Día seis

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Fue una noche caótica. No podía cerrar los ojos sin escuchar una voz en mi cabeza llamándome; era una voz suave.


Por fortuna, la bola de pelos llamada Timcampy comenzó a maullar y golpear mi rostro con sus patas antes de que la alarma sonara. Aquella acción terminó por despertarme y hacerme ver que esto sigue siendo real... pero no sé hasta qué punto.


—Más te vale no tocar nada mientras esté fuera —le ordené como si fuera un niño, tras darle de comer de una lata de atún que tenía tirada en los estantes de la cocina y prepararme para salir un par de minutos después. No puedo ignorar mis clases sólo por un mocoso extraño y su gato.


Con eso en mente me dirigí al campus. Por un momento mi vida regresó a lo que era hace unos días entre seminarios, clases y libros, pero lo que duró mi jornada diaria sentí un extraño vacío y la sensación de que debía darme prisa y encontrar al Moyashi lo más pronto posible.


Ignoré los comentarios de Lavi y algunos profesores diciendo que me veía más cansado. Salí de ahí tan pronto tuve oportunidad y no me di cuenta, pero mis pasos eran rápidos cuando caminaba de vuelta. He desperdiciado casi una semana y sigo sin tener información útil para encontrarlo.


La radio es mi única pista. Quizás deba buscar de nuevo en la misma zona en la que encontré a su gato, tiene que estar cerca.


Ahora, ¿por qué llegué a pensar que un maldito gato haría caso a mis órdenes?


Me hice esa pregunta tonta al encontrar un desastre en la sala y la cocina. Se nota que esa maldita bola de pelos tuvo mucho que hacer mientras yo no estaba. Tsk...


Me miraba con inocencia cínica sobre los retazos de tela que antes eran la cortina, no muy lejos unos vasos rotos y el sofá con marcas de sus garras. ¡Es suficiente!


Tomé una caja, abrí un par de agujeros y lo metí entre siseos y arañazos. Con mi abrigo y sombrilla en mano me abrí paso por las calles hasta llegar de nuevo a la torre de transmisión, cerca de donde lo encontré.


El lugar sigue igual de solitario que antes, apesta a basura y parece que nadie ha estado por aquí en los últimos días. El gato estaba inquieto dentro de la caja, comenzó a maullar con más fuerza cuando me acerqué al faro viejo.


Vi que había un candado bloqueando el acceso, estaba demasiado oxidado pero con un poco de presión se desmoronó y cayó al suelo. Me aventuré entonces al interior del lugar; la parte baja no era más que una bodega de aparatos antiguos y periódicos viejos.


No más de diez minutos después, tuve la sensación de que estaba siendo observado. De pronto Timcampy consiguió salirse de la caja y comenzó a correr hacia las escaleras.


—¡Hey! ¡Vuelve aquí enseguida!


Lo perseguí, pero cuando llegué al piso superior para mi sorpresa había desaparecido. En su lugar hallé varias plumas blancas esparcidas sobre el suelo de madera y un pedazo de cartel con una nota escrita en la parte trasera.

Radio 014.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora