CAPÍTULO 6.
Es tremendamente guapo...
Cuando se reía, no parecía peligroso en absoluto, sino perfectamente normal y… bueno… incluso agradable. Aunque Candy no creía que fuera ninguna de las dos cosas. Sin embargo, no podía negar que era muy atractivo. Pero la estaba obligando a un matrimonio a cambio de ayudar a la empresa Andley. Candy tenía que odiarlo sólo por eso. Además también pensaba separarla de sus amigos, de Chicago, y de Anthony.
—Te piensas ir sin despedirte—dice Terry dolido.
Incapaz de contenerse, los ojos de Candy se llenan de lágrimas que le resbalan por las mejillas.
Terry no lo soporta.
—Oh, nena — susurra y Terry abre los brazos. Candy se lleva las manos a la cara y rompe a llorar. Sin saber por qué llora, últimamente es lo único que sabe hacer, Terry la ha envuelvo entre sus brazos y la estrecha contra él.
—Puedes contarme lo que sea. Estoy aquí, Candy. Puedes confiar en mí.
Candy quería confiar en Terry, pero por más que trataba, las palabras no salían. Al menos las palabras que la hacen sentirse sucia.—¿Quién te hizo esto — Terry toca con suavidad el golpe en la mejilla.
—Vale. Vamos a jugar adivinas. — Candy lo mira, desconcertada—. Tú solo tienes que responder sí o no. Candy empieza a negar con la cabeza y cierra las manos sobre el crucifijo de oro que lleva colgado al cuello.—¿Por qué te preocupa? Preguntaba Candy con los ojos cerrados.
—Eres mi chica, está claro que tengo que protegerte. —Terry dijo afirmativamente. Candy abrió los ojos y lo mira incrédula alzando la cabeza. Terry está abrazándola con más fuerza. No podía decir las palabras amorosas, pero Candy había ocupado un lugar en su corazón. Candy no dijo nada, solo sentía calor en su corazón. La emocionó mucho ya que llevaba mucho tiempo sin tener tal sentimiento, casi se olvidó de lo que era felicidad. La última vez que se sintió feliz fue cuando estaban Anthony, Archie y Stear quienes también la trataban muy bien, pero no estaban a su lado. Por ahora, Terry era el único hombre que al mismo tiempo le daba cariño y estaba a su lado.
Terry la abrazó queriendo tenerla así para siempre, Terry tenía un objetivo, que era hacerla olvidar todos los momentos malos del pasado, Quería qué Candy tuviera una vida tranquila. Estuviera él o no.
—Tenemos una reunión con el juez a las diez. Ella se apartó y sé sentó tres metros más allá.
—¿No te estás precipitando un poco?
—Lo estoy —dijo él— Lo que más deseo es presentar a mí esposa. Que el mundo entero te conozca.
Bien, ya era suficiente. Se borró cualquier expresión del rostro, sacó el teléfono móvil y comenzó a consultar el correo electrónico de un modo deliberadamente grosero. Si lo ignoraba, él dejaría de minar su resistencia. Más o menos, funcionó.
—Candy —dijo Terry, mientras se sentaba junto a ella—, no tienes que estar dándome coba todo el rato. Nos verán juntos, es importante.
—Si, lo hago —dijo—, quiero algo a cambio.—Ya hemos dejado claro que vas a conseguir algo. Vas a parecer una mujer enamorada, y no una mercenaria. Terry lo dijo con dureza. Candy siente como el corazón se va desmoronando. «Mercenaria» Eso es lo que soy para ti. Tonta, eso es lo que eres.