Capítulo 2.

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Cuando pensó que nada podía ser peor, la madre de Isack se acercó hasta ellos con los ojos hinchados. Aleksa sabía perfectamente que la mujer la estaba pasando terriblemente mal, es decir, ¿quién soportaría perder a un hijo? Mordió el interior de su mejilla para que las lágrimas no saltaran en ese momento y respiró profundo cuando la señora, con una sonrisa cansada pero amable, se acercó hasta ellos.

 — Me alegra que estés aquí, Aleksandra. Isack también se hubiese alegrado de que estés aquí.

 Sabía que la mamá de su novio tenía buenas intenciones al decir eso pero no pudo evitar pensar inmediatamente en que no estarían ahí si su hijo su no hubiera muerto. Volvió a morder el interior de su mejilla y asintió levemente, no tenía voz para hablarle.

 — Bueno, creo que nos veremos más tarde. Hasta luego — dijo antes de retirarse. Lo único que alcanzó a escuchar fue la voz de sus padres diciendo un leve "hasta después". Sintió la mano de su hermana tomar la suya de nuevo, no había notado cuándo la soltó. Caminaron así hasta entrar en la pequeña capilla en donde velarían el cuerpo de su amado, sintió de nuevo esas punzadas en el corazón y cerró los ojos.

 Para cuando los abrió, ya estaban de vuelta en el carro. No notó nada, no sentía nada, seguía sin llorar. Todo hubiese sido irreal si no sintiera ese punzante vacío en su corazón de que algo iba mal, de que las cosas no volverían a ser como lo fueron antes. Se recargó en el cristal y dejó que la tranquila música que comenzaba a escucharse por la radio la llevará lejos de sus terribles pensamientos.

 En el camino a casa, pensó en la primera vez que vio a Isack. Estaban en la escuela. Darcy, su mejor amiga en ese entonces, la había invitado a ir a un entrenamiento de fútbol americano, diciendo que los chicos eran terriblemente hermosos. Ella no podía negarse eso, los jugadores siempre eran los más atractivos de la escuela pero no eran su "tipo".

 — Darcy, en serio, quiero irme a casa.

— Vamos, Leks, quédate un rato por mí. En serio quiero ver a Mike, es tan hermoso como no te imaginas.

 La castaña suspiró y siguió observando a los chicos que se pasaban el balón. Ella nunca entendió el juego por lo que no les prestaba mucha atención. Para cuando acabó, ambas bajaron de las gradas excepto que Aleksa se quedó un poco atrás ya que la rubia saltó a los brazos de su chico. Literalmente, saltó para rodearle el cuello con los brazos y la cintura con las piernas. Al parecer no eran solamente amigos. Ya luego tendría tiempo de reclamar porque su mejor amiga no le contó exactamente toda la historia. Dio un suspiró y movió su cabello, perdiéndose unos segundos.

 — ¿Por qué tan sola? —  Una voz masculina le hizo sobresaltarse por lo que después una risa nerviosa escapó de entre sus labios.

— Casi me matas, idiota.

— Lo siento — se disculpó el chico con una sonrisa. No era la más hermosa que en su vida hubiese visto, pero tenía algo que le incomodaba y a la vez le ponía nerviosa. Era una sensación terriblemente extraña. — ¿Cómo te llamas?

— Aleksandra — contestó, regresando el gesto de la sonrisa.

— Bueno, Aleksa — el chico estiró su mano y tomó la suya para estrecharla. — Mi nombre es Isack, un placer conocerte.

— ¿Juegas? — Dijo la chica, retirando su mano. De inmediato se arrepintió por la pregunta. ¡Qué estúpida! Pensó, por supuesto que jugaba si no por qué traería el uniforme del equipo. — Olvídalo, pésima pregunta.

 El chico rió justo cuando alguien le llamaba. El nombre del jugador era Andrés, lo sabía porque el año pasado habían tenido varias clases juntos. No escuchó lo que alcanzaba a decir pues estaba perdida en observar los músculos del muchacho. Normalmente no se fijaba en eso, le gustaban los chicos un poco más débiles, pero Isack tenía algo que te hacía querer mirarle todo el día. Él la pilló mirándolo y de inmediato Leksa se sonrojó, desviando la mirada.

 — Bueno, tengo que irme. ¿Nos vemos luego?

— Claro — respondió intentando no estar nerviosa. Él se inclinó para besar su mejilla y desapareció después.

 Aleksandra regresó a la realidad, a la cruda realidad, cuando su hermana Clarisse tiró de su brazo para indicarle que ya habían llegado a casa. Ella miró a su hermana menor algo molesta, quería seguir pensando en su novio, porque aún era su novio. Siempre lo sería a pesar de todo.

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¡Hey, chicos! Quería agradecerles a todos ustedes por leerme. Me encantaría que dejaran un comentario para ver si le gusta o no la historia. En fin, que tengan lindo día. 

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