Capítulo 5 (Editado)

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Horas luego, despierto y vuelvo a estar libre de cadenas. Pero sola sobre la enorme cama. Sin rastros del ex fantasmal y con el sol puesto en todo lo altos. Miro el reloj antiguo y lujoso que cuelga sobre la chimenea de la habitación y noto que son pasadas las seis de la mañana.

—Joder — susurro. Tengo que salir a buscar un empleo.

Soltando un suspiro, me levanto de la cama. Siento como todos y cada uno de mis músculos duelen y me exigen volver a recostarme, lo cual ignoro. Presa de la curiosidad que me invade el por fin poder entablar una conversación con Balthazar, ahora que no me encuentro encadenada a la cama y no lo tengo dentro de mi para distraerme.

De pie, me doy cuenta de que no siento aquella familiar sensación del semen bajando por el interior de mis muslos. Extrañada, voy al baño, esperanzada de encontrarlo allí, tal vez tomándose una ducha. Sin embargo, lo único que encuentro es una de las toallas azules en el fregadero. Al verla, me doy cuenta de que Balthazar la ha usado para limpiarme cuando dormía.

Ese hecho le hace algo a mi estómago, y debo ignorar el sentimiento, porque es una locura que un ex fantasma me haga sentir de esta forma.

Mientras observo las manchas en la toalla, agradezco haberme dado la inyección anticonceptiva hace un tiempo, porque, fantasmal o no, no creo que tanto semen no vaya a dejar una evidencia de nueve meses. Me choco los cinco mentalmente por haber seguido con las inyecciones a pesar de ya no tener novio.

Como no lo encuentro aquí, supongo que tal vez se encuentra en otro lugar de la casa, por lo que simplemente decido salir vestirme y salir de la habitación. Bajo con cautela por las escaleras, dirigiéndome hacia la cocina y encontrándome con que Balthazar tampoco está allí.

Ya más preocupada y ansiosa, comienzo a buscarlo por toda la casa, sin encontrar rastro de su presencia en ninguna de las habitaciones o el jardín trasero que me deja con la boca abierta cuando me encuentro con una enorme y lujosa piscina que me prometo a mí misma estrenar más tarde.

Al volver dentro, no puedo evitar pensar que tal vez ha vuelto a ser invisible.

—Balthazar — lo llamo como una idiota, yendo de habitación en habitación, pero nunca recibiendo aquella aterradora sensación de ser observada o de sentir la frialdad de su cuerpo pegada a la mía.

Nada.

Al pasar las horas y darle comienzo al medio día, ya me encuentro decepcionada. Se ha ido. Para no seguir dándole vueltas al asunto, comienzo a desempacar todas mis pertenencias, decidiendo que tal vez esto es lo mejor.

Tal vez, aprovechando que al fin es libre, se ha largado y ha abandonado la casa. Lo cual es lo más probable y le da sentido a las últimas palabras que me dijo antes de caer inconsciente hace unas horas. Dijo que sería la última vez, después de todo.

No puedo negar que esto duele. Y, poniendo todo en retrospectiva, ahora es que comienzo a darme cuenta que me ha utilizado, me ha follado para que le liberara y ahora se ha dado a la fuga. Eso me molesta tanto como me duele y avergüenza, porque por fin me doy cuenta de que haber seguido mis instintos fue un error.

—Mierda. He liberado a un fantasma de dudable procedencia solo para saciar mi libido — maldigo.

**

Al haber pasado un día entero desde la última vez que supe algo de Balthazar, y luego de haber deambulado por la casa desanimada y como una idiota comiendo las reservas que he traído desde mi antigua ciudad, decido que ha sido suficiente y que ya me he compadecido demasiado por mi patética vida.

Por lo que, más molesta que herida, decido hacer como si nada hubiera pasado. Después de todo, solo han sido unos cuantos polvos y, puede que no tenga al fantasma, pero todavía tengo la casa.

Balthazar [1]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora