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—Querido Will ¿Qué podría decirte? Tienes mi sonrisa, los ojos de tu padre. — Naomi Solace sonríe meciendo a un bebé lleno de pecas y una pequeña mata de cabello rubio. —Estoy dedicando cada día a ti. La vida doméstica nunca fue mi estilo. — la mujer sonríe mientras el pequeño bebé sonríe estirando sus manitas a su madre. —Cuando sonríes, como tonta me dejas tú y tan lista me creí. — la mujer sonríe con adoración mientras el niño reía como si no hubiera nada malo en el mundo. —Algún día nos sorprenderás a todos. — ¿Qué podía decir? Amaba a su niño, incluso cuando fue creciendo poco a poco. Sus primeras palabras, sus primeros pasos, la manera en la que sonreía que competía contra el mismísimo sol.
Bueno, al fin y al cabo era el dios del sol ¿no?
Will tenía 8 años ya cumplidos. Ganó varios concursos de atletismo y aunque no era muy bueno en la escuela en general debido a su dislexia y TDA su niño se esforzaba cada día por mantener a su madre orgullosa. A Will le gustaba ir al parque y columpiarse alto para que su mamá viera qué tan bien podía hacerlo. En la cocina gustaba de ayudar a Naomi, sus favoritos eran el risotto que preparaban juntos y los brownies de chocolate y avellanas que tanto le encantaban a Will.
Podría no ser como los otros niños y no tener muchos amigos debido a los cambios constantes que debía tener en la escuela pero aún así era un buen niño.
A veces por esto Will se avergonzaba y pedía perdón creyendo que era un niño problemático.
Naomi cantaba al fin y al cabo tenía trabajo de solista así que siempre mantenía a su hijo en un ambiente musical. Cuando lloraba le cantaba o cuando se sentía decaído.
Sostuvo a su hijo acariciando sus rizos dorados. —Will, cuando sonríes me hago pedazos, mi hijo. —el niño le miró con los ojos llorosos sin entender mientras su madre limpiaba sus mejillas con los pulgares. Lo inclinó ligeramente para hacerle cosquillas en la barriga haciendo que el pequeño se retorciera sonriendo y diciéndole a su mamá que parara entre risas. — ¡Miren a mi hijo! “Orgullo” no es la palabra que estoy buscando. Ahora hay mucho más dentro de mí. — Naomi sonrió haciendo que su hijo también sonriera ahora ya distraído de su tristeza. —Oh Will, brillas más que el sol de la mañana. Mi hijo. — entrecerró los ojos con cariño poniendo al niño en su regazo y juntando su frente con la del menor en un gesto puro de amor. En serio creía que la risa de su niño brillaba mucho más que el sol y parecía hacer al mundo más brillante.
—Cuando sonríes, me derrumbo. Y yo que me creía muy inteligente. — Will rió un poco más abrazando el cuello de su madre diciéndole que era la mujer más lista en todo el mundo.
Era una madre soltera claro, un dios no podía ayudar a criar a su niño y entonces recordó que su padre nunca estuvo cerca, ella sola con su madre hasta que pudo con su talento salir adelante, hacerse famosa y ganar dinero en base a su talento, nunca pensó que un niño la haría tan feliz. Juró que estaría cerca para él.