Capitulo III: La otra cara de una moneda.

1K 80 18
                                    

.

.

.

-----------------------

Año 1777

Madrid, antiguo Imperio Hispánico

---------------------

Era una tarde fría de un invierno de Diciembre, no se recordaba cual era el día pero recordaba ese frió clima húmedo, había nubes cubriendo el cielo aproximándose, aun no era oscuro así que era al rededor de las 5 a 6 de la tarde. Estábamos yo y mis hermanos ahí ¿Porque?... Muy simple, una macana que se habían mandado.

- A ver pequeños ¿Quien fue el que entro a mi oficina? ¡Contesten o todos recibierais un castigo!

Aun recuerdo eso gritos de nuestro padre mirándonos con sus afilados ojos rojos inyectados en sangre con una bronca que iba a caer, teniendo en sus manos unos pergaminos manchados en tinta sobre las palabras del mismo color. Había presenciado el momento de la situación, estaba caminando con un par de rollos en mis brazos dirigiéndome había la oficina de mi padre hasta que escucho unos leves sollozos y voces asustadas viendo de la oficina, generando instintivamente caminar hacia ahí lo mas rápido que pude para luego ver a Nueva Granada (Colombia), Quito (Ecuador), Capitanía de Chile y Alto Perú (Bolivia) con una expresión atemorizada se voltearon a verme para luego mirar al escritorio notando que el tintero estaba volcado sobre un pergamino de nuestro padre, que no tardaría en volver junto con otros imperios que venían de visita.

Suspire tranquilizando a mis hermanos menores, dejando los pergaminos en una punta del escritorio para luego agarrar con suavidad el tintero, secándolo con mi pañoleta que se había ensuciado con la tinta azabache y dejarlo en su lugar, teníamos suerte de papa siempre dejaba la pluma lejos del tintero así que aun estaba inmaculada, por ultimo agarre el pergamino arruinado haciéndolo un bollo y tirándolo al tacho en donde casi estaba inundado de pergaminos desechados.

Pero volviendo a donde estábamos... el nos gritaba preguntando quien había sido, sabíamos que si no cantábamos todos recibirían un castigo. Solamente había dado un paso al frente, mirando fijamente a esos ojos furiosos.

- Yo fui padre... Fue un accidente cuando estaba acomodando los pergaminos en tu escritorio, pensé que el pergamino no era de urgencia.

Espere a que pudiera entenderlo y que el castigo sea mas leve, pero sin previo aviso, sentí ese ardor tan característico en mi mejilla, fue una cachetada suave para ser sincero. No le valíamos para nada mas que ser sus simples colonias, nunca fuimos hijos queridos por el... solamente habíamos sido el producto de la lujuria ¿Crudo verdad? Solo lo volví a mirar, reconocía esa mirada, esos sentimientos de ira y decepción, era una incógnita y a la vez un libro abierto, era fácil saber lo que pensaba, sus emociones pero imposible saber que haría o cuando lo haría...

- Y pensar que eras el mas responsable, Rio de la Plata, ya sabes lo que te espera chaval.

Decía mientras me agarraba el cuello de la camisa, no oponía ninguna resistencia y solo volteo a ver a mis hermanos, estaban preocupados lo se, pero pagare ese desastre ¿No sea peor de lo que me habría impuesto al que llamaba padre?

.

.

.

Latins||CountryHumansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora