Capítulo 7: La Historia de dos amigas de la infancia.

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Corremos hacia la sala en donde el bullicio se halla, y entonces, todas nos mezclamos entre la multitud, para así recolectar información sobre el reciente evento. Mis pies entonces se detienen ante el cadáver, escondido por una manta policial, del hijo del gran empresario. Por debajo, se puede observar la sangre, la cual se desliza de entre el suelo como si de algo resbaladizo se tratase.

Rápidamente, dos oficiales alzan sus manos hacia mí para que no siga avanzando, y por esto mismo, regreso mi camino hacia donde se halla la directora, alejada de los demás, con una expresión preocupada y aterrada a la vez. Recuerdo entonces como esta me había pedido por un beso y como había sido interrumpido por mi ida; de alguna manera, esto me hace llegar donde ella y abrazarla fuertemente.

- Oye, sé que estás asustada, el hijo de Seok Jin era tu ahijado. – comento en el transcurso del tiempo en el que coloco su rostro en mi hombro, lo cual le hace a la treintona bajar su cuello, ya que su altura es muy prominente. – Sin embargo, yo estoy aquí contigo, a ti no te pasará nada.

- Byul...- dice regresando su rostro, ya llenado en lágrimas, y observándola muy detenidamente- ¿Por qué te fuiste y me dejaste hace un rato? - después de preguntar, ambas quedamos en silencio.

- Hyejin accidentalmente había arruinado los pasteles del chef, y necesitaba ayuda mía para arreglarlo. Luego nos fuimos a la sala a discutir, Wheein tuvo que intervenir en nuestra pelea- dije entre ocurrencias y risas, ya que sé el misterio que debemos manejar con respecto a lo que la rubia nos acaba de contar, que por cierto ¿dónde estará?, me pregunto consternada y a la vez con ligeras sospechas sobre ella.

- ¿Tú? - pregunta Dahee, incrédula de mis habilidades domésticas, con una ceja levantada.

- Por si no lo sabías, cocino muy bien- respondo riendo y viendo a la más alta con una expresión divertida. –Sabes creo que nos hace falta seguir con algo. - prosigo a decir con una sonrisa pícara.

Así mismo, la mayor acerca su rostro al mío, y entonces ahí es cuando nuestros labios rozan entre sí, y ambas descubrimos nuestras emociones. Nos separamos luego de unos segundos, los cuales, aunque debieron ser con fines románticos, para mí se sienten extraños, llenos de un vacío muy grande que me consume poco a poco. No me gustó, ese es un hecho, sin embargo, los deseos de olvidar a Krystal me hacen regresar mis labios a los de Dahee.

-Así que, nos dejaste investigando sobre el hecho mientras te acostabas con tu pequeña conquista- digo indignada en el asiento del bar, el cual se halla junto al de la pelinegra de ojos verdes postizos. Posteriormente, agarro de mi soju (un alcohol coreano) y tomo un largo trago, mientras veo de frente a mi mejor amiga, quien se halla limpiando las copas de los clientes.

- Wheein, no me acosté con ella, solo nos besamos- explica entonces la que ha sido mencionada indirectamente, con sus codos en la mesa, mientras sus manos se intersectan en su mentón.

- ¿Y eso te hizo sentir mejor acaso? – responde en vez de mi la morena, con una ceja levantada y observando muy fijamente a la interrogada. Luego del incidente en la fiesta de Seok Jin, acordamos en llegar a la casa de Moon Byul, bueno, en parte de Hyejin, para pasar la noche. En la mañana siguiente nos dirigimos a desayunar aquí. Sí, aunque este es un bar, mi vieja amiga nos hizo personalmente el desayuno aquí.

- No, ¿feliz? – exclama la doctora, levantándose de su asiento y revisando entre sus bolsillos algo. Claro que nos molesta el hecho de que nos haya dejado en medio de una escena de crimen por estar besuqueándose a esa señora; claramente es buena persona, pero la química entre ellas no da.

