Capitulo 11. What You Waiting For

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Wooyoung se encontraba justo debajo del balcón de San. Había estado pensando durante una hora...y ya había llegado a la conclusión de que más bien no podía evitar ir porque algo en él le atraía hacia ese chico. Se forzaba a sí mismo a mirarlo de manera inocente pero no tardaría en darse cuenta de lo que realmente los unía.

La ventana estaba abierta, lista para él. Sintió un calor intenso esparcirse por su pecho al pensar que aquel chico al que apenas conocía, que ni si quiera sabía quién él era realmente, lo estaba esperando de verdad. Subió rápidamente hasta encontrarse frente a la habitación del chico. Vio a San sentado en su cama de espaldas a la ventana.

-No va a venir... lo has ahuyentado con tus tonterías. Lo sabía. -al principio el rubio pensó que estaba hablando con alguien pero al fijarse vio que simplemente pensaba en voz alta. -Siempre ahuyentas a todos siendo tan pesado... -el menor no quiso que siguiera hablando así.

-Hola.

-Oh... -el moreno se sobresaltó y se puso de pie tembloroso. -Si... hola... -mostró sus preciosos hoyuelos haciendo que Wooyoung bajara la guardia sin darse cuenta.

-Siento haber tardado... leí tu carta y... Bueno. No sabía si estaría bien... digo... los cumpleaños son algo importante y yo... -estaba tan nervioso que la voz le temblaba. -No sé si está bien pero... te traje algo. -el menor extendió su mano derecha y el mayor agarró la bolsita que le ofrecía. San sacó el contenido de la bolsa y se dirigió al lugar más iluminado de la habitación para verlo bien.

-No... No puede ser... -reprimió un grito con todas sus fuerzas. -¿Cómo has conseguido esto?

-Yo...

Si en verdad le contara como lo había hecho... ya se estaría delatando. Obviamente no tuvo tiempo de comprarle nada. Recordó que San era su gran fan... y vio una oportunidad de oro. Cogió una copia de su último álbum que tenía en su habitación y la firmó con una dedicatoria neutral.

-"Gracias por apoyarme siempre. Espero poder compartir mi música contigo por mucho más tiempo. No dejes nunca de brillar como lo haces. Firmado: Jung Wooyoung."  -el mayor de los dos no pudo reprimir un pequeño grito al leer aquello. Wooyoung instintivamente se acercó para calmarle pero se echó para atrás al recordar que no podía verle.

-¿Cómo lo has conseguido? -el moreno lo miraba aún sin poder verlo, con lágrimas amenazando con salir de sus ojos.

-Bueno... recordé que me dijiste que te gustaba y... hace unas semanas fui a una firma suya por un amigo mío que es productor y ha trabajado con él. -está vez había ensayado bien su excusa. -Pensé que te gustaría tenerlo.

-Pero... esta frase... parece muy personal. Te la dedicó a ti así que tú deberías tenerla. -el moreno hizo un puchero, no de celos sino de admiración.

-En realidad, creo que resuena mucho más contigo. -esa frase le salió del alma.

Oh Wooyoung, no sabes lo que has dicho...

-¿Crees qué... -un par de lágrimas rodaron por las mejillas de San. -¿Crees que b-brillo? -tenia el corazón acelerado y una sensación de ardor por todo el pecho.

-Claro que si. -dijo simplemente. -Eres la persona más brillante que he conocido, porque eres auténtico. Auténticamente tú... y eso tiene más valor que un millón de álbumes o conciertos... -no supo cuando la conversación se había vuelto tan personal para él. -Tiene más valor que todo ese dinero... más que toda esa fama... Tiene más valor que todos los focos y todos los premios del mundo. Tiene más valor que nada que haya podido ver o tener... Tiene más valor que... -fue interrumpido por unos brazos rodeándole y sintió la calidez del cuerpo del mayor fundido con el suyo en un cálido abrazo.

Si, estaba rompiendo todas sus reglas. Estaban tan cerca... pero se sentía tan bien. Wooyoung normalmente no era tan cariñoso, hacia mucho tiempo que dejó de serlo. En ese momento se acordó de su antiguo amigo Yeosang. Se acordó del miedo que tenía cuando entro en aquella agencia... lo mal que se sentía con su forma de bailar y lo solo que estaba. Yeosang fue el primero que se acercó a hablar con él. Le ayudó a ser más fuerte y más seguro de sí mismo. Se prometieron el uno al otro alcanzar el éxito juntos... pero sus vidas fueron por caminos distintos. Wooyoung tuvo la oportunidad de firmar con una compañía mejor que le prometió debutar como solista dejando atrás a su amigo. Desde el día que se fue, no volvió a saber nada de él. Trató de llamarlo para explicarle pero se cambió de número y se mudó. Fue desde entonces que Wooyoung se volvió un lobo solitario por el sentimiento de culpa. El único amigo que tenía era Seonghwa. Al cambiarse a KQEnt fue el manager que le asignaron y realmente se alegraba tanto de haberlo conocido. Obviamente no se lo decía pero Seonghwa sabía que el menor le apreciaba mucho. Había sido la única persona con la que Wooyoung se había ablandado... al menos hasta este momento. San lo rodeaba con sus brazos tan cerca que pudo oír su respiración retenida por el llanto. Embriagado por el aroma del menor.

-Gracias. -fue lo único que la voz temblorosa del mayor pudo pronunciar. El corazón de Wooyoung latía con tanta fuerza que estaba seguro de que San podía sentirlo. Por un simple impulso, enroscó sus propios brazos al rededor del contrario para corresponder al abrazo. Rendido.

-Gracias a ti. -susurró en su oído. Con su otra mano alcanzó a acariciar su pelo tratando de calmarlo. "Wooyoung". Su propia mente lo estaba volviendo loco. "Wooyoung". Se separó lentamente sin realmente alejarse para mirar al mayor a los ojos. En ese momento él ya no era Wooyoung, ni Will, ni nadie... se olvidó por completo de su incógnito. Los ojos borrosos por las lagrimas no permitían que San viera lo que estaba sucediendo. Solo pudo adivinar que aquel extraño lo estaba mirando directamente, a apenas unos pocos centímetros de su cara. Wooyoung sintió como algo se apoderaba de su cuerpo, como si se tratara de el destino. "Wooyoung... ¿a que estás esperando?" Levantó la mano izquierda hacia el trozo de tela que le cubría la boca y lo retiró lentamente.  La vista del mayor se estaba aclarando pero antes de que pudiera ver nada, Wooyoung hizo uso de la mano que mantenía en su nuca y lo atrajo para besarlo. A penas fue un roce pero fue lo suficientemente intenso como para que ambos supieran... que aquello no era si no... cosa del destino. Se separaron lentamente aún compartiendo una misma respiración. Los ojos de San, aún incrédulo de lo que acababa de pasar, se abrieron adaptándose a la poca luz que iluminaba el lugar. Por un momento juraría que...

-San, ¿se puede saber a que viene tanto ruido? -escuchó la voz de su madre a través de la puerta. Su corazón se heló tan rápido como lo escuchó.

-N... Nada mamá. Solo la música. -la puerta de estaba abriendo y el mayor corrió rápido a cerrarla aún que fue demasiado tarde.

-Te tengo dicho que a estas horas no... ¿Qué pasa? ¿Qué haces ahí parado? ¿Qué hace la ventana abierta de par en par? podría entrar alguien. -el moreno trató de volver en si. Analizó la habitación y no había ni rastro de su amigo. ¿Quizás lo había soñado? -Duérmete ya que luego vas con prisa siempre. -dijo su madre mientras cerraba la puerta dejándolo solo.

San no entendía lo que había pasado... ¿lo había besado? ¿Lo habría soñado? Miró hacia su cama y allí vio el disco firmado que le regaló.

No... no lo había soñado.

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