Interludio

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Hay tristezas que guardamos preciosamente, que atesoramos dentro, que a veces probamos para recordar aunque el sentimiento duela; pero que no contamos a nadie y las soportamos solos, haciéndolas más grandes, más pesadas, más difíciles de mirar, ¿por qué?... no lo sé, el dolor es tan íntimo, tan nuestro, que así como el amor, nos volvemos egoístas con él pensando que otros no lo podrían comprender. Eso es algo que mamá siempre me recriminó y me advirtió que podría dañar a otros a mi al rededor; mi egoísta forma de ver el amor... y el dolor.

-¿Prem? -Murmuré.

Cuando abrí mis ojos me encontré solo en la inmensidad de una cama vacía, a mitad de un gran cuarto vacío, teniendo después de mucho tiempo, un poco de frío. Quizá porque su espacio en la cama no tiene rastro de calor o porque las sábanas de su lado están arregladas como si nadie hubiese dormido ahí, ¿y si?... El temor me empujó lejos de las mantas, mi corazón de pronto bloqueó todo sonido con su desbocado latir. Un mundo sin él...

-¡Mamá, no! mierda... no te hablaba a ti... Argghh...-

Prem... Despeiné mis cabellos al sacudir la cabeza para terminar de despertar, ¿en qué mierda pensaste, Boun?. Su escandalosa y gruñona voz se dejó oír por todo el lugar, luego se hizo susurros que de pronto se dejaron de escuchar.  Salí del cuarto tras tomar unos pantalones mientras aún me frotaba los ojos y sentía el calor en mi rostro del molesto sol que había entrado por la ventana sin permiso, entre las delgadas cortinas. Caminé por el departamento casi sintiendo el amargo sabor del café en la garganta, ese aroma a champú revolotear en mi nariz y mis brazos teniendo una extraña añoranza. Debes dejar de pensar, me recriminé cuando todo se materializó en él, que estaba de pie tras la barra de la cocina y a quien sin pensarlo me acerqué para satisfacer mi anhelo al envolverlo en un abrazo. 

Su piel también huele a café, a sol, a él- ¿Con quién discutes por la mañana? -Murmuré meloso, dispuesto a tener uno de sus regaños. Repasé con la nariz la curva que se dibujaba entre su hombro y cuello y lo besé, ahí, donde me encantaría vivir

-Hia... -Su tono bajito de regaño me hizo apretarlo más, ¿dónde está mi buenos días, amor?.

>>¿Hia? 

¿Por qué aquí hay una tercera voz?. Giré deseando ver solo un nombre en un celular, pero, como sucede comúnmente desde que conozco a Prem, erré sin vuelta atrás. Mis manos se alejaron del tesoro de cierta mamá que me analizaba a través de una pantalla. La video llamada marcaba más de media hora en esa tableta digital que comúnmente mi nong usaba para jugar. 

>> ¿Qué modales son esos, Rut? 

-No se ha ganado el "Phi".

>>¿Tampoco tiene nombre?

-H̄mā h̄ıỵ̀. (Perro grande)

>>¿Hma...? ¡Rut!

Su voz terca, como la de cierto cachetón, contrastaba con su expresión dulce y su evidente amabilidad; tiene una mirada suave, como él. Prem actuó como un niño y se ocultó a mis espaldas, sujetando mis hombros para asegurarse de que no me apartara y cumpliera con "ocultarlo" de su mamá. ¿Y ahora quién me oculta a mi?, junté mis manos e incliné mi rostro como único auto reflejo operante, con ello a penas daba una señal de respeto.

-Un placer... -Musité. ¿Cuánto deberé permanecer así?, sentí mi rostro comenzando a tensionar en un intento por sonreír.

Si lo de anoche fue cierto y Prem es mi novio, y ella es su mamá, es ¿mi suegra?, lo que es peor, besé a su hijo en el cuello sin siquiera saludar, dime que llevo camisa, ¡maldición!, no. Quizás si digo que es broma, tantos pensamientos, tantas preguntas, tanta vergüenza; todo subió como sangre a mi cabeza y sentí que mis mejillas y orejas brillaron al sonrojarse en su totalidad. Espera... ¿Qué habrá dicho Prem?

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⏰ Última actualización: Nov 10, 2020 ⏰

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10 canciones que siempre te quise dedicar / BounPremDonde viven las historias. Descúbrelo ahora