𝑺𝒆𝒙 𝑬𝒅𝒖𝒄𝒂𝒕𝒊𝒐𝒏 𝒁𝒐𝒅𝒊𝒂𝒄𝒐

𝑫𝒐𝒔

Tiffany caminaba por los pasillos de la preparatoria teniendo a su lado a su mejor amiga en el mundo, Serena Myers.

Ambas repartían volantes para promocionar la campaña de la joven Brown. Ella moría por conseguir el puesto de presidenta, sin embargo tenía a Vanessa Anderson por competencia, lo que significaba que no sería tan fácil lograr su cometido.

—¡No olviden ir a las elecciones para elegir a la presidenta estudiantil, será en unas semanas y lo mejor que pueden hacer es votar por mi!—decía Tiffany a todas las personas que pasaban por ahí mientras les entregaba folletos.

—¡No falten a nuestro evento de campaña este fin de semana en mi casa, será una pool party!—gritaba Serena.

Junto a ellas pasaron Chuck y Lowel los cuales no dudaron en burlarse.

—¿Chicas en traje de baño?, no me lo pierdo—rió el joven Spooner.

—Solo si usas tanga, Tiff—carcajeó Lowel.

—Pudransé, idiotas—defendió Serena, sin embargo la chica Brown no se quedó callada.

—Si votan por mi lo haré—sonrió Tiffany siendo mirada mal por su amiga.

—Ni que tuvieras tanta suerte preciosa—dijo Lowel molestando a la castaña y retirándose entre risas junto a Chuck.

—Son unos hijos de perra, me tienen harta.—rodó los ojos Serena—No puedo creer que estés dispuesta a exhibir tu cuerpo con tal de ganar.

—Todo es por la competencia, y créeme que si queremos ganar necesitaremos hacer de todo—dijo seria Tiffany.

—Me enteré de su fiesta de campaña—habló Vanessa acercándose a ellas acompañada de su novio Valdo.

Tiffany bufó sin importarle la presencia de la morena.

—Genial, ¿y que dices?—preguntó la castaña—¿perderás tu dignidad e irás a esa fiesta?

—Claro que iré—carcajeó—y no es para perder mi dignidad, solo observo a la competencia.

—Tal vez deberías hacer lo mismo, Tiffany,—habló el chico Wilson—podrías aprender mucho de Vanessa. O mejor dicho, la próxima presidenta estudiantil.

—Sigue soñando, niño bonito—respondió Tiffany tensa.

—Lo único que debemos decir es, que gane la mejor—sonrió Serena para aligerar el ambiente.

—Y así será—dijo Anderson confiada para después alejarse junto a Valdo.

Tiffany soltó un leve grito de estrés en cuanto vió que estaban lejos.

—No soporto a esa hija de perra, necesita que le arranque esas mechas rulosas para que le den una lección—gruñó Brown.

—En realidad, considero que su cabello es hermoso y se lo cuida muy bien... —Myers dejó de hablar en cuanto sintió la mirada molesta de su amiga.