High hopes - 01

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Hay cosas imposibles de borrar de nuestra mente, como las caídas que dejan cicatrices, esas desilusiones de pequeño con nuestros héroes de película que en realidad son actores, la primera vez que aprendes algo que amas y logras hacerlo tan bien que te felicitan y luego está, cuando rompen tu corazón por primera vez.

Lo último fue lo más reciente y de hecho, su recuerdo está latente aún en mi quijada que casi fue desencajada de un puñetazo esta mañana. 

Mientras froto la zona adolorida, la mirada frente a mi sigue mis movimientos, analizando que tan mierda debo ser y si merezco otro puñetazo en el rostro. Ohm, mi amigo sentado frente a mi mientras almuerza, con solo ese jodido hábito que tiene de frotarse la nariz, me dejó claro que sabía todo o al menos sospechaba todo muy acertadamente.

-¿Y...? -Me miraba como basura o quizás yo me miraba así en sus ojos. 

Mis manos intentaron arrancarme el cabello antes de gruñir y estampar el rostro en la mesa. 

Mierda, mierda, mierda; no se suponía que doliera así tenerle, no se suponía que doliera tanto el recuerdo de sus gemidos, no se suponía que fuera tan imbécil de arruinar todos mis esfuerzos por el calor del momento y el alcohol. 

-Nong'Prem, por aquí...-Dijo Ohm.

Inmediatamente levanté la mirada buscando al mencionado, sin creer que acabara de caer en su trampa. A ojos de Ohm, de seguro mi auto castigo mental era suficiente, pues tras ver mi reacción solo alzó sus manos en señal de inocencia, sonrió desentendiéndose del asunto y fue a dejar su plato vacío. El mío seguía lleno, pero igual lo llevé. 

-Entonces...-Tanteó- anoche tu... 

Hizo un gesto obsceno con sus manos que simulaba el acto sexual. Rodé los ojos. 

-¿Estuvo de acuerdo? -siguió. 

Apreté los labios al recordar sus brazos en mi cuello la noche anterior, sus carnosos labios buscando los míos y el aroma que expelía su piel mientras el calor subía en mi cuarto. Por supuesto, no había sido forzado, lo que me confundía más al recordar ese golpe de la mañana, cuando había despertado apoyado en mi brazo como tantas otras veces. ¿Acaso ebrio, me confundió con alguien más?, definitivamente esa opción dolía más que su puñetazo, pero era probablemente la más certera. 

Las clases en la facultad de arte, ese día se extendieron hasta entrada la noche, por los preparativos de los eventos a realizar como cierre de semestre que eran nuestro fuerte y ello, lejos de molestarme, había sido un alivio para mi mente, aunque esta se pasara la mayor parte del día lejos de mi cuerpo. 

Ya lejos de los deberes de universitario y a penas cruzando la puerta de mi departamento, me sentí profundamente traicionado por mi propio hogar. Las prendas regadas por ahí y el recuerdo de la constante presencia de Prem en el lugar, debían ser la razón de que su aroma me emboscara a penas abrir la puerta. Su aniñada personalidad y esa costumbre maldita de ser adorable e inquieto, hacía eco ahora al atravesar la sala, con el recuerdo de sus risas y ocurrencias. Y ni hablar del recuerdo más reciente de su rostro, y su cuerpo absorto en placer revolviendo las sábanas de la amplia cama en la que me dejé caer tras tomar una ducha, porque ese definitivamente me tenía al borde de la locura. 

-Mierda... mierda... 

Apreté el rostro en la almohada y grité ahogado en ella, sintiendo un escozor en los ojos que amenazó con volverse lágrimas cuando giré el rostro y vi aún en la mesa de noche la pequeña caja que guardaba el collar a par del mío, que tantas veces había sido su juguete favorito para dormir y el accesorio que amaba quitarme para llevar con él a la universidad. 

10 canciones que siempre te quise dedicar / BounPremDonde viven las historias. Descúbrelo ahora