Desde que nació Kit, todo cambió repentinamente. Ahora el ambiente de la agencia era mucho más animado y agradable, a todo el mundo parecía encantarle el nuevo miembro de la familia. Los integrantes de la agencia se pasaban las 24 horas del día con el cachorro felino, dándole mimos, abrazos, dándole de comer, de cenar, haciéndole fotos, jugando con él, y todo lo que se pudiese hacer con un gato de tan solo tres meses.
Skye era la que más estaba con el gato, no se separaba de él, incluso estaba más con él que sus propios padres. Midas avisó un par de veces a Skye que se apartara de su hijo y de que volviese a trabajar en su respectiva zona, pero ella se negaba en rotundo, incluso a llegado a decirle que ella lo cuidaba mejor que él o que él lo ignoraba. Pero no era así, Midas tendría mucho trabajo pero nunca ignoraría a su hijo, era obvio que no.
En ese mismo momento Skye, TnTina, Brutus y toda la agencia estaban en la habitación del cachorrito, incluso habían algunos secuaces que no deberían estar ahí perdiendo sus valiosas horas de trabajo haciéndole fotos a su peludo hijo sin consentimiento de nadie. Miaúsculos no estaba presente para socorrer a su hijo que estaba abrumado con un círculo de gente rodeandolo y gritando (por parte de Skye). Era obvio que el bebé se estresaba con tanta interacción humana, así que Midas apartó a toda la muchedumbre, con bastante banalidad, y se dispuso a agarrar a su hijo en brazos, dejando intrigada y confusa a la gente que estaba presente.
-Es su hora de dormir.- Skye, en ese momento, estaba con las palabras en la boca, pero Midas la interfirió con esa fría respuesta.
A continuación, Midas sobó a su hijo con cautela y se lo llevó fuera de esa habitación de locos, dejando a Skye bastante frustrada.
El de la cicatriz en el ojo entró y cerró la puerta de su despacho, sentándose en su silla junto con su mesa de trabajo.
Kit estaba acurrucado entre las piernas de su papá, descansando tranquilamente y merecidamente.
"Soportar dia y noche los ladridos de Skye debe ser agotador" Pensó Midas para sus adentros.
Sus ojos se dirigieron a Kit, y sonrió al ver la paz que tenía al dormir. Así que apoyó una mano en la espalda de su niño y comenzó a acariciarla, produciendo ronroneos por parte del cachorrito, haciéndole sonreír aún más. La verdad cuando su pareja y él decidieron tener un hijo no estaba muy seguro, era muy arriesgado tener un hijo en esta temporada, pero al final lo tuvieron y no se arrepiente en absoluto de ello. Y estaba seguro de que si algo les pasara a Miaúsculos y a él tendrían a una buena persona que se ocupara de él y no, no es Skye, sino su hermana Jules.
De pronto se abrió la puerta y Midas inmediatamente dejó de divagar por su mente. Allí se encontraba el precioso gato del que se enamoró. Miaúsculos finalmente pasó y cerró la puerta con el pie, acercándose a Midas para plantarle un beso en la boca. Al hacer eso se percató del pequeño cachorro de entre sus piernas así que lo agarró con cuidado de no despertarlo, fallando en el acto. El pequeño gatito al abrir los ojos se encontró que lo estaba agarrando su otro padre y con alegría comenzó a lamerle la mejilla como bienvenida, algo que enterneció al contrario.
Después de eso el gatito más pequeño se volvió a dormir en los brazos del más mayor. Miausculos se sentó en el suelo al lado de su pareja, que la cual estaba sentada en su silla.
-Eres genial Miaúsculos.- Le dijo Midas a su pareja mientras apoyaba la palma de su mano en la cabeza del nombrado.
-Y te quiero mucho.- Volvió a hablar Midas unos segundos después como si su pareja le váyase a responder a algo.
Su mano aún seguía apoyada en la cabeza del musculoso gato, acariciando y masajeando sus orejas. Finalmente dejó de hacerlo por que comenzaba a tornarse de un color dorado.
Después de estar disfrutando un pequeño rato con su chico, Miausculos se levantó y llevó a al gatito a su habitación para que pudiera descansar mejor, aprovechando de que todo el mundo se había ido de ese dormitorio. Luego de dejarlo durmiendo volvió con el de la piel pálida y se recosto encima de sus piernas para que Midas siguiera acariciandolo, simulando ser un cachorrito, y a penas cabía en las piernas del menor.
Allí se quedaron compartiendo un íntimo y tierno momento juntos.
