5- Por Mi Familia

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— …Valen.

Esmeralda se sentó al borde de la cama de su prima, que estaba a oscuras, arropada de la cabeza a los pies.

— Valen, ¿estás bien? —preguntó Esmeralda, acariciando suavemente el brazo de Valentina.

Valentina emergió de las sábanas y se sentó, recostándose contra el respaldo de la cama. Esmeralda encendió la lámpara.

— No, no lo estoy —sollozó Valentina, limpiándose las lágrimas con la mano—. Quiero volver a mi casa.

Esmeralda la abrazó con ternura.

— Tranquila, chiquita. No me gusta verte así.

Esmeralda le dio un beso en la cabeza, intentando brindarle consuelo.

— No sé por qué todos me odian.

— Yo no te odio, no digas eso, Valen. Eres la prima más genial que tengo.

— ¿Será porque soy la única prima que tienes? —respondió Valentina con una risa débil. Esmeralda la acompañó en la risa. — En serio, todo el mundo me odia.

— A ver... —Esmeralda rompió el abrazo y buscó la mirada triste de su prima—. Yo te amo y te acepto tal como eres: toda fresa, elegante y con clase. Pero…

— ¿Pero? —inquirió Valentina, levantando una ceja.

— Tienes que intentar ser un poco más humilde y dejar de juzgar a las personas solo porque viven en este barrio o porque pertenecen a una clase baja. No todo rico es bueno y educado, ni todo pobre es malo o maleducado. El dinero no determina si alguien es una buena o mala persona; cada quien es como es, independientemente de su estatus social. Por favor, prima, intenta ser un poco más tolerante con los demás. Con esto no te estoy diciendo que dejes de ser tú, para nada. Solo te pido empatía, humildad y generosidad; eso también es parte de la educación.

— Trataré, pero... —Valentina levantó su dedo índice—. A la mugrosa y grosera de Juliana no la quiero cerca de mí. Así que tú, como amiga que eres de ella, ve y díselo, porque no quiero ni respirar el mismo aire que esa inmunda.

Esmeralda negaba con la cabeza mientras se reía.

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Las risas de Brenda y Juliana resonaban por toda la casa; eran casi las cuatro de la mañana cuando regresaron, después de una larga noche de parranda tras salir de la cafetería.

—Shhh, mi amor, vas a despertar a Aridio —susurró Brenda, mientras ayudaba a Juliana a subir las escaleras, ya que esta estaba muy borracha y no paraba de hablar.

—¿¡Quién diablos es Aridio!? —exclamó Juliana entre risas.

Brenda también se río.

—Tu empleado, el que cuida de la casa.

—Y qué bien cuida la casa, el muy pendejo, durmiendo —respondió Juliana, aún riendo mientras entraba a su habitación. Se tiró boca arriba en la cama y dijo—: Mierda, el techo se mueve, creo que se nos va a caer encima.

Juliana se levantó de un salto y empezó a desvestirse.

—Mi cuerpo necesita mucha agua, siento que me quemo —comentó mientras se quitaba la ropa rápidamente, quedando completamente desnuda—. ¡Rata de dos patas, te estoy hablando a ti!

Juliana canturreó en tono burlón mientras se dirigía al baño, comenzando a tararear la canción que Valentina le había dedicado.

Brenda, sintiendo la misma urgencia, también se desvistió y corrió hacia el baño. Deslizó la mampara de cristal y entró a la ducha, abrazando por detrás a Juliana, que estaba bajo el agua y recibiendo la intensa caída del agua en su rostro. Juliana dio un pequeño salto al sentir las manos de la rubia en su cintura.

Stay Together| EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora