cinco (para siempre)

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Me había pasado la tarde durmiendo porque no quería estar haciendo nada más. Tampoco que tuviese muchas cosas más que hacer: no había nada en Instagram o en Twitter, la música me estaba molestando, me sentía apática, como que si nada me estaba cayendo bien. No me gustaba nada estar acá. Había sido apenas algo más de un día y sin embargo todo se sentía loco y confuso. Tenía tanto que quería saber y tan poco por donde empezar.

Me desperté de la siesta ya estando entrada la noche, y no tuve ganas de cocinar tampoco, así que comí dos panes con manteca y me fui de nuevo a mi habitación, bah, a mi vieja habitación. Me sentía débil. El silencio del comedor mientras me comí mis panes era demoledor, más de lo que había sido la noche anterior comiendo con Sabri y Mati. El silencio me estaba haciendo notar lo sola que estaba y yo, boluda, pensaba que si me iba a mi pieza no me iba a doler tanto el silencio, pero no fue así.

Dí muchas vueltas en la cama, sin poder parar. No me lograba dormir gracias a que ya había dormido toda la tarde, pero tenía tantas ganas de seguir durmiendo, no estar viviendo todo esto. La noche estaba muy, muy ventosa y tenía el color violáceo de cuando el cielo se cubre de nubes. Y yo también tenía los pensamientos re nublados: no era medianoche todavía, y resignada a que no me iba a dormir, me senté en la cama.

Estas paredes que me estaban rodeando solían estar llenas de posters, de cuadros, de fotos. De sueños, por qué no. Ya no quedaba nada más que los espacios vacíos, las marcas que deja la cinta scotch cuando la arrancás de la pared, los clavos que la Yeya aprovechó para colgar algún crucifijo o alguna estampita de alguna santa que desconozco. Le había dedicado un montón de tiempo pegándole posters y cosas bellas, y pensar que lo arranqué todo de un solo tirón en un momento de furia.

Es que, a ver, no sé si todos atravesamos un momento en el que nos miramos hacia atrás y nos preguntamos quiénes somos y cómo carajo llegamos hasta donde llegamos. Como nos metemos en situaciones que después nos damos cuenta de que nos dejaron completamente vacíos. Ya habían pasado dos años desde ese momento para mí, y sin embargo no sabía realmente si me sentía compuesta. En cierto modo seguía estando vacía como esas paredes. Sí claro, tenía amigos y vida en Santa Fe, pero esos amigos ni siquiera me habían preguntado como estaba en todo este tiempo. Y mi pieza en la casa de mi viejo era eso: la pieza en la casa de mi viejo. La inseguridad me comía. Comencé a sentir que nada era mío. Que ya no tenía nada que se sintiese propio. ¿Cómo seguís a partir de ahí? Yo no quería llorar pero lloré, y una vez que empecé no pude parar.

A Tomás lo desesperaba verme llorar. Al menos durante los últimos meses que fuimos novios.

Tomás había llegado a mi vida en la fiesta que hicimos cuando terminamos cuarto, festejando que éramos promo. Él iba al otro curso y nos conocimos ahí. Me invitó un trago, me invitó a bailar, hablamos mucho, era muy, muy parecido a mí. Una vez que nos fuimos de esa fiesta no podía dejar de pensar en él y todo lo que quería compartirle. Empezamos a hablar todos los días, todo el día. Se empezó a juntar con nosotros tres. Era un divino. Dejó de serlo al poquito tiempo que nos pusimos de novios, apenas arrancando el último año.

El tema con el maltrato es que empieza muy leve. Una discusión boluda, una pelotudez cualquiera, en la que cedés a una boludez, porque eso te parece que son los reclamos: boludeces. Dejás de usar una pollera que no le gusta porque total es una pollera, nomás. Dejás de hablarle a alguna persona con la que no tenés tanta relación porque total ni siquiera es tan amigo tuyo. Y cuando te das cuenta ya no tenés polleras, ya no tenés amigos, ya no tenés gustos propios porque, bueno, tus gustos son medio de puta, igual. ¿Qué es eso de bailar en público, querés que te miren? ¿Qué hacés hablando con gente que no conocés, y si te quieren hacer algo? Ya no hay mucho más para vos, y si hay algo, hay que enfrentarse a montones y montones de discusiones.

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⏰ Última actualización: Oct 28, 2021 ⏰

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río negro | matías candiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora