la extremidad. Podría haber sido la única cosa mala que le sucedió en el día, pero no lo fue. Se le volcó el café durante el desayuno, dejando todo pegajoso a su paso; el mando de la televisión no funcionaba, sólo tenía la opción de ver el canal de infomerciales ya sintonizado y se había ido el internet por lo que no podía escuchar el periódico. Para rematar, tampoco podía salir a dar un paseo porque llovía.

Tal vez por eso decidió dejar todo de lado antes de volverse loco y hacer una llamada para concretar una reunión.

Se vistió a pesar del mal humor que tenía y llamó un taxi. La lluvia repiqueteando contra el chasis del coche lo calmó bastante durante el camino, por lo que al llegar, su temperamento ya había vuelto a la normalidad.

El círculo social de SeHun era bastante reducido debido al tipo de trabajo que tenía, aunque también se podía adjudicar en parte a los prejuicios: no todo el mundo se sentía cómodo alrededor de una persona ciega, y eso mismo SeHun lo aprendió con el pasar de los años. Sus amigos eran JongIn y KyungSoo, su editor, y, eventualmente, su oculista, pero no eran tan cercanos. Ellos no solían estar muy disponibles debido a sus respectivos trabajos, por eso SeHun se vio orillado a ir a un psicólogo, más que nada para expresar sus inquietudes.

Y había sido una decisión de la que nunca se arrepentiría porque su psicólogo era la persona más exótica que había conocido, en el buen sentido de la palabra.

—Doctor Park —lo saludó cuando el hombre lo guio con calma por el pequeño apartamento donde concretaba las citas con sus pacientes.

La mano del psicólogo sobre la suya se sentía extrañamente suave y resbalosa, como si se hubiese puesto crema. El ceño de SeHun no tardó mucho en arrugarse porque era probable que aquello fuese otro de los "experimentos" que el doctor hacía con él cada vez que iba a una consulta.

—¡SeHun! No te veía hace bastante tiempo —dijo con su voz grave y ronca, la cual sonaba ahora una octava más arriba debido a que estaba contento.

—Espero que no me haya extrañado —bromeó SeHun.

—Hum... en realidad sí. Como ya sabes, me interesa mucho el funcionamiento de tus sentidos. Así que, ¿puedes distinguir a qué huele el consultorio hoy? —preguntó con tono ilusionado.

—Huele a que un bebé invadió el lugar —respondió con simpleza, arrugando la nariz por el fuerte olor a pañales que había impregnado en el ambiente al entrar a la salita.

ChanYeol aplaudió contento luego de haberlo ayudado a sentarse en el cómodo sofá de dos plazas que había en la salita.

—Trajeron a mi sobrino de visita, tiene seis meses. Tendrías que haberlo visto, le hice algunas preguntas que respondió con inteligencia —SeHun bufó ante la broma sobre ver al niño, pero ya estaba acostumbrado a aquellas cosas viniendo de ChanYeol—, pero no pude descifrar su lenguaje.