I. BBH, la Estrella

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En su vida de bolsillo suelto y pocas preocupaciones debido a sus buenos ingresos, SeHun no solía frecuentar bares o cafeterías de ese estilo y menos en esa zona atestada de autos. Le gustaba la tranquilidad, tal vez un local calmado con una suave música de fondo. Pero por alguna extraña razón, su mejor amigo de toda la vida, Kim JongIn, no pensaba que el bolsillo tuviese relación con la diversión y disfrute que se podía llegar a tener, por lo que lo llevó prácticamente a rastras a un bar para conciertos y otros usos que se ubicaba en una zona bastante alejada de donde él residía, que era un vecindario limpio y tranquilo, en contraste con el lugar donde ahora se encontraban.

El ambiente apestaba a licor, café y cigarrillos; la gente venía en general a beber, a escuchar buena música de artistas no muy conocidos y a resguardarse del calor abrasador, sacando provecho del aire acondicionado industrial.

Sintió el sudor escurriéndose en forma de pequeñas gotitas que le hacían cosquillas al deslizarse por su espalda. En ese instante se encontraba sentado con JongIn en una de las esquinas del local. Su amigo se había encargado de pedirle al mesero un Martini para arrancar, y SeHun simplemente pidió café negro con una hoja de menta, refrescando su rostro entonces con la deliciosa y fría ventisca que azotó su rostro de repente.

—Sí que tienes gustos raros —comentó el hombre luego de escuchar su pedido, mientras él guardaba los anteojos oscuros dentro de su chaqueta—. Hoy tocarán varios artistas nuevos. El lugar está bastante lleno.

SeHun se había dado cuenta que estaba bastante lleno, apenas habían podido llegar hasta la mesa sin chocar con nadie.

—¿Algún famoso?

—La mayoría está esperando a BBH. Es un hombre que usa antifaz, por lo que nadie ha visto nunca su rostro.

—Sabes que eso me da igual, ¿verdad? —preguntó SeHun con sinceridad, soltando una pequeña risa para no incomodar a su amigo.

SeHun era guapo, pero no lo sabía. Jamás pudo saber cómo eran los colores o qué sensación producía ver un atardecer y nunca tuvo la oportunidad de extasiarse con la imagen de un paisaje. A veces, las personas más cercanas a él le decían: "desearía que pudieras ver esto"... y a veces, SeHun también lo deseaba.

No era algo que le molestase, para nada; no tenía nada que envidiarle a los demás debido a que no podía ver, jamás pudo, por lo que en realidad no sabía de qué se perdía. Oía, sentía, olía, degustaba, y se sentía completo aunque necesitase un bastón para orientarse en el mundo. Sin embargo, a veces se deprimía y deseaba poder ver una imagen, un color y no sólo la nada. Porque cuando el silencio reinaba, el vacío se convertía en su única compañía.

Por eso mismo, a él le daba igual si BBH no revelaba su rostro. Lo único que necesitaba era oír su voz y deleitarse con la melodía, al igual que como lo hizo siempre en la calidez de su hogar. La música ha sido su fiel soporte durante su vida como escritor. Cada uno de sus escritos han sido acompañados por una suave canción de fondo. Gracias a eso, consiguió desarrollarse como escritor bajo el seudónimo de Oshie, lo cual le ha permitido llevar una vida desprovista de apuros o preocupaciones. Sin la música, probablemente no sería la misma persona en ese instante.

Que BBH utilizara antifaz colocaba al público en la misma situación que él. Ambos compartían aquel anonimato y dejaban a los demás en la incertidumbre. El ambiente los rodea a todos con un aura que para él ya es familiar.

—Sé que a ti te da igual, pero a mí sí me da curiosidad —se quejó el moreno mirando hacia él para transmitirle la sensación de que le estaba prestando atención—. Hum. Esas lentillas son un poco extravagantes.

Usar esas lentillas era una costumbre que había adoptado unos años atrás. Las utilizaba para poder quitarse los anteojos oscuros sin incomodar a nadie ya que, muchas veces le habían dicho que daba miedo cuando lo hacía. Por eso mismo no salía de casa sin ellas.

—¿De qué color son?

—Definitivamente no oscuros —acotó luego de unos segundos de silencio, y SeHun supo que se había retraído porque estuvo a punto de nombrar un color—. Son como la naturaleza.

Intentó imaginarlo por unos segundos: el sabor a menta y su olor picante, el aroma a césped recién cortado o las fragancias de las suaves flores de la tienda cerca de su hogar.

—¿Verdes?

—Sí.

—La mujer de la tienda me había dicho que eran negras.

—Te ha estafado, SeHun.

Este hizo una mueca, pero finalmente se rio ante la situación.

—¿Por lo menos me quedan bien?

—Cualquier cosa te quedaría bien, eres tan guapo que tenemos a medio local mirando hacia aquí. —Hubo una pausa y escuchó cómo se apoyaban dos objetos en la mesa de madera barnizada, seguido por un breve gracias de JongIn—. Incluso el camarero te ha echado una mirada, pero parecía que tenías ojos sólo para mí.

—Debe ser por las pintas que llevas.

—¿Y tú qué sabes si no las has visto? —cuestionó escéptico y SeHun volvió a soltar una carcajada—. Déjame en paz.

SeHun quiso responderle, pero el sonido agudo que hace un micrófono mal posicionado cortó cualquier cosa que pudiera haber llegado a decir. Se aferró con fuerza a la mesa por el chirrido.

—¿Hola, me oyen? —Una voz resonó por los altavoces del local, seguido de algunos golpecitos que intentaban probar la acústica—. Soy MinHyuk el dueño del local y anfitrión de la velada, si tienen cualquier duda, ya saben dónde encontrarme.

Hubo risas en el local y SeHun se sintió desorientado. ¿Habría hecho algún gesto?

Los Otros Sentidos ✎ SeBaekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora