Capítulo 16

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La boda estropeada por la humillación.

Besó sus labios con pasión y ternura. Tratando de arrancar su vestido de su cuerpo.

Pero ella lo abofeteó.

Alejate de mí —Lo empujó hacia atrás— No quiero verte, jamás.

Ya no te niegues más —Acarició su mejilla con dulzura— Amame sólo a mí. Se mía...

— ¡Es que tú no entiendes! —Le gritó— Yo no te amo, ya déjame, en paz.

— Serás mía Temari —Afirmó decidido— Te juro, que serás mía.

Y de nuevo escuchó las mismas palabras, pero más suave y con seriedad y tristeza.

Te juro, que serás mía —Miró sus ojos oscuros mirarla con seriedad y melancolía.

Luego otro recuerdo doloroso llegó de repente. Atormentandola y rompiéndole el corazón en miles de pedazos.

— Shiho —Se arrodilló ante ella, en frente de muy pocos que estaban en la biblioteca— ¿Te casarías conmigo? —Le preguntó, antes de ser respondido por un abrazo de la rubia.

Ella había hecho como si no hubiera visto u oído nada, tomando un libro de la biblioteca y retirandolo como si nada, teniendo una buena excusa de irse de allí a su casa.

— Shikamaru va a casarse —Susurraba en su oído— La tía Yoshino ya lo aceptó, ¿Y que crees? —Sonrió malicioso— Van a tener hijos.

Eso hizo que saliera huyendo de la biblioteca, perdiendolo después de tanto sufrimiento y provocando que se tratara de suicidar...

(...)

Después de haber colocado sus lentes en su mesa de noche, llevaba un buen rato durmiendo en su cama tan caliente y tibia. Hasta que alguien interrumpió su sueño.

— Koga, espero que sea importante —Dijo él, acomodandose de lado en la cama con sus ojos cerrados.

Su compañero comenzó a susurrarle algunas cosas atraves de su oído, haciéndolo abrir los ojos de golpe.

— ¿¡Qué!? —Exclamó. Koga tapó su boca rápidamente para no causar escándalos.

Se vistieron rápidamente, y vieron todo el castillo con las luces y velas encendidas. Todos trabajando y haciendo sus labores ¿A mitad de la noche?

— ¿Te gusta el color del vestido? —Le enseñó su dama de compañía, una chica de cabellos marrones, ojos color marrones claros y piel clara.

— Sari —Sonrió divertida— No quiero algo formal, cosas quería en mi coronación real y no tuve, quiero algo sencillo. Me gusta como estoy. Una reina pirata con estilo.

— Pero Matsuri, ¿Estás segura?

— Sí.

— Pero el blanco es sólo un requisito.

— No gracias —Camino en busca de una de sus maestras, encontrandola, viendo como probaba tartas de naranja y de duraznos, y chocolates— ¡Rin!

— ¿Huh? —Se volvió a ella con sus mejillas llenas de chocolate y crema, y su boca llena— Me estoy... Encagando de los... Dulces Suri...

Matsuri rió silenciosamente, viendo como un cocinero del castillo le entregaba una servilleta, entrenándoselo a su maestra. También era parte del consejo real, una de las más fieles y mujeres que la cuidó cuando era niña.

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