Radio 014.0

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Ha caído una intensa lluvia torrencial en Heysham, las calles de adoquín desprenden un molesto olor a musgo y tierra húmeda. La puerta de entrada hace un chirrido por la falta de aceite y de mi interés en repararla, pero es lo último que me importa en este momento.


Era esto o estudiar en la universidad local y no quería pasar un minuto más de mi vida en la bulliciosa casa de mi padre, por lo que decidí independizarme y con el dinero que había ahorrado conseguí un apartamento barato en un edificio viejo a las orillas de Lancaster.


En esa noche, lo único que quería era lanzar mis cosas al perchero y dormir, pero alguien comenzó a golpear la puerta con insistencia.


—¿Qué quieres?... —pregunté tras abrir de mala gana. Mi tono de voz fue suficiente para poner nervioso a Johnny. Se asustó, acomodó sus lentes y me miró con algo de duda. Si sabe lo que le conviene, mejor que no tome mucho de mi tiempo.


—¡K-Kanda! Perdón que te moleste a esta hora. Sé que estás cansado pero necesito pedirte un favor —tartamudeaba y parecía realmente apurado. En sus brazos apenas si podía sostener varios artefactos y herramientas.


—Habla rápido.


—Claro... Tapp y mi otro roommate me echaron de la casa porque no soportaban el ruido y necesi...


—Olvídalo, no quiero ruido a esta hora —estaba a punto de cerrarle la puerta en la cara, pero Johnny alcanzó a poner la mano entre la puerta y la orilla, magullando sus dedos. Escuché sus quejas de dolor.


—¡Te lo suplico! No tengo a donde más ir. Está lloviendo afuera y sólo me queda reparar esta radio vieja. Te juro que no seré una molestia y saldré de aquí tan pronto termine. Es mi proyecto de mañana y no puedo fallar o tendré que asistir a diferidos —Sus lloriqueos no se iban a detener aun cerrando la puerta. Suspiré y sentí mi cuerpo pesado, pero recordé que aún le debía un par de favores.


—Date prisa, o si no te sacaré a patadas de aquí —abrí de nuevo e hice un ademán para que pasara. Sus ojos parecieron brillar y con una sonrisa de alivio se abrió paso a mi departamento como si fuese el suyo, acomodando la pila de instrumentos sobre la mesa y encendiendo la lámpara de lectura.


Parecía realmente ensimismado en reparar aquel aparato viejo, yo estaba igual de concentrado viendo lo que hacía no muy lejos, sentado sobre el sillón al lado de la ventana fingiendo leer un libro.


Fue hasta que el ruido de un relámpago me despertó que note de nuevo el silencio en la sala, bueno... casi. Habían pasado unas tres horas y era un poco más de la media noche. Johnny se había quedado dormido en una posición incómoda, sentado junto a la mesa y con la cara estampada en los tornillos y herramientas que le dejarían una marca a la mañana siguiente.


Lo miré con desaprobación, al menos había trabajado duro. La radio de madera con botones circulares estaba completamente restaurada y encendida, pero se había quedado en una emisora vacía y el ruido blanco comenzaba a irritarme. No entendía su funcionamiento y no sabía cómo apagarla así que giré los botones de un lado al otro mientras buscaba un interruptor.

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