La morena entonces me mira de manera en que sé lo que me está tratando de decir, Moon está estresada, no tengo que ponerla peor. Hyejin y yo convivimos mucho tiempo antes de que la guerra terminara, incluso llegue a pensar que la perdería. En la guerra solo se permitían hombres, así que nos disfrazamos de ellos, pues nuestro sueño siempre había sido rescatar al mundo.

Ambas hemos sido fieles amigas de la infancia, aunque cabe destacar, que, en varias ocasiones, en la guerra, tuvimos momentos apasionantes en secreto. Éramos solo dos adolescentes enamoradas que no conocían el mundo en el que vivían; cuyos cuerpos habían cambiado radicalmente antes de entrar en combate. Aunque la guerra ya llevaba dos años, nos inscribimos, huyendo juntas a Estados Unidos por un bote perteneciente a la antigua familia de la menor, los Rosales. El cambio de cuerpo, y de vida, nos hizo de alguna manera más fuertes, y, además, nos hizo oír una voz la cual siempre nos conducía hasta allí.

Sin embargo, cuando terminó la guerra, tres meses después del incidente con Hwasa, me fui a Rusia. No quería seguir viviendo esas emociones continuas que sentía por María, mi pensamiento cerrado me limitaba, me hallaba confundida, y hui de ella sin avisar. Escape de la Unión Soviética después de que hicieran un pacto con Alemania para invadir polonia, y desde entonces había residido en Francia. Es de decir, que participé un largo tiempo en la segunda guerra mundial, para los franceses, y además ayudé en la guerra fría con cargos de los capitalistas.

Pasó el tiempo, las guerras pararon, yo cambiaba de identidad cada década para que no me descubrieran; no vi a María por un siglo entero, y me sentía culpable por ello. Seguía apodándome Gabriella, ya que ni yo ni la morena sabíamos nuestro verdadero nombre. Un día, entrenando en la militaría de Francia, ahora sin algún disfraz pues ya se admitían mujeres, recibí mensajes de una tal Anh Hyejin. Había oído ese apellido ya, era perteneciente a una familia millonaria que al parecer no había dejado descendencia.

Ella me dijo que era María, mi María, mi corazón de 118 años palpitó entonces tan rápido. Mis sentimientos hacia ella nunca habían cambiado, lo admitía, haber huido solo me hizo acostarme con mujeres desconocidas por placer; mujeres que al igual que yo eran homosexuales en secreto. Hyejin entonces me explicó que sus poderes le habían ayudado a conocer su verdadero nombre, al igual que el mío. Yo era Jung Wheein, y desde entonces me apropie de ello. Abandoné la militaría y regresé después de un año a Corea. Actualmente, las cosas con Hwasa están incómodas, ya que no hemos platicado de nuestra relación de antiguas amigas, o amantes.

- Wheein ¿estás bien? - regreso al momento en el que estamos, viendo a la morena directamente a los ojos, quien me habla preocupada. – Has estado ida por un minuto.

- Si si, no te preocupes, solo pensaba en lo raro que está todo esto- digo con una sonrisa y volteo a ver a Byul, quien me ve con cejas contraídas y una sonrisa triste, olvidé que ella puede leer mi mente, pienso indignada por ella haberse metido en mi privacidad.

- Bueno, sí, pienso lo mismo, algo no me cuadra en esto de que Solar nos haya comentado de nuestro pasado- habla la doctora, para rápidamente ver hacia la puerta del bar, la cual se haya abierta, y se encuentra una mujer rubia, al parecer, esperándonos. – Hablando del rey de roma, miren quien ha llegado- dice en un susurro.

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Hola a todos mis lectores, mil disculpas por haber tardado en publicar, digamos que he vuelto al colegio y las tareas son inmensas. Pronto publicaré otro capítulo de solo dime que me amas así que no se avatan, jaja. No les prometo nada con respecto a cuanto tarde en subir otro, por las mismas tareas, pero tratare lo más posible por actualizar.

Hasta que nos leamos

Annyeong <3

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⏰ Última actualización: Aug 23, 2020 ⏰

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