8- No Me Olvidarás

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—Estoy esperando, Juliana. Quiero saber todo lo que pasó anoche, hasta el mínimo detalle.

La mirada de Juliana no se apartaba de Valentina, quien aguardaba una respuesta.

—Dame un segundo —le dijo Juliana, mientras apretaba un botón rojo a su lado. La gran puerta metálica se deslizó hacia abajo y se cerró.

—¿Por qué nos encierras?

—No quiero que nadie nos interrumpa —respondió Juliana, acercándose a ella—. Escucha, Valentina, entre tú y yo no pasó nada. Simplemente te llevé a mi casa porque no quería que te fueras con ese tipo, que lo único que quería era abusar de ti. Te drogó y luego quiso llevarte...

—No me hables de Luis, simplemente quiero saber de nosotras. ¿Qué pasó entre nosotras? ¿Te aprovechaste de mí? ¿Aprovechaste que yo dormía angelicalmente para tocarme...?

Juliana no podía creer lo que estaba diciendo Valentina.

—Te dije que entre nosotras no pasó nada. Estabas muy borracha y simplemente te ayudé. Es tu problema si no me quieres creer —le dijo Juliana, visiblemente enojada. Valentina, cruzada de brazos y recostada del coche, la observaba con insistencia.

—¿Y por qué me besaste? —preguntó Valentina, con una sonrisa maliciosa.

—¿Qué...?! ¡Estás loca! Tú fuiste quien me besó —exclamó Juliana, señalándola—. Yo nunca me acostaría con una mujer borracha, y menos en el estado que estabas. La mujer que esté conmigo tiene que estar consciente; así nunca se olvidará de lo bien que la pasemos —concluyó, furiosa.

Valentina se acercó a ella, la tomó por la nuca y luego la besó con intensidad.

—Eso quiero verlo —le dijo Valentina entre los labios. Juliana la alzó y la llevó a la cintura, besándola con todo el deseo que había guardado durante tanto tiempo.

Valentina entrelazó sus piernas en la cintura de la morena, quien prontamente la llevó al asiento trasero del coche y la recostó sobre él.

Juliana la besaba por el cuello mientras metía la mano por la minifalda que llevaba puesta Valentina, quien le ofrecía su cuello sin pudor.

—Nunca te olvidarás de mí, Valentina. Te marcaré la memoria para siempre —le dijo Juliana mientras metía sus manos debajo de la minifalda, despojándola de la braga. Valentina abrió las piernas—. Eres perfecta —le susurró, acariciando sus muslos.

—Ven aquí —dijo Valentina, agarrándola por la blusa y llevándola hacia ella.

Juliana le desató la blusa y le quitó el sujetador, dejando sus senos al descubierto. Sin pensarlo dos veces, empezó a besar y chupar uno de sus pezones rosados, mientras con su mano acariciaba el otro, provocando gemidos de placer en Valentina.

Bajó lentamente por su abdomen, besando su ombligo hasta llegar a su parte íntima, pasando rápidamente su lengua sobre esa área sensible, que estaba mojada y deseosa de atención.

Los gemidos de Valentina aumentaban con cada movimiento de la lengua de Juliana y los dos dedos que entraban y salían de su vagina. La castaña apretaba el asiento del conductor con una mano mientras con la otra sostenía la cabeza de Juliana, moviendo sus caderas al compás de su deseo.

Unos pocos movimientos más fueron suficientes para que Valentina estallara en un orgasmo, haciendo que su cuerpo temblara.

—¡Oh, mierda! —gritó, sintiendo como la oleada de placer la recorría—. ¡Ah, Dios!

Juliana sonrió al notar el temblor de las piernas de Valentina. Le dio unos leves mordiscos antes de subir hasta sus labios, besándola.

—Quiero desnudarte por completo, que nuestros cuerpos sudados se resbalen uno sobre el otro. ¿Te animas? —le preguntó Juliana, sus pupilas dilatadas por el deseo. Valentina asintió—. Eres perfecta, Valentina. Me gustas mucho —le susurró, mientras la desnudaba por completo. Luego, ella también se desnudó—. Ven aquí, morrita.

Stay Together| EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